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may 9, 2019

Gijón: expertos del ISCIII abordaron ayer en una conferencia el impacto en la salud del cambio climático, las temperaturas extremas y la contaminación atmosférica


La Federación de Asociaciones de Vecinos y Ecoloxistes n'Aición d'Asturies organizaron ayer la conferencia 'Impacto en la salud del cambio climático. Temperaturas extremas y contaminación atmosférica', en la que participaron dos expertos del Instituto de Salud Carlos III: Julio Díaz, jefe del Departamento de Epidemiología y Bioestadística de la Escuela Nacional de Sanidad, y Cristina Linares, doctora en Medicina Preventiva y científica titular del mismo centro. Y los datos que aportaron llaman la atención.

Linares explicó que, según un estudio realizado entre 2000 y 2009, la contaminación atmosférica provocó que se agravaran enfermedades que terminaron con la vida de 830 personas al año en Asturias. «Si en la región mueren unas 12.000 personas al año, supone el 6,9%, mientras la media del país es del 3%», apuntó.

Esos datos indican que anualmente 300 muertes son achacables a las partículas PM10, 440 al dióxido de nitrógeno y 90 al ozono. Pero, además, «las partículas ocasionan 68 partos prematuros al año y los tres contaminantes juntos, 44 nacimientos con bajo peso que van a tener unas consecuencias médicas, sociales y sicológicas que pueden seguir a lo largo de su vida adulta».

La contaminación influye incluso en el polen, pues al adherirse a este hace que cambie su forma de manifestarse, siendo «hasta 27 veces mayor la reacción de una persona al polen. Por eso, hay más alérgicos en las ciudades que en las zonas rurales, donde no hay contaminación», explicó Linares.

La doctora apuntó que «una persona respira unos 12.000 litros de aire al día. En las ciudades hay contaminación procedente del tráfico, pero en Gijón también están las industrias y las calefacciones», y la identificó como la causa que más reduce los años de vida de las personas, cifrándolo en 1,8 años, superando a los 1,6 del tabaco, los once meses del alcohol y las drogas o los siete meses de la inseguridad del agua.

«Agrava patologías»

Pero también hay que tener cuidado con las olas de calor y de frío. De ellas habló Julio Díaz, quien relató las investigaciones realizadas a raíz de la ola de calor de 2003 para saber a partir de qué temperatura se considera un peligro para las personas de riesgo. Se tuvo que hacer para todas las provincias y su conclusión fue que a partir de 30 grados cada subida de un grado de temperatura máxima en Asturias incrementa el riesgo de mortalidad un 11,5%. Según los datos que aportó, la mortalidad en la región atribuible a las olas de calor es de 333 personas al año, mientras por olas de frío la cifra sube hasta las 381. Eso sí, advirtió que se debe «al agravamiento de patologías».

También llamó la atención sobre el hecho de que entre 1986 y 1997 la mayor incidencia del calor en las muertes de los españoles era entre los mayores de 75 años, pero entre 2001 y 2009 cambió al tramo de 18 a 44 años, es decir, «los deportistas y los trabajadores».

Los números son claros y Julio Díaz advierte de que «mata más el frío que el calor. Tenemos un plan de prevención contra el calor pero no contra el frío». Por eso, reclama de las autoridades sanitarias que se ponga en marcha con urgencia.

La contaminación acorta la vida en casi dos años

La exposición a la contaminación ambiental, que nos afecta desde antes de nacer, es el factor que quita más años de vida. "Son casi dos años de vida por persona", explicó ayer la científica del Instituto de Salud Carlos III Cristina Linares, en la charla que ofreció en Gijón junto a Julio Díaz, jefe del departamento de epidemiología y estadística del Plan Nacional de Sanidad de ese instituto. La charla, organizada por la Plataforma Contra la Contaminación de Gijón, tuvo lugar en la Antigua Escuela de Comercio.

Linares ofreció repasó las conclusiones de los diversos estudios científicos sobre la relación entre contaminación y salud, en una disertación en la que comenzó apuntando que "nosotros no somos los alarmistas; los datos son los alarmantes".

