En total, hasta cuatro mil personas podrían morir a causa de la radiación a la
que se vieron expuestas a raíz del accidente ocurrido en la central nuclear de
Chernóbil hace casi 20 años, según las conclusiones a que ha llegado un equipo
internacional integrado por más de 100 científicos.
A mediados del año 2005, sin embargo, no llegan a 50 las defunciones
atribuidas directamente a la radiación liberada por el desastre; casi todas
esas muertes fueron de trabajadores de servicios de emergencia que sufrieron
una exposición intensa y fallecieron a los pocos meses del accidente, pero
otras se produjeron más tarde, algunas incluso en 2004.
Las nuevas cifras se presentan en un informe que marca un hito histórico,
titulado “Chernobyl’s Legacy: Health, Environmental and Socio-Economic Impacts”
(La herencia de Chernóbil: repercusiones sanitarias, ambientales y
socioeconómicas), que acaba de publicar el Foro de las Naciones Unidas sobre
Chernóbil. En el informe, que resume un documento de 600 páginas publicado en
tres volúmenes y recoge el trabajo de centenares de científicos, economistas y
expertos del sector de la salud, se evalúan los efectos producidos en 20 años
por el mayor accidente nuclear de la historia. El Foro está integrado por ocho
organismos especializados de las Naciones Unidas, a saber, el Organismo
Internacional de Energía Atómica (OIEA), la Organización Mundial de la Salud
(OMS), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación
(FAO), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la
Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCAH-NU),
el Comité Científico de las Naciones Unidas para el Estudio de los Efectos de
las Radiaciones Atómicas (UNSCEAR) y el Banco Mundial, así como por los
Gobiernos de Belarús, Rusia y Ucrania.
“Esta recopilación de las investigaciones más recientes puede ayudar a
responder a las preguntas pendientes sobre cuántas muertes, enfermedades y
consecuencias económicas realmente produjo el accidente de Chernóbil”, explica
el Dr. Burton Bennett, presidente el Foro sobre Chernóbil y autoridad en
materia de efectos de las radiaciones. “Los Gobiernos de los tres países más
afectados se han dado cuenta de que deben encontrar una manera clara de
avanzar, y de que para ello necesitan un firme consenso acerca de las
consecuencias ambientales, sanitarias y económicas, así como buenos consejos y
apoyo de la comunidad internacional.”
“Fue un accidente muy grave, con importantes consecuencias para la salud,
especialmente para los miles de trabajadores que estuvieron expuestos en los
primeros días a dosis muy altas de radiación, y los otros miles de personas
que contrajeron un cáncer de tiroides. En general, sin embargo, no hemos
encontrado efectos negativos profundos en la salud del resto de la población
de las zonas circundantes, ni tampoco una contaminación generalizada que siga
suponiendo una amenaza sustancial para la vida humana, salvo en algunas zonas
excepcionales y restringidas”, añade el Dr. Bennett.
El informe del Foro se propone ayudar a los países afectados a entender la
verdadera escala de las consecuencias del accidente, y formula también
sugerencias sobre las formas en que los Gobiernos de Belarús, Ucrania y Rusia
podrían abordar los principales problemas económicos y sociales. Los miembros
del Foro, incluidos representantes de los tres Gobiernos, se reunirán en Viena
los días 6 y 7 de septiembre en un encuentro sin precedentes de los expertos
del mundo en el accidente de Chernóbil, los efectos de la radiación y la
protección radiológica, para examinar esas conclusiones y recomendaciones.
Principales conclusiones del estudio
En el voluminoso informe figuran decenas de conclusiones importantes:
--Aproximadamente 1 000 personas, entre los empleados del reactor que se
encontraban en el emplazamiento y los trabajadores de servicios de emergencia,
sufrieron una exposición intensa a altos niveles de radiación el primer día
del accidente; de los más de 200 000 trabajadores de servicios de emergencia y
de operaciones de recuperación que estuvieron expuestos a la radiación durante
el período 1986-1987, se estima que unos 2 200 morirán por una causa
relacionada con esa exposición.
--Según las estimaciones, cinco millones de personas viven actualmente en
zonas de Belarús, Rusia y Ucrania que están contaminadas con radionucleidos
debido al accidente; unas 100 000 de ellas se encuentran en zonas que en el
pasado fueron clasificadas por las autoridades gubernamentales como “zonas de
control estricto”. Las actuales definiciones de las zonas deben revisarse y
ajustarse a la luz de las nuevas conclusiones.
