El día después del anuncio hecho por el Concello de ubicar la nueva depuradora del municipio en Reza, inmediatamente aguas abajo de la actual, se vive con desilusión e indignación entre los vecinos de esta parroquia de la capital.
Noticias Troposfera.org
27/07/2008
Dicen sentirse engañados y no entienden cómo la nueva depuradora no vulnera
la legalidad si sigue sin respetar los dos kilómetros de distancia pertinentes
de las viviendas: «As cousas van de mal en peor», dice uno de los vecinos.
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Y es que en un día de temperaturas frescas, el olor de la planta ya es
perfectamente perceptible a primera hora de la mañana. Aunque en un principio
es soportable, al cabo de un rato provoca malestar.
Uno de los vecinos afirma que «cuando hay alguna historia con la depuradora
el olor es como el de hoy, más suave de lo normal, porque le deben echar más
químicos al agua» y explica que son muchos los que creen que Medio Ambiente
debiera hacer un estudio de las condiciones de la zona, para evaluar sobre
todo el estado del aire.
Los vecinos aseguran que varias personas padecen problemas respiratorios y
de piel y se quejan de que las autoridades pasan por alto este asunto. Mari
Carmen González, una vecina, explicaba que «se están tapando años de
enfermedades, lo mismo que se tapó el vertido de gasoil, que lo vimos todos
aquí e incluso algunos políticos también lo vieron, pero prefieren taparlo».
Con un panorama tan desalentador, y convencidos de que las autoridades los
seguirán ninguneando, manifiestan su voluntad de seguir protestando con
movilizaciones y también con medidas legales hasta donde puedan ejercerlas.
Por lo pronto, las casa de Reza lucen crespones negros en sus balcones y
consignas. Algunas, como esta, no dejan lugar a dudas: «Seguimos luchando».
«Los médicos me dicen que no saben lo que puede
haber en el ambiente pero que debo irme de aquí»
Atucha Rodríguez tiene 68 años y un amplio historial de dolencias que
arrastra desde hace más de un década y que los médicos que la tratan
relacionan con el hecho de vivir pegada a la depuradora. Cuando menos esa es
la explicación que ella trasladaba ayer.
Porque de entre todos los vecinos, ella es la que peor lo vive, ya que su
casa es la más cercana a la planta de tratamiento de aguas residuales: «Los
médicos me dicen que no saben lo que puede haber en el ambiente, pero me dicen
que, sea lo que sea, la causa de todo es eso».
Y ese «todo» que ella engloba se traduce en problemas de respiración y
serios daños en el esófago, además de problemas de ansiedad y depresión.
En días como el de ayer, en los que el olor es perceptible aunque no todo
lo fuerte que es habitualmente, lo lleva bien, en comparación con lo mal que
está casi todos los días: «Cuando hace calor o cuando el olor es fuerte me
siento muy mal. Me hace tantísimo daño que hay veces que incluso no puedo ni
hablar, me entra la ansiedad y estoy con depresión».
De hecho, su voz es temblorosa y los esfuerzos que hace para mantener la
conversación son notables: «Los médicos no saben cuál es la causa, pero dicen
que está aquí y yo creo que Medio Ambiente debiera venir y analizar el aire
que estamos respirando».
Los médicos le han recomendado que salga de Reza, pero las circunstancias
familiares impiden tomar del todo una decisión tan radical. Atucha, siempre
que puede, pasa algunos días fuera de Ourense, pero a la vuelta se desata de
nuevo el problema de siempre: «Es llegar y ponerme otra vez mal». Además, está
preocupada por su nieta de siete años. La niña apenas puede estar fuera de
casa a causa del intenso mal olor: «Mi nieta está a menudo conmigo y ni
siquiera la puedo dejar jugar en el jardín».
El caso de Atucha es el más grave de los problemas de salud que padecen los
vecinos de la zona. Según comentan los vecinos, los casos de depresión,
problemas respiratorios o cuestiones relacionadas con patologías de la piel se
dan entre varias personas que viven en la parroquia y que todos los días
sufren el ambiente insalubre generado por la depuradora.
Aunque no haya ningún análisis que certifique la relación causa efecto
entre la presencia de la depuradora y sus problemas de salud, está claro que
las sospechas ya nadie se las quita de la cabeza.
Fuente:
La Voz de Galicia
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