Así, la reducción media de vida por persona de la contaminación es de 1,8 años, frente a los 1,6 años del tabaco o los 11 meses del consumo de alcohol. Es una estadística peor incluso que la relativa a la seguridad vial, al SIDA, a la malaria o a la tuberculosis. Una de las explicaciones de ese resultado es que la contaminación afecta a toda la población en mayor o menor grado.

Se trata de una afección que se está incrementando como consecuencia del cambio climático. Esta científica, que lleva 20 años trabajando en investigaciones sobre los efectos de la contaminación en la salud de las personas, indicó que el cambio climático es un hecho y que está agravando los efectos de la polución, dado que los episodios de estancamiento atmosférico son más frecuentes y dificultan la dispersión de los contaminantes, por lo que la población está más expuesta a los mismos.

Los estudios científicos ponen en correlación directa los niveles de contaminación del aire con el aumento de la mortandad. En ese sentido, Cristina Linares indicó que no hay ningún umbral mínimo por debajo del cual sea inocua la contaminación y cuestionó que los niveles de polución que permite la UE dupliquen en muchos contaminantes los recomendados por la Organización Mundial de la Salud.

También dio más datos. La contaminación provoca al año 830 muertes prematuras en Asturias, la mayoría por enfermedades circulatorias. Se trata del 7% de todas las muertes que se producen al año en Asturias y que este es un porcentaje que duplica ampliamente la media nacional, que está en el 3%. Apuntó que además de la contaminación por el tráfico rodado, en el Principado también influye la contaminación de origen industrial.

De esas 830 muertes prematuras al año, 300 están relacionadas con las PM 10, 440 con el dióxido de nitrógeno y 90 con el ozono troposférico. También es la causa de 68 partos prematuros al año y del nacimiento de 44 bebés con poco peso.

La científica relató el rosario de dolencias y enfermedades que se ha demostrado que aumentan y se agravan con la contaminación, desde las enfermedades respiratorias y cardiovasculares, hasta la diabetes, la obesidad, el deficiente desarrollo cognitivo en niños, la ansiedad y la depresión, la exacerbación de alergias, partos prematuros y con bajo peso, enfermedades neurodegenerativas y diversos tipos de cáncer. Entre ellos el de pulmón, que está asociado a la exposición a partículas contaminantes inferiores a 2,5 micras (PM 2,5). La contaminación por partículas precisamente es el principal problema de la calidad del aire en Asturias, en especial por PM 10.

Los efectos del cambio climático en la salud no sólo se deben a la mayor exposición a la contaminación atmosférica. Algunas enfermedades tropicales, como el dengue, ya son endémicas en el levante español y en Badajoz, explicó Julio Díaz. Se trata de enfermedades transmitidas por mosquitos que antes no podían vivir en España al ser menores las temperaturas. Este científico del Carlos III también apuntó que el incremento de la temperatura provocado por el cambio climático es el responsable de 1.300 muertes al año en España por olas de calor.

"Tenemos que tomar medidas y adaptarnos a un ritmo de 0,8 grados por década", señaló Díaz, para explicar que si no se toman medidas se pasará a 12.000 muertes al año en España. A partir de los 36 grados centígrados, comienza a haber casos de fallecimiento por calor.

Preguntas y respuestas

Julio Díaz Jiménez, que lleva varias décadas estudiando los efectos de la contaminación atmosférica en la salud de las personas, es jefe del departamento de Epidemiología y Bioestadística de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III, de la que Cristina Linares Gil es científica titular. Díaz Jiménez es experto en el impacto que las olas de calor y de frío tienen sobre la morbimortalidad, mientras que Linares Gil es una de las científicas seleccionadas para elaborar el próximo informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Invitados por la Federación de Asociaciones de Vecinos de Gijón y por Ecoloxistes n’Aición d’Asturies, ambos ofrecieron ayer en Gijón una charla sobre cómo está incidiendo el cambio climático en la salud humana, sobre todo sus olas de calor y de frío, y «cómo está propiciando que los efectos de la contaminación atmosférica sean cada vez más intensos y peores».