--La contaminación provocada por el accidente ha causado alrededor de 4 000
casos de cáncer de tiroides, principalmente en personas que eran niños o
adolescentes en el momento del accidente, y al menos nueve niños han muerto de
cáncer de tiroides; con todo, la tasa de supervivencia entre las víctimas del
cáncer, a juzgar por la experiencia en Belarús, ha sido de casi el 99%.
--La mayoría de los trabajadores de servicios de emergencia y de los
habitantes de zonas contaminadas recibieron dosis de irradiación corporal
relativamente bajas, comparables a los niveles de fondo naturales. Por
consiguiente, no se han encontrado pruebas de una disminución de la fecundidad
en la población afectada, ni parece probable que se produzca; tampoco se han
encontrado pruebas de un aumento de las malformaciones congénitas que pueda
atribuirse a la exposición a la radiación.
--La pobreza, las enfermedades asociadas con el “modo de vida” que ahora
proliferan en la antigua Unión Soviética y los problemas de salud mental
representan para las comunidades locales una amenaza mucho mayor que la
exposición a la radiación.
--El traslado a otras zonas fue una “experiencia profundamente traumática”
para las 350 000 personas que fueron sacadas de las zonas afectadas. Aunque
116 000 fueron evacuadas de la parte más gravemente afectada inmediatamente
después del accidente, los traslados posteriores no sirvieron para reducir
significativamente la exposición a la radiación.
--Los mitos y las ideas equivocadas que aún persisten sobre la amenaza de la
radiación han generado un “fatalismo paralizador” entre los residentes en las
zonas afectadas.
--Los ambiciosos programas de rehabilitación y prestaciones sociales iniciados
por la antigua Unión Soviética y continuados por Belarús, Rusia y Ucrania
deben reformularse para tener en cuenta los cambios en la situación de la
radiación, las deficiencias en la selección de los beneficiarios y la escasez
de fondos.
--Los elementos estructurales del sarcófago construido en torno al reactor
dañado se han deteriorado, con el consiguiente riesgo de hundimiento y
liberación de polvo radiactivo.
--Aún no se ha definido un plan completo para deshacerse, respetando las
normas de seguridad vigentes, de las toneladas de desechos radiactivos de
actividad alta que se encuentran dentro y alrededor del emplazamiento de la
central nuclear de Chernóbil.
Junto con las defunciones y enfermedades causadas por la radiación, el informe
define los efectos de Chernóbil en la salud mental como “el mayor problema de
salud pública creado por el accidente”, y atribuye este perjudicial efecto
psicológico en parte a la falta de información exacta. Estos problemas se
manifiestan en evaluaciones negativas de la propia salud, en la convicción de
tener una esperanza de vida menor, en la falta de iniciativa y en la
dependencia de la asistencia del Estado.
“Dos decenios después del accidente de Chernóbil, los residentes en las zonas
afectadas todavía no cuentan con la información que necesitan para llevar la
vida sana y productiva que podrían llevar”, explica Louisa Vinton,
coordinadora de los asuntos relativos a Chernóbil en el PNUD. “Hemos advertido
a nuestros asociados gubernamentales que deben hacer llegar a la gente
información exacta, no sólo sobre cómo vivir sin peligro en las regiones de
baja contaminación, sino también sobre cómo adoptar modos de vida sanos y
crear nuevos medios de subsistencia.” Sin embargo, como dice el Dr. Michael
Repacholi, responsable del Programa de Radiación de la OMS, “en su conjunto el
mensaje del Foro sobre Chernóbil es tranquilizador”.
El Dr. Repacholi explica que ha habido 4 000 casos de cáncer de tiroides, en
su mayor parte en niños, pero que, salvo nueve que fallecieron, todos los
demás se han recuperado. “Aparte de eso, el equipo de expertos internacionales
no encontró pruebas de un aumento de la incidencia de la leucemia y el cáncer
entre los residentes afectados.”
Los expertos internacionales han estimado que la radiación podría causar en
total hasta 4 000 muertes entre los grupos de población más expuestos en
Chernóbil, es decir, entre los trabajadores de servicios de emergencia que
intervinieron en 1986 y 1987, los evacuados y los residentes en las zonas más
contaminadas. Esta cifra comprende los casos conocidos de defunción por cáncer
y leucemia provocados por la radiación y una previsión estadística basada en
estimaciones de las dosis de radiación recibidas por esos grupos de población.
