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jun 26, 2005

El Cambio Climático en tela de juicio


wall street journal cambio climatico

El Cambio Climático en tela de juicio

The Wall Street Journal considera que desde la votación de la resolución Byrd-Hagel, que rechazaba las prescripciones de Kioto “la pretensión de relacionar los combustibles fósiles al calentamiento global se ha hecho más dudosa”.

Kioto, el palo

26/06/2005

El periódico The Wall Street Journal publicó el pasado martes, 21 de junio, un artículo titulado “Kioto de forma gradual” (Kyoto by degrees), en el que hacía recuento del debate actual en torno al protocolo de Kioto. En el texto, el diario considera que desde la votación de la resolución Byrd-Hagel, que rechazaba las prescripciones de Kioto “la pretensión de relacionar los combustibles fósiles al calentamiento global se ha hecho más dudosa”.

El artículo parte de estudiar cuál es la reciente evolución de la temperatura de nuestro planeta. De este modo, “la Tierra parece estar en un período de calentamiento, si bien nadie sabe cuánto calentamiento ni por cuanto tiempo. En particular, nadie sabe si es inusual o meramente algo que ocurre de forma periódica por razones naturales”. Esto por lo que se refiere al pasado reciente. Por lo que hace al previsible futuro, “la mayoría de las alarmas sobre el calentamiento están basadas en simulaciones por ordenador que son en gran medida especulativas y dependen de una multitud de supuestos debatibles”.

Las pretensiones del palo de hockey

Hay un estudio que ha contribuido a crear la alarma en todo el mundo. Un estudio que ha servido de base para el Panel Internacional para el Cambio Climático, de las Naciones Unidas, para justificar el protocolo de Kioto. Se trata del gráfico del palo de hockey, hallado por un equipo coordinado por Michael Mann, en 1988. El gráfico recibe ese nombre, porque para el período que estudia, que comprende los últimos mil años, describe una evolución plana que se rompe abruptamente en el siglo XX. En este momento, la temperatura global reflejada en ese gráfico aumenta de forma espectacular.

En el artículo se recuerda que esta forma de presentar la evolución de la temperatura terráquea en el último milenio supone una ruptura respecto de lo que habían hallado los climatólogos en las últimas décadas. En concreto, “antes de la publicación de los datos de Mann en 1988, todos los científicos climáticos aceptaban que la Tierra había sufrido grandes variaciones de temperatura en la historia humana que conocemos. Esto incluía un período medieval cálido, cuando los vikingos cultivaban Groenlandia (literalmente la tierra verde), y una 'pequeña era glacial', más reciente, cuando el río Támesis se helaba a menudo, hasta congelarse. Visto desde esta perspectiva, el ligero calentamiento que parece haber tenido lugar en el pasado siglo podría no ser más que un rebote natural, especialmente puesto que la mayor parte de este calentamiento ha ocurrido antes de 1940”.

El "óptimo climático" medieval

Si las pretensiones del artículo de Michael Mann son ciertas, no habría habido grandes variaciones en la temperatura de nuestro planeta hasta recientemente, en coincidencia con el desarrollo de la industria y con el espectacular aumento de la riqueza que se ha efectuado a lo largo del siglo XX. Pero según hemos sabido desde hace dos años, la base científica del artículo de Mann deja mucho que desear. Como expone The Wall Street Journal, “en 2003, el matemático canadiense Stephen McIntyre y el economista Ross McKitrick publicaron una crítica, diciendo, del trabajo de Mann, que contiene errores de cotejo, truncamientos injustificables o extrapolaciones de datos de origen, datos obsoletos, errores de situación geográfica, cálculos erróneos de los componentes principales y otros errores de control de calidad”. Estos errores muestran que ha habido un mal uso de los datos. Pero lo más relevante es que, corregido el uso de los datos recogidos por Michael Mann, las variaciones en la temperatura de la Tierra vuelven a aparecer. Por ejemplo, se vuelve a observar el calentamiento de la época medieval. En ocasiones se identifica la temperatura de nuestro planeta en esa época con un “óptimo climático”.

En consecuencia el palo de hockey, base científica del protocolo de Kioto, ha caído en el descrédito. El artículo del diario neoyorkino lamenta que “el señor Mann nunca ha ofrecido una réplica seria de la crítica de McIntyre y McKitrick. Se ha negado a explicar por completo su metodología, diciendo que el ha sido una víctima de ‘intimidación’. Esto es extraño, cuando consideras que la condición sine qua non de la verdadera ciencia son los resultados reproducibles y verificables independientemente.”