-¿Cuáles son los efectos de la contaminación atmosférica en la salud de las personas?

-Julio Díaz Jiménez: Normalmente, lo que suele aparecer en los medios de comunicación es la mortalidad que está asociada a la contaminación atmosférica y ahí estamos hablando de un número muy importante: en toda España son 10.000 muertes al año por contaminación atmosférica. El 3% de la mortalidad que se produce en España sería atribuible a la contaminación atmosférica. Pero esas muertes representan la cúspide de una pirámide...

-¿Qué habría por debajo de ella?

-J.D.J.: Muchísimas más patologías que afectan a muchísimas personas. Se mueren muy pocos, 10.000, pero sin embargo, según vas bajando, se va ampliando la base de la pirámide y, en ella, cada vez son muchos más los afectados. Y hay enfermedades gravísimas relacionadas con contaminación atmosférica. La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha relacionado la contaminación atmosférica por partículas PM2,5 con cáncer de pulmón, pero es que además ahora otro tipo de estudios están asociando el cáncer de mama con NO2 (dióxido de nitrógeno), cuyo principal foco en una atmósfera urbana son los vehículos. Y, por debajo de esas patologías tan graves, hay enfermedades degenerativas con estudios que están relacionando la contaminación atmosférica, por ejemplo, con Parkinson y fundamentalmente con Alzheimer. Más abajo de la pirámide, hay otro tipo de enfermedades también muy graves como las cardiovasculares y las respiratorias. La contaminación atmosférica además está relacionada con ansiedad, con depresión, con obesidad, con diabetes y con enfermedades más banales pero que sufrimos muchísimas personas como, por ejemplo, el agravamiento de casos de asma. Y ya no solo agravamiento sino que hace un mes se ha visto que la contaminación atmosférica está en el origen del asma.

-Cristina Linares Gil: Se ha visto de hecho que puede facilitar el desarrollo de nuevos casos.

-Esos nuevos casos se están dando en niños, que es una de las poblaciones vulnerables frente a la contaminación atmosférica junto con las personas mayores.

-C.L.G.: Nosotros hemos visto también cómo la contaminación atmosférica influye en las variables adversas al nacimiento como son los partos prematuros (que un niño nazca antes de las 37 semanas de gestación) o el bajo peso al nacer (que nazca con menos de 2,500 kilogramos). Esto es importante porque un niño que nace ya con una merma puede acarrear a lo largo de toda su vida una serie de discapacidades que pueden ser atribuidas a la contaminación atmosférica pudiendo ser evitables. Un niño con bajo peso y prematuro requiere de unos cuidados y una atención médica que no requiere un niño que nazca en peso o en tiempo de gestación. Y eso es tan importante como que los niños son una población especialmente vulnerable a los efectos de la contaminación atmosférica. ¿Por qué? Por muchas razones: están más expuestos a los contaminantes pesados del aire que son los más nocivos, tienen peores vías para detoxificar sustancias contaminantes y también su frecuencia respiratoria es mayor, por lo tanto, inhalan más contaminantes por kilogramo de masa corporal. Todo esto tiene una importancia tremenda en el desarrollo de alergias, asma, un montón de síntomas respiratorios e incluso dermatitis atópica.

-En Asturias, a la contaminación del tráfico se suma la industrial…

J.D.J.: En Asturias hay un patrón muy claro en el que las PM10, las partículas de diámetro inferior a 10 micras, se relacionan de forma muy clara con variables como mortalidad, bajo peso al nacer, partos prematuros o enfermedades respiratorias en concreto. Estas variables siempre son PM10 y, aunque también en mortalidad hay asociación con NO2, cuyo origen sería el tráfico, siempre se ve un patrón que está más relacionado a las PM10, que tienen un origen o bien natural por el aporte de incendios, viento del Sahara o aerosoles marinos, pero también de carácter antrópico (humano). En Asturias, por su tipo de industria, al buscar la asociación con la mortalidad, se pone de manifiesto lo que ya se sabe: el principal problema que hay son las partículas PM10.