Puesto que alrededor de una cuarta parte de las personas mueren por cánceres
espontáneos no causados por la radiación de Chernóbil, el aumento de tan sólo
un 3% aproximadamente provocado por la radiación será difícil de observar. Sin
embargo, en las cohortes más expuestas de los trabajadores de servicios de
emergencia y de operaciones de recuperación ya se ha observado cierto aumento
de algunas formas de cáncer (por ejemplo, de la leucemia) en determinados
períodos de tiempo. Las previsiones se basan en seis decenios de experiencia
científica en los efectos de esas dosis, explica el Dr. Repacholi.
Como conclusión, el Dr. Repacholi añade que “los efectos sanitarios del
accidente podrían haber sido espantosos, pero una evaluación final basada en
las conclusiones validadas del trabajo científico más serio indica que los
efectos en la salud pública no fueron ni con mucho tan graves como se temió en
un principio”.
La estimación de la cifra final de defunciones que se da en el informe es muy
inferior a las especulaciones que se venían haciendo y difundiendo sobre las
decenas de miles de muertes que causaría la exposición a la radiación. Pero la
cifra de 4 000 no difiere mucho de las estimaciones que hicieron en 1986 los
científicos soviéticos, según el Dr. Mikhail Balonov, experto en radiaciones
del Organismo Internacional de Energía Atómica de Viena, que en la época del
accidente trabajaba como científico en la antigua Unión Soviética.
En cuanto a los efectos en el medio ambiente, el informe también es
tranquilizador: las evaluaciones científicas indican que, salvo en la zona
incluida en un radio de 30 km del reactor, que está muy contaminada, y en
algunos lagos cerrados y bosques de acceso restringido, los niveles de
radiación han vuelto a situarse, en su mayor parte, en valores aceptables. “En
la mayoría de las zonas los problemas son de índole económica y psicológica,
no sanitaria o ambiental”, señala el Dr. Balonov, secretario científico del
Foro sobre Chernóbil, que ha participado en la recuperación de Chernóbil desde
que ocurrió el accidente.
Recomendaciones
En las recomendaciones se pide que la labor de asistencia se centre en las
zonas muy contaminadas y que los programas gubernamentales se reformulen para
ayudar a quienes realmente lo necesitan. Los cambios que se recomiendan
apuntan a eliminar los programas que promueven la “dependencia” y la
mentalidad “victimista” y a sustituirlos por iniciativas que creen
oportunidades, respalden el desarrollo local e infundan confianza en el
futuro.
En el sector de la salud, el informe del Foro pide que se siga sometiendo a un
control riguroso a los trabajadores que se han recuperado del síndrome de
irradiación aguda (SIA) y a los otros agentes de servicios de emergencia que
estuvieron muy expuestos a la radiación. También pide que se realicen
controles selectivos de los niños expuestos al yodo radiactivo para detectar
el cáncer de tiroides, y de los trabajadores que realizaron el trabajo de
limpieza y estuvieron expuestos a dosis altas, para detectar otros tipos de
cáncer. Sin embargo, debería evaluarse si los programas de detección
existentes son eficaces en relación con el costo, ya que la incidencia del
cáncer de tiroides espontáneo está aumentando significativamente a medida que
la población estudiada envejece. Además, para mantener una alta calidad, los
registros sobre el cáncer necesitan el apoyo continuo de los gobiernos.
En relación con el medio ambiente, el informe pide una vigilancia a largo
plazo de los radionucleidos de cesio y estroncio para evaluar la exposición
humana y la contaminación de los alimentos y analizar los efectos de las
medidas correctivas y de las contramedidas para reducir la radiación. Debe
informarse mejor al público sobre la persistencia de la contaminación
radiactiva en determinados productos alimenticios y sobre los métodos de
preparación de alimentos que reducen la ingesta de radionucleidos. En algunas
zonas es necesario todavía restringir la recolección de ciertos alimentos
silvestres.
También en lo que respecta a la protección del medio ambiente, el informe
aboga por el establecimiento de un “programa integrado de gestión de desechos
para el sarcófago, el emplazamiento de la central nuclear de Chernóbil y la
zona de exclusión”, a fin de establecer una forma de gestión y una capacidad
sistemáticas para todos los tipos de desecho radiactivo. Según el informe, el
almacenamiento y la eliminación de los desechos deben tratarse de manera
integrada en toda la zona de exclusión.
En las zonas en que la exposición humana no es alta, no se requieren medidas
de reparación, señala el Dr. Balonov. “Si no prevemos que vaya a haber efectos
en la salud o en el medio ambiente, no debemos malgastar recursos y esfuerzos
en las zonas de baja contaminación y, por lo tanto, de baja prioridad”,
explica. “Tenemos que concentrar los esfuerzos y los recursos en los problemas
reales.”
