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Troposfera.org
01/09/2008
20 años es el período transcurrido desde que en 1988 se
celebrara en Toronto la primera Conferencia sobre Cambios en la
Atmósfera, y donde los países industrializados se comprometieron a
reducir las emisiones de CO2. Ahora estamos ante
una alerta que no permite más demora y que ya estamos notando con el
cambio climático, pero, ¿cuál es la solución?
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Hay
muchas promesas gubernamentales para resolver este asunto: Japón quiere
reducir al 50% sus emisiones para el 2050, la Unión Europea (UE) al 20%
para el 2020, incluso, Noruega apuesta por disminuirlas a cero para el
2030.
No obstante, estas iniciativas aún no se
llevan a la práctica, eso explica que entre los años 1990 y 2003 las
emisiones en España se incrementaran en un 41,7%, tal como dice el
secretario confederal de Medio Ambiente de Comisiones Obreras, Joaquín
Nieto. Es más, en el programa electoral de 2008 del partido de Los
Verdes advierten que "España es el primer país de la UE en el ranking
de contaminación atmosférica, con 35 puntos por encima de los
compromisos de Kioto". Asimismo, el Panel Intergubernamental sobre el
Cambio Climático denuncia que las emisiones continúan creciendo y de
forma acelerada un 3% entre 2000 y 2004, más de lo que esperaba la ONU.
Ante esta coyuntura España busca cazadores de CO
2
, es decir, nuevos sistemas para disminuir las emisiones
contaminantes. Existen múltiples propuestas para hacer frente a este
problema, una de ellas, y la que despierta mejor acogida entre los
ciudadanos, es la reducción de las emisiones de CO
2
mediante la utilización de energías limpias.
Atendiendo
a los datos ofrecidos por Red Eléctrica de España, la producción de
energía eléctrica de procedencia renovable a nivel peninsular, fue en
el año 2006 del 21,2%, cifra que, aseguran, va aumentando poco a poco
anualmente. Sobre todo en España, la energía eólica y solar aparecen
como las dos grandes apuestas para adecuarnos a las exigencias del
Protocolo de Kioto.
Sin embargo, estas
afirmaciones contrastan con los últimos informes de Endesa, que ponen
de manifiesto las limitaciones actuales de las energías no
contaminantes. La eléctrica española sostiene que estas fuentes
alternativas dependen mucho de las condiciones climatológicas -las
hidráulicas están sujetas a la disponibilidad de agua y las solares de
las horas de insolación- asimismo, muestra que los costes son aún
sensiblemente superiores a las energías convencionales, algo que el
consumidor acaba notando en sus facturas de la luz.
Por
todo ello, se plantean otros planes de acción, como las centrales
nucleares. Este punto provoca bastante controversia, según las
encuestas elaboradas por la Comisión Europea, España es uno de los
países de la UE que presenta un mayor rechazo al uso de la energía
nuclear. Esto se debe a la dificultad para gestionar los peligrosos
residuos, y sobre todo, al gran impacto que causó entre la ciudadanía
el lamentable desastre de la central ucraniana de Chernóbil.
A
pesar de ello, países como Estados Unidos, China y Finlandia están
apostando de nuevo por esta energía para reducir la contaminación
atmosférica.
José Luis Delgado, coordinador de
proyectos para Andalucía de Endesa Generación, también señala esta
posibilidad, teniendo en cuenta los buenos resultados que está
obteniendo Francia donde "el 78% de la energía eléctrica es de origen
nuclear". Asegura que el país galo ha reducido la dependencia
energética del exterior, hay menos aporte del sector eléctrico al
efecto invernadero y cuenta con uno de los precios de la electricidad
más competitivos de Europa.
De este modo, Delgado
comenta que "hasta que las energías renovables no sean más competitivas
y gestionables, no queda más remedio que incrementar la participación
de energía de procedencia nuclear".
No obstante,
hay muchas reticencias ante esta alternativa, por eso se estudian otras
vías como la captura y almacenamiento del dióxido de carbono bajo el
lecho marino. El proceso consiste en licuar dicho gas, capturándolo
antes de que salga expulsado, y comprimiéndolo hasta que se convierta
en líquido. Después, se utiliza un oleoducto para su transporte y
posterior almacenamiento en cavidades subterráneas resultantes de
yacimientos de gas o petróleo agotados.
Además,
los informes del Ministerio de Energía británico indican que supone un
ahorro de la emisión a la atmósfera de medio millón de toneladas de CO
2
al año. Sin embargo, José Carlos Puentes, responsable del área de
energía y cambio climático de Amigos de la Tierra, advierte que si
hubiera un deslizamiento de las placas continentales, el CO
2
almacenado podría liberarse y ese escape sería letal. "Es una
tecnología inmadura, arriesgada y cara", recalca Puentes.
Continuando
con esa idea, otra iniciativa a destacar es la propuesta por Manuel
Enrique Figueroa, catedrático de Biología de la Universidad de Sevilla,
él propone extraer el dióxido de carbono de la atmósfera mediante
sumideros naturales, es decir, a través de la reforestación de árboles.
En su obra,
Los sumideros naturales de CO2,
demuestra cómo "una melia contrarresta diariamente el dióxido de
carbono emitido por 1093 coches y un naranjo 792". Su investigación
confirma que los árboles son los mejores cazadores de CO
2.
Además, esta opción tiene la ventaja de ser mucho más baratas y cuenta
con el respaldo de los ecologistas.
En definitiva,
reducir el dióxido de carbono es un reto posible, las soluciones ya
están planteadas, sólo requieren de una colaboración que afecte a todos
los niveles: social, económico, político... De hecho, los expertos
señalan que la lucha ciudadana es la pieza clave para mejorar la
situación medioambiental, ya que la presión de la sociedad civil puede
activar políticas más eficaces.
Fuente: Huelva Información
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de otras fuentes, las cuales son siempre citadas. Así mismo, su
publicación no pretende reflejar la postura u opinión de Troposfera.org
sobre el tema tratado. Publicidad
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