[La contaminación atmosférica, según un estudio realizado entre 2000 y 2009, causa la muerte prematura de 830 personas al año en Asturias, casi un 7% del total de fallecimientos de la región]

-¿Consideran que la ciudadanía está concienciada con los graves efectos que tiene en su salud la contaminación atmosférica?

-C.L.G.: Afortunadamente creo que está habiendo un cambio de conciencia y un cambio de magnitud en la importancia. Al menos los científicos intentamos divulgar todo lo que podemos sus efectos y quizá lo que hace falta sea un poco de atención, o de caso, por parte de las administraciones locales. Que tomen conciencia de que no solo se deben dar los avisos en situaciones de alerta, cuando se superan los umbrales que marca la legislación, sino que no existe el riesgo cero. A un aumento de contaminación, hay un aumento en problemas de salud. Y eso es lo que falta por hacer ver a la ciudadanía: que el nivel de riesgo cero no existe y que no se pueden tomar medidas solamente frente a situaciones episódicas.

-J. D. J.: Al proteger la salud, las medidas no pueden ser puntuales. Tienen que ser medidas de carácter estructural. No puedes restringir el tráfico porque un día se vayan a superar los valores que establece la legislación y, en los cinco días anteriores, no hayas tomado ninguna medida porque estaba dos microgramos por debajo de lo que marca la ley. Si estás protegiendo la salud, las medidas tienen que ser estructurales y hay que bajar los valores medios, ya que son los que se asocian con la mortalidad o con las enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Las administraciones tienen que adoptar medidas estructurales, no coyunturales para cumplir la ley.

-¿Y ante el cambio climático? ¿Consideran que existe suficiente conciencia sobre su gravedad o, por el contrario, se sigue viendo como algo lejano en tiempo y espacio? Y si se considera lejano, ¿a qué se debe?

-C. L.G.: También se está consiguiendo que la gente sea consciente del cambio climático, aunque sí es verdad que se sigue viendo como un problema lejano y a lo mejor más relacionado con la biodiversidad y no tanto con la salud humana, pero sí creo que están cambiando las cosas.

-J. D.J.: A veces los medios de comunicación en general, intentando hacer las cosas bien, no las hacen. No se puede hablar del cambio climático como un riesgo, el cambio climático es un hecho. En los estudios que hemos realizado estamos viendo que, en España, ya se producen 1.400 muertes al año por calor y 1.100 por frío. Ya. Por lo tanto, no es que vaya a venir el cambio climático, ya está aquí. Ya está produciendo sequías que se están relacionando con mortalidad. Estamos haciendo estudios en Galicia, que estamos extendiendo a toda España, en los que se ve la asociación de la mortalidad por causas respiratorias y cardiovasculares y la sequía. Tenemos que quitarnos la idea de que es algo que va a venir. Los desplazados por el clima ya son una realidad. Ya hay dos millones de desplazados por el clima cada año y ya hay más desplazados por el clima que por las guerras. El cambio climático no es un problema que vaya a venir, es un problema del que hay que tomar conciencia porque cuando se toma conciencia las cosas funcionan.

-¿A qué se refiere?

-J.D.J.: Un ejemplo en el caso del calor: desde 1983 hasta el 2003, por cada grado en que se superase la temperatura de definición de ola de calor, que varía de una ciudad a otra, aumentaba la mortalidad un 15% por cada grado. Sin embargo, desde el 2003 al 2013, ese 15% de mortalidad se ha reducido a un 2%. ¿Por qué? Por medidas que van desde los planes de prevención hasta las de carácter sanitario, educativo, económico o urbanístico. Lo que se conoce como la cultura del calor, que ha conseguido que la gente sepa que el calor mata. ¿Y cómo lo hemos aprendido? Con la ola de calor del 2003 que, en 15 días, dejó en España un exceso de 6.600 muertes. Se murieron 6.600 personas más de las que debían en poco más de 15 días y eso nos sirvió para articular planes de prevención y ponernos las pilas. Y si te pones las pilas las cosas funcionan.

-En ese sentido, el IPCC publicaba recientemente un informe especial ipara insistir en que esta década va a ser fundamental para limitar el aumento de la temperatura global a un máximo de 1,5 grados centígrados y no llegar a un punto de no retorno…

-C.L.G.: …que estamos a punto de sobrepasar.