Una recomendación fundamental aborda el hecho de que gran parte de la
población, especialmente en las zonas rurales, aún carece de información
exacta, y subraya la necesidad de encontrar mejores maneras de informar al
público y de subsanar la falta de credibilidad que ha obstaculizado los
esfuerzos anteriores. Según el informe, aunque se dispone de información
exacta desde hace años, esa información no ha llegado a quienes la necesitan,
o bien, cuando ha llegado, la población no ha confiado en ella, no la ha
aceptado y no ha actuado en consecuencia.
Esta recomendación pide que se proporcione información adaptada a los
distintos públicos, tales como los dirigentes comunitarios y los agentes de
salud, y que se adopte al mismo tiempo una estrategia más amplia que promueva
modos de vida sanos y que informe sobre cómo reducir la exposición a la
radiación interna y externa y hacer frente a las principales causas de
enfermedad y mortalidad.
En la esfera socioeconómica, el informe recomienda que se adopte un nuevo
enfoque del desarrollo que ayude “a las personas a asumir el control de su
vida, y a las comunidades, a tomar las riendas de su futuro”. Los Gobiernos,
según el informe, deben racionalizar y reorientar sus programas relativos a
Chernóbil mediante una mejor selección de los beneficiarios de las
prestaciones, la eliminación de las prestaciones innecesarias en las zonas
menos contaminadas, la mejora de la atención primaria de salud, el apoyo a las
técnicas inocuas de producción de alimentos y el estímulo de la inversión y
del desarrollo del sector privado, incluidas las pequeñas y medianas empresas.
Como señala Louisa Vinton, “lo que más se necesita es información exacta sobre
los modos de vida sanos, junto con mejores normas para promover las pequeñas
empresas rurales. El verdadero peligro es la pobreza. Tenemos que adoptar
medidas para dar poderes efectivos a las personas.”
Contactos: Marshall Hoffman, Estados Unidos de América, Oficina: (703)
820-2244, Casa: (703) 533-8482, Celular: (703) 801-8602 Melissa Fleming, OIEA,
Viena, Austria, Oficina: (+43 1) 2600-21275, Celular: (+43 ) 699 165 21275
Las preguntas que esperaban respuesta desde hace años
¿A qué niveles de radiación estuvo expuesta la población como consecuencia del
accidente?
Con excepción del personal del reactor que se encontraba en el emplazamiento y
de los agentes de servicios de emergencia que intervinieron el 26 de abril, la
mayoría de los trabajadores en operaciones de recuperación y de los habitantes
de territorios contaminados recibieron dosis de irradiación corporal
relativamente bajas, comparables a los niveles de radiación de fondo e
inferiores a las dosis medias que reciben los residentes en algunas partes del
mundo en que los niveles de radiación natural de fondo son altos.
En el caso de la mayoría de los cinco millones de personas residentes en zonas
contaminadas, la exposición no excede de los límites de dosis recomendados
para el público en general, pero alrededor de 100 000 residentes todavía
reciben dosis más altas. En esas zonas se siguen aplicando medidas de
reparación y algunas contramedidas agrícolas. La reducción a niveles aún más
bajos será lenta, pero la mayor parte de la exposición causada por el
accidente ya se ha producido.
¿Cuántas personas murieron, y cuántas más morirán probablemente en el futuro a
causa del accidente?
El número total de defunciones ya atribuidas a Chernóbil, más las muertes de
trabajadores de servicios de emergencia y residentes de las zonas más
contaminadas que se producirán en el futuro como consecuencia del accidente,
se estima en 4 000 aproximadamente. Esta cifra comprende los 50 agentes de
servicios de emergencia que sucumbieron al síndrome de irradiación aguda y los
nueve niños que murieron de cáncer de tiroides, así como un total estimado en
3 940 defunciones por cáncer y leucemia provocados por la radiación entre los
200 000 trabajadores de servicios de emergencia que intervinieron en los años
1986 y 1987, los 116 000 evacuados y los 270 000 residentes en las zonas más
contaminadas (un total de aproximadamente 600 000 personas). Estas tres
principales cohortes recibieron dosis más altas de radiación que el resto de
las personas que estuvieron expuestas a la radiación de Chernóbil.