Uno de los errores del gráfico del palo de hockey mostrados por los dos científicos del MIT consiste en que la espectacular forma que adopta el gráfico puede resultar engañoso. El motivo es que la forma del gráfico, con un espectacular repunte al final, no deriva de los datos utilizados por Mann, sino del método con que se han tratado. McIntyre y McKitrick han demostrado que cualquier serie de datos aleatoria daría como resultado el mismo tipo de gráfico, como consecuencia del particular tratamiento matemático de los datos por parte de Mann.

Pero si bien el trabajo de McIntyre y McKitrick revela que las pretensiones de Michael Mann y del IPCC no se mantienen, hay otro importante estudio que restituye las ideas que durante años se habían formado los climatólogos sobre cómo había evolucionado el clima. Recuerda el artículo que “se publicó en 2003 un informe de unos 200 diferentes estudios sobre la temperatura, por Willie Soon y Sallie Baliunas, del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics en la revista Climate Research. (Dicho estudio) también reafirmó el inveterado consenso sobre que había habido grandes variaciones de temperatura en el pasado milenio”.

El artículo afirma que la mejor forma de resumir la idea que tienen los climatólogos sobre la evolución del clima en los últimos mil años sería un gráfico como el que reproducimos a continuación, y que está reproducido a partir del primer informe del Panel Internacional para el Cambio Climático (IPCC), de las Naciones Unidas.

Si la reconstrucción de los datos que tenemos sobre la evolución de las temperaturas globales revela que ha habido grandes variaciones en los últimos siglos, y si se han descrito graves errores metodológicos en el informe que pretendía negar estas variaciones, el famoso palo de hockey, todavía hay más razones para dudar de las alarmas sobre el calentamiento global. El artículo del Wall Street Journal recoge, por ejemplo, que “los modelos por ordenador que predicen (el calentamiento global) sugieren que la atmósfera superior se debería haber calentado sustancialmente en las últimas décadas”. Pero como recuerda el diario neoyorkino, los datos observados por los satélites y por los globos aerostáticos revelan que esa predicción no se compadece con los datos.

Otro de los aspectos tratados por el artículo se refiere a las señales de alarma lanzadas desde varios sitios, y repetidas en los medios de comunicación, sobre la eventual reducción de las enormes masas de hielo del Antárquico y el aumento de los niveles del mar. El Wall Street Journal recuerda que “de hecho, los datos más recientes sugieren que el hielo se está haciendo más grueso y que las temperaturas están cayendo en la mayor parte del continente”.

Por si ello no fuera poco, el artículo recuerda también que “un número creciente de científicos están concluyendo que las variaciones en la radiación solar asociada a las manchas solares (...) juegan un mayor papel en el clima de la Tierra” que cualquier otro factor.

El hecho de que otra de las influencias en el clima sea el efecto invernadero, y que el hombre contribuya al mismo, no implica que las actividades humanas tengan una influencia decisiva sobre la temperatura global. Como se recordó recientemente en una jornada sobre Kioto celebrado en Madrid y organizado por la Fundación Rafael del Pino, el efecto invernadero tiene una contribución al calentamiento de la tierra de 153 watios por metro cuadrado. De estos 153, 150 se deben al vapor de agua, y los otros 3 a otros gases de efecto invernadero, como el CO2. Una parte pequeña del CO2 que hay en el ambiente tiene su origen en las actividades humanas. A ello hay que añadir, como se ha recordado antes, que hay otros factores que probablemente influyen más en la temperatura de la Tierra, como el comportamiento del sol.

Un tratado innecesario

En resumen, “la Tierra es ligeramente más cálida que lo que lo era hace un siglo, pero nadie sabe porqué. Incluso si los combustibles fósiles fueran la causa, Kioto implicaría una pequeña diferencia, especialmente con China e India volcados en el crecimiento alimentado con petróleo, para arrancar a sus ciudadanos de la pobreza. Nada de ello justifica pasar, por vez primera, límites en los gases de efecto invernadero” que impondrían un coste de centenares de miles de millones de dólares en costes derivados del cumplimiento del tratado, solo en los Estados Unidos. Los costes de una aplicación mundial, único instrumento que permitiría dar cierta efectividad al tratado, son de dimensiones enormes, con grave daño para la economía mundial, especialmente para los más pobres.

En este aspecto, precisamente el país que más perjudicado sale de la aplicación del tratado de Kioto es precisamente España, según puso de manifiesto Alberto Recarte en unas conferencias organizadas por el Instituto Juan de Mariana. El principal motivo es que, puesto que el protocolo prevé alcanzar unas determinadas reducciones de emisiones sobre la base de 1990, los países más dinámicos y que más dependen del combustible fósil son los más perjudicados. Dado el importante desarrollo económico español en la última década, hasta 2004, nuestro país saldrá especialmente perjudicado tras la adopción de la medida.

 

Fuente: Libertad Digital

 



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