Unos lo consideran la solución más viable para avanzar en la reducción de gases de efecto invernadero, mientras que otros creen que se trata de un intento de esconder el problema. Los proyectos para almacenar en el subsuelo el dióxido de carbono que generan las grandes instalaciones de combustión no dejan indiferente a nadie, ya sea para bien o para mal.

04/10/2005

El Ministerio de Medio Ambiente se aferra al último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) para defender el "relevante papel" que puede jugar el secuestro del CO2 en la estrategia de lucha contra la contaminación. Mientras, los ecologistas asturianos critican un planteamiento que, a su juicio, sólo sirve para "barrer bajo la alfombra" y no pone trabas al continuo crecimiento de las emisiones.

Así las cosas, las posturas sobre la mejor fórmula de hacer frente al cambio climático son completamente divergentes. El Gobierno parece un firme defensor de los proyectos de captura y almacenamiento de dióxido de carbono y alaba su "alto potencial", aunque matiza que aún es necesario resolver algunos "obstáculos claves". Pero los informes que maneja el departamento de Cristina Narbona ofrecen una valoración positiva de este sistema, tanto en relación a su coste económico como a sus riesgos potenciales para la salud y el medio ambiente.

Los datos de que dispone Medio Ambiente son esperanzadores. El almacenamiento de CO2 en formaciones geológicas podría suponer hasta el 55% del total de la reducción requerida hasta el año 2100 para estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera. A la luz de esta valoración, el Ejecutivo de Zapatero se compromete a trabajar en esta línea mediante la financiación de proyectos de I+D orientados a conocer mejor esta opción. En cuanto a una segunda posibilidad, la de secuestrar el dióxido en fondos oceánicos, el Ejecutivo se remite al análisis del IPCC para advertir de que "aún no se dispone de indicios de seguridad suficientes".

FALTA DE GARANTIAS

Pero la posibilidad de licuar el CO2 y almacenarlo en formaciones geológicas u oceánicas, un campo en el que los investigadores asturianos del Instituto Nacional del Carbón son pioneros, no contenta a todos. Los responsables de Ecologistas en Acción de Asturias son especialmente críticos con una iniciativa que "sólo trata de esconder el problema de la reducción de gases de efecto invernadero, sin garantía alguna de resolverlo".

Los verdes estiman que cualquier solución que no pase por una reducción en la emisión de gases "no parece en absoluto adecuada" y únicamente llevaría a generar "una hipoteca ambiental más para las generaciones futuras". La intención de las administraciones de presentar esta tecnología como si fuera de uso común y llevase a solucionar de inmediato todos los problemas es, desde su punto de vista, improcedente.

ALTO COSTE

Y si Medio Ambiente maneja datos propios, los ecologistas también tienen los suyos. Y las cifras indican que el coste estimado del secuestro se mueve entre los 100 y los 300 dólares por tonelada de emisiones de carbono evitadas. A este alto precio se añadiría, según su análisis, el fuerte consumo energético que requeriría el proceso y que multiplicaría las emisiones de CO2.

  Fuente: La Voz de Asturias

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