Las 4 000 muertes que indica la estimación se producirían a lo largo de la
vida de las 600 000 personas afectadas. Puesto que alrededor de una cuarta
parte de esas personas morirán por cánceres espontáneos no causados por la
radiación de Chernóbil, el aumento en un 3% aproximadamente provocado por la
radiación será difícil de observar. Sin embargo, en las cohortes más expuestas
de los trabajadores de servicios de emergencia y de operaciones de
recuperación ya se ha registrado cierto aumento de determinados cánceres (por
ejemplo, de la leucemia).
La confusión acerca del impacto real se ha creado porque miles de personas de
las zonas afectadas ya han muerto por causas naturales. Además, la creencia
generalizada de que se acabará teniendo problemas de salud y la tendencia a
atribuir todos esos problemas a la exposición a la radiación han hecho que los
residentes locales piensen que la pérdida de vidas humanas relacionada con
Chernóbil fue mucho mayor de lo que realmente fue.
¿Qué enfermedades se han producido ya o podrían producirse en el futuro?
Los residentes que ingirieron alimentos contaminados con yodo radiactivo en
los días inmediatamente siguientes al accidente recibieron dosis relativamente
altas en la glándula tiroides. Esto ocurrió en particular con los niños que
bebieron leche de vacas que habían comido pasto contaminado. Puesto que el
yodo se concentra en la tiroides, ésta fue una de las principales causas de la
elevada incidencia del cáncer de tiroides en los niños.
Varios estudios recientes arrojan un ligero aumento de la incidencia de la
leucemia entre los trabajadores de los servicios de emergencia, pero no entre
los niños o adultos residentes en zonas contaminadas. Se ha observado un leve
incremento de los cánceres sólidos y posiblemente de las enfermedades del
sistema circulatorio, pero esta observación debe estudiarse más a fondo debido
a la posible influencia de factores tales como el tabaquismo, el consumo de
alcohol, el estrés y los modos de vida poco sanos.
¿Ha habido, o habrá, efectos hereditarios o en la salud reproductiva?
Debido a las dosis relativamente bajas que recibieron los residentes de los
territorios contaminados, no se han encontrado pruebas de una merma de la
fecundidad entre hombres o mujeres, ni parece probable que se produzca.
Además, gracias a que las dosis fueron tan bajas, no hay indicios de ningún
efecto en el número de mortinatos, de embarazos malogrados o de complicaciones
del parto, ni en la salud infantil en general. Un aumento moderado pero
constante de los casos notificados de malformación congénita en las zonas
tanto contaminadas como no contaminadas de Belarús parece estar relacionado
con una mayor notificación, no con la radiación.
¿Produjo el trauma del reasentamiento rápido problemas psicológicos o de salud
mental persistentes?
Se han notificado síntomas de estrés, depresión y ansiedad y síntomas físicos
sin explicación médica, incluso trastornos imaginarios. Por haberse hablado
siempre de “víctimas” y no de “supervivientes" al referirse a la población
afectada, ésta ha tendido a sentirse indefensa, débil y carente de todo
control sobre su futuro. Ello, a su vez, ha dado lugar a comportamientos
excesivamente cautelosos y preocupaciones exageradas por la salud, o a
conductas irresponsables, como el consumo de setas, bayas y caza de zonas aún
designadas como altamente contaminadas, el consumo excesivo de alcohol y
tabaco y una actividad sexual promiscua sin protección.
¿Cuáles fueron las repercusiones en el medio ambiente?
Los ecosistemas afectados por el accidente de Chernóbil se han estudiado y
vigilado ampliamente en los dos últimos decenios. Durante los primeros diez
días hubo grandes emisiones de radionucleidos que contaminaron más de 200 000
kilómetros cuadrados de Europa. El grado de sedimentación varió según que
estuviera o no lloviendo cuando pasaron las masas de aire contaminado.
La mayor parte de los isótopos del estroncio y el plutonio quedaron
depositados dentro de un radio de 100 km del reactor dañado. El yodo
radiactivo, que fue causa de gran preocupación después del accidente, tiene un
período de semidesintegración breve y ya se ha desintegrado del todo. El
estroncio y el cesio, con su período de semidesintegración más largo, de 30
años, aún persisten y seguirán siendo motivo de preocupación en los próximos
decenios. En cuanto a los isótopos del plutonio y al americio 241, que
persistirán tal vez por miles de años, su contribución a la exposición humana
es baja.
¿En qué medida se ha contaminado el medio urbano?
