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Millones de británicos se han visto sorprendidos este fin de semana por un extraño olor, tan desagradable como difícil de definir y procedente, según la portavoz del servicio meteorológico Met Office, del continente europeo.
20/04/2008
Algunos ciudadanos hablan de un olor a pocilga, otros creen percibir un olor a estiércol, a aguas fétidas o a algas podridas y hay quienes lo atribuyen a la acción industrial.
Al igual que hay un viejo dicho portugués según el cual de España no puede venir "ni buen viento ni buen casamiento", muchos ingleses han visto confirmada de pronto su idea de que de más allá del canal de la Mancha no puede tampoco venirles nada bueno.
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Desde los tabloides sensacionalistas hasta la seria BBC, en su principal noticiero, se han ocupado del extraño fenómeno, haciendo cábalas sobre cuál era el origen de la pestilencia que invadía todo el sureste de Inglaterra, incluida la capital, Londres.
No se salva ni Isabel II
En este país que parece no haber olvidado a Hitler, muchos sospechan que algo tan desagradable solo podía venir del viejo país enemigo, Alemania, y en concreto de sus granjas de cerdos. Los británicos, tan poco dados al aprendizaje de idiomas extranjeros, de repente han aprendido por su prensa una palabra nueva, gestank, que es como llaman los alemanes al mal olor.
Una ONG llamada Water Aid, dedicada a velar por el agua, ha asegurado que Londres no había apestado tanto desde 1858, cuando se extendió por toda la ciudad un olor espantoso procedente de las aguas de albañal.
El hedor no parece haber respetado a la monarquía y un portavoz de la oficina turística de Windsor, tras declarar que el olor resultaba insoportable, ha expresado su esperanza de que Isabel II, vecina de la localidad, haya ordenado cerrar las ventanas de su castillo.
Estiércol holandés
El sindicato británico de agricultores ha aventurado que el olor puede deberse a que sus colegas holandeses hayan esparcido estiércol masivamente tras la prohibición de hacerlo en invierno. "Es lo que ocurre cuando se obliga a los agricultores a utilizar de una vez todo su estiércol en lugar de hacerlo de manera dosificada durante todo el invierno", ha dicho el portavoz del sindicato, Anthony Gibson.
La Oficina Meteorológica británica finalmente ha dado una explicación científica: el olor, tan misterioso como desagradable, es pura y simple contaminación, algo que soportan todos los días millones de ciudadanos de norte-europeos: fábricas de chocolate belgas, granjas de cerdos de Bélgica, Holanda y el norte de Alemania, factorías de automóviles y de motores diesel... todo lo que contribuye a ensuciar la atmósfera en la Europa industrial.
A los británicos solo les queda esperar que en los próximos días se produzca un cambio de dirección de los vientos para que vuelvan a soplar los mucho más limpios del Atlántico, a los que están acostumbrados.
Fuente: El Periódico
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Troposfera.org declina cualquier responsabilidad sobre el contenido de la información extraída de otras fuentes, las cuales son siempre citadas. Así mismo, su publicación no pretende reflejar la postura u opinión de Troposfera.org sobre el tema tratado.
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