-Sin que se estén adoptando medidas drásticas…

-C.L.G.: Hay un periodo de adaptación social en la parte biológica, pero no deja de ser un problema…

J. D.J.: No es que intentemos quitar dramatismo a un tema que lo tiene, pero lo que tampoco queremos es ser pesimistas. Nosotros no somos alarmistas, los datos son alarmantes. Son cosas totalmente diferentes. Sabemos que si no nos adaptamos al calor, y si la gente se sigue muriendo a las mismas temperaturas que ahora, la mortalidad asociada al calor se multiplicaría casi por 10. Y pasaríamos de esas 1.400 muertes al año a 14.000. Nos tenemos que adaptar a un ritmo que está en torno a los 0,7 o 0,8 grados de incremento por década. ¿Eso es mucho? Los japoneses se han adaptado a un incremento de 1,2 grados por década. Los suecos, a un ritmo de 0,9 por década. Nosotros estamos entre 0,7 y 0,8 grados. así que Se puede hacer.

-¿Cómo?

-J.D.J.: Con mejores infraestructuras, mejores planes de prevención, con mejor asistencia sanitaria… Se puede conseguir porque los japoneses lo han hecho y los suecos también.

C.L.G.: No obstante, es un problema que no se le otorgue la suficiente importancia a capacitar al sistema sanitario para hacer frente a todos los riesgos que conlleva el cambio climático. Ya no solo son las olas de calor y de frío, es la aparición de enfermedades producidas por vectores que ya están en el Mediterráneo. Ya hay casos de enfermedades normalmente tropicales transmitidas por mosquitos como malaria, zika, chikunguña, etcétera… que ya se están reportando casos cada verano. Todo eso sumado al aumento de mortalidad y morbilidad por contaminación atmosférica, por nuevos alérgenos, por inseguridad alimentaria que también conlleva el aumento de temperaturas, lo mismo que con el tema del agua, provoca que se genere una gran presión sobre los sistemas sanitarios. Y sin ser alarmista, aún nos falta potenciar y, en cierto modo, prepararnos administrativamente para todo esto. Lo que está claro es que no hay marcha atrás y quien piense que esto se puede revertir, que sepa que no. El mecanismo de acción ya está dado y el sistema lleva una inercia que no se puede parar. Por ello, lo que podemos hacer es adaptarnos e intentar no empeorar las cosas. Las acciones deben ir encaminadas en ese sentido.

J.D.J.: Además, lo que no tiene mucho sentido es que, por ejemplo, todos los informes de la ONU o de la OMS acaben diciendo que todavía estamos a tiempo. Ayer leí que António Guterres (secretario general de la ONU) había dicho que todavía estamos a tiempo de revertir el cambio climático. ¡El cambio climático es irreversible! Aunque ahora mismo dejásemos de emitir CO2, las concentraciones no iban a bajar hasta dentro de miles de años, los casquetes polares se iban a seguir derritiendo y la temperatura va a seguir subiendo. Como dice Cristina, podemos conseguir que nos quedemos en un aumento de dos grados o nos vayamos a seis, pero la temperatura va a subir. Eso es impepinable. Y para eso está la mitigación: hay que emitir menos. Y sino emitimos menos, lo que habrá que hacer es adaptarnos porque se ve que cuando uno se adapta las cosas funcionan. El mismo estudio que hemos hecho para las olas de calor se ha hecho para las olas de frío y se ha visto que, si en el calor se bajaba de un 15% de mortalidad a un 2% por grado, en el caso del frío incluso ha subido. No ha bajado la mortalidad. Bien, hay que tener en cuenta que los mecanismos son totalmente diferentes: en el frío hay problemas a nivel de enfermedades víricas, es otro tipo de problema, pero está claro que cuando hay un proceso de adaptación y una concienciación ciudadana las cosas funcionan. Hay plan de prevención contra el calor y, sin embargo, no lo hay contra el frío. ¿Por qué? Pues no se sabe…

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