Las superficies abiertas, como las calles, los céspedes y los techos, fueron
las más contaminadas. Los residentes en Pripyat, la ciudad más cercana a
Chernóbil, fueron evacuados rápidamente, lo que redujo la exposición potencial
a los materiales radiactivos. El viento, la lluvia y las actividades humanas
han reducido la contaminación superficial, provocando sin embargo una
contaminación secundaria de los sistemas de evacuación de aguas residuales y
fangos de alcantarillado. La radiación presente en el aire en las zonas
urbanizadas ha vuelto a situarse en los niveles de fondo, aunque los valores
siguen siendo superiores en las zonas en que los suelos se han dejado tal como
estaban.
¿En qué medida están contaminadas las zonas agrícolas?
La alteración por exposición a la intemperie, la desintegración física, la
migración de los radionucleidos hacia niveles más profundos del suelo y la
reducción de la biodisponibilidad han dado lugar a una merma importante de la
transferencia de radionucleidos a las plantas y los animales. El yodo
radiactivo, que pasó rápidamente de los pastos y piensos a la leche, fue una
de las primeras preocupaciones, y en efecto se observaron niveles elevados en
algunas partes de la antigua Unión Soviética y de Europa meridional, pero,
dado el breve período de semidesintegración de este nucleido, esa preocupación
no tardó en calmarse. El cesio radiactivo presente en la leche, la carne y
algunos alimentos vegetales es actualmente, y seguirá siendo por mucho tiempo,
el elemento más preocupante en lo que respecta a la exposición humana interna,
pero, salvo en unas cuantas zonas, las concentraciones no exceden de los
niveles inocuos.
¿En qué medida están contaminados los bosques?
Tras el accidente, los animales y la vegetación de las zonas forestales y
montañosas absorbieron grandes cantidades de cesio radiactivo, y los niveles
siguen siendo altos en las setas, las bayas y la caza. Debido a que la
exposición relacionada con los productos agrícolas ha menguado, la importancia
relativa de la exposición generada por los productos forestales ha aumentado y
sólo disminuirá a medida que los materiales radiactivos migren hacia zonas más
profundas del suelo y se desintegren lentamente. Se ha observado una elevada
transferencia de cesio radiactivo de los líquenes a la carne de reno, y de esa
carne al ser humano, en el Ártico y en las zonas subárticas, con altos niveles
de contaminación de la carne de reno en Finlandia, Noruega, Rusia y Suecia.
Los Gobiernos interesados impusieron restricciones a la caza, entre otras
cosas fijando la temporada de caza en el período en que la carne de los
animales está menos contaminada.
¿En qué medida están contaminados los sistemas acuáticos?
La contaminación de las aguas superficiales en gran parte de Europa disminuyó
rápidamente gracias a la dilución, la desintegración física y la absorción de
los radionucleidos en los sedimentos de los lechos y en los suelos de las
cuencas de captación. Sin embargo, debido a la bioacumulación en la cadena
trófica acuática, se encontraron concentraciones elevadas de cesio radiactivo
en peces de zonas tan alejadas como Alemania y Escandinavia. El estroncio
radiactivo alcanzó niveles comparables, pero como se concentra en la espina
del pez y no en el músculo, no tuvo consecuencias importantes para el ser
humano. Actualmente los niveles en los peces y en las aguas son bajos, salvo
en las zonas con lagos “cerrados”, sin cursos de desagüe. En esos lagos, los
niveles de cesio radiactivo en los peces seguirán siendo altos por decenios, y
por lo tanto deberían mantenerse las restricciones a la pesca.
¿Qué contramedidas agrícolas y medidas de reparación se han adoptado?
La contramedida agrícola más eficaz que se adoptó en los primeros tiempos
consistió en eliminar los pastos contaminados de la alimentación de los
animales y controlar los niveles de radiación en la leche. El tratamiento de
la tierra destinada a cultivos forrajeros, la alimentación de los animales con
productos no contaminados y el uso de agentes ligantes del Cs (que impiden la
transferencia del cesio radiactivo del pienso a la leche) se tradujeron en
grandes reducciones de la contaminación y permitieron que la actividad
agrícola continuara; sin embargo, el contenido de radionucleidos de los
productos vegetales y animales ha experimentado cierto aumento desde mediados
de los años noventa, cuando los problemas económicos obligaron a reducir los
tratamientos. En los tres países se han retirado del cultivo algunas tierras
agrícolas, hasta que se hayan adoptado medidas de reparación.
Varias medidas aplicadas a los bosques en los países afectados y en
Escandinavia han reducido la exposición humana, entre ellas las restricciones
impuestas al acceso a las zonas forestales, a la explotación de productos
alimenticios como la caza, las bayas y las setas, y a la recolección pública
de leña, junto con los cambios introducidos en la caza para evitar que se
consuma carne de animales de caza en las temporadas en que la concentración de
cesio radiactivo puede ser alta. Los bajos niveles de ingresos de algunas
zonas hacen que los residentes locales no respeten estas normas.
¿Qué efectos produjo la radiación en las plantas y los animales?
En las zonas más expuestas, hasta una distancia de 20 a 30 kilómetros, se
observaron aumentos de la mortalidad de coníferas, invertebrados del suelo y
mamíferos, y pérdidas reproductivas en plantas y animales. Fuera de esa zona
no se han notificado efectos agudos imputables a la radiación. Con el descenso
de los niveles de exposición, las poblaciones biológicas se han ido
recuperando, pero los efectos genéticos de la radiación se han visto en
células somáticas y germinales de plantas y animales. La prohibición de las
actividades agrícolas e industriales en la zona de exclusión permitió la
proliferación de las poblaciones vegetales y animales y, paradójicamente, creó
un “santuario excepcional de la diversidad biológica”.
¿Cabe prever que el desmantelamiento del sarcófago y la gestión de los
desechos radiactivos acarreen nuevos problemas ambientales?
El sarcófago protector se erigió con rapidez; ello se tradujo en algunas
imperfecciones en el sarcófago mismo, y no permitió reunir datos completos
sobre la estabilidad de la unidad dañada. Además, en algunas partes
estructurales del sarcófago ha habido corrosión en los dos últimos decenios.
El mayor peligro potencial que plantea el sarcófago es que se hundan sus
estructuras superiores y se libere polvo radiactivo.
Esas estructuras inestables se han reforzado recientemente, y en el futuro
próximo comenzará la construcción de un nuevo confinamiento seguro en torno al
sarcófago, que debería servir por más de 100 años. La nueva cobertura
permitirá desmantelar el sarcófago actual, sacar la masa de combustible
radiactivo de la unidad dañada y, finalmente, clausurar ese reactor.
Todavía no se ha elaborado una estrategia completa respecto de los desechos
radiactivos de actividad alta y de período largo generados por las actividades
de reparación del pasado. Muchos de esos desechos se almacenaron temporalmente
en zanjas y vertederos que no cumplen los requisitos de seguridad de los
desechos actualmente en vigor.
¿Cuál fue el costo económico?
Debido a las políticas vigentes en la época en que se produjo la explosión y a
la inflación y los trastornos económicos que siguieron al desmembramiento de
la Unión Soviética, no ha sido posible calcular los costos precisos del
accidente. Diversas estimaciones hechas en los años noventa sitúan los costos
a lo largo de dos decenios en cientos de miles de millones de dólares. Esos
costos incluyen los daños directos, los gastos relacionados con la
recuperación y la mitigación, el reasentamiento de las personas, la protección
social y la atención de salud de la población afectada, las investigaciones
sobre el medio ambiente, la salud y la producción de alimentos no contaminados
y la vigilancia de la radiación, así como las pérdidas indirectas resultantes
del retiro de tierras agrícolas y bosques de la producción y el cierre de
instalaciones agrícolas e industriales, y costos adicionales como la anulación
del programa de energía nuclear de Belarús y el aumento del costo de la
energía debido a la pérdida de capacidad de producción en Chernóbil. Los
costos han supuesto una enorme sangría en los presupuestos de los tres países
afectados.
¿Cuáles fueron las principales consecuencias para la economía local?
La agricultura fue el sector más duramente afectado, con 784 320 hectáreas
retiradas de la producción. La explotación maderera se quedó interrumpida en
694 200 hectáreas de bosques. Las medidas de reparación hicieron posible la
producción de “alimentos no contaminados” en muchas zonas, pero elevaron los
costos en concepto de fertilizantes, aditivos y procedimientos de cultivo
especiales. Incluso en las regiones en que la explotación agrícola no entraña
riesgos, el estigma asociado con Chernóbil ha causado problemas de
comercialización y ha dado lugar a una merma de los ingresos, al descenso de
la producción y al cierre de algunas instalaciones. Estos factores, combinados
con las perturbaciones causadas por la desaparición de la Unión Soviética, la
recesión y los nuevos mecanismos del mercado, han deteriorado la economía de
la región y se han traducido en niveles de vida más bajos, desempleo y un
aumento de la pobreza. Todas las zonas agrícolas, tanto las afectadas por la
radiación como las que no, fueron vulnerables.
La pobreza es especialmente grave en las zonas afectadas. Los salarios de los
trabajadores agrícolas suelen ser bajos, y el empleo fuera del sector agrícola
es limitado. Muchos trabajadores calificados y con formación, especialmente
los más jóvenes, abandonaron la región. Además, el entorno comercial no
estimula las iniciativas empresariales y la inversión privada es escasa.
¿Cuál fue el impacto del accidente de Chernóbil y de sus secuelas en las
comunidades locales?
Más de 350 000 personas fueron sacadas de las zonas más contaminadas y
reasentadas en otras regiones, 116 000 de ellas inmediatamente después del
accidente. Aun cuando recibieron indemnización por las pérdidas y viviendas
gratuitas y pudieron elegir el lugar de reasentamiento, la experiencia fue
traumática y dejó a muchas personas sin empleo y con la sensación de no tener
un lugar en la sociedad. Las encuestas demuestran que los que no se marcharon
o los que regresaron a sus hogares pudieron enfrentar mejor el período
subsiguiente que los que fueron reasentados. Las tensiones entre los nuevos y
los antiguos residentes de las aldeas de reasentamiento también contribuyeron
a alimentar la sensación de ostracismo de los recién llegados. La estructura
demográfica de las zonas afectadas quedó sesgada, ya que muchos trabajadores
calificados y con formación, así como empresarios, en su mayoría jóvenes, se
marcharon, dejando en las zonas afectadas una población de más edad, con pocas
de las competencias necesarias para la recuperación de la economía.
El aumento de la edad promedio de la población ha significado que las
defunciones superan los nacimientos, lo que refuerza la idea de que se trata
de zonas peligrosas para vivir. Incluso cuando los sueldos son altos, las
escuelas, los hospitales y otros servicios públicos esenciales no cuentan con
los especialistas cualificados que necesitan.
¿Cuáles fueron las consecuencias para las personas?
Según el informe del Foro sobre la salud, “los efectos de Chernóbil en la
salud mental son el mayor problema de salud pública desencadenado por el
accidente hasta la fecha". Los habitantes de las zonas afectadas hacen
evaluaciones negativas de su salud y bienestar, a lo cual se suman una
sensación exagerada de peligro para la salud a causa de la exposición a la
radiación y la convicción de tener una esperanza de vida más corta. La
angustia por los efectos sanitarios de la radiación no da señales de disminuir
y podría incluso estarse propagando. La esperanza de vida ha disminuido en
toda la antigua Unión Soviética, debido a las enfermedades cardiovasculares,
los traumatismos y las intoxicaciones, y no a trastornos relacionados con la
radiación.
¿Cuál ha sido la respuesta de los Gobiernos?
Los programas de reasentamiento y rehabilitación lanzados con los criterios
soviéticos resultaron ser insostenibles después de 1991; la financiación de
los proyectos disminuyó, con lo cual muchos de ellos quedaron abandonados y
sin terminar, y muchas de las prestaciones prometidas dejaron de contar con el
respaldo financiero necesario. Además, las prestaciones se ofrecieron a
categorías amplias de “víctimas de Chernóbil” que fueron aumentando, por lo
que ahora son siete millones de personas las que reciben o tienen derecho a
recibir pensiones, subsidios especiales y prestaciones de atención sanitaria,
con inclusión de vacaciones gratuitas y subvenciones garantizadas. Las
prestaciones pagadas debido al accidente de Chernóbil privan a otras regiones
de recursos públicos, pero la opción de una reducción de escala de esas
prestaciones, o de limitarlas a los grupos de alto riesgo, no es bien vista
por la población y genera problemas políticos.
Dada la reducción sustancial de los niveles de radiación en los últimos veinte
años, los Gobiernos deben revisar la clasificación de las zonas contaminadas.
Muchas regiones que antes se consideraban zonas de riesgo son ahora lugares
perfectamente seguros para vivir y para practicar la agricultura. Las actuales
delimitaciones son mucho más restrictivas de lo que los niveles probados de
radiación justifican.
El informe indica la necesidad de definir mejor las prioridades y racionalizar
los programas a fin de llegar a los más necesitados, pero señala que la
reasignación de los recursos tropezará probablemente con “la fuerte oposición
de quienes tienen intereses creados”. Una sugerencia a este respecto es que se
“compren” los derechos a las prestaciones a cambio de una suma global como
capital inicial para la puesta en marcha de pequeñas empresas.