El dosier deja claro que hay serios problemas que abordar en España, donde el número de incendios aumentó el pasado año un 11,6 % respecto a la media de la última década.

Los megaincendios, alimentados por los feroces efectos del cambio climático, han crecido un 23 %. El 2017 tiene el dudoso honor de cerrar el año como el segundo en el que más superficie se ha quemado en los últimos 12 años.

De las 98.072 hectáreas que ardieron en España, unas 41.705 se concentraron en Galicia. El noroeste peninsular es el territorio más resentido. Galicia, Asturias y Castilla y León concentraron el 51,57 % de los incendios declarados y casi el 75 % de la superficie quemada.

A Bruselas no le cabe duda de que el país se enfrenta a «más y peores incendios» como resultado del calentamiento global, pero apunta también a las autoridades responsables de gestionar estos fenómenos. «La prevención es clave. La gestión adecuada de los bosques y las prácticas de uso del suelo pueden reducir el riesgo de incendio y mejorar la resiliencia del monte», apunta el Ejecutivo europeo, desde donde piden a las comunidades locales y a los responsables políticos «más formación y sensibilización».

Eso sí, el equipo del comisario también pone el dedo en la llaga. Critica las «prácticas de gestión forestal no sostenibles», «la degradación de los ecosistemas» y la plantación de árboles «muy inflamables», como el eucalipto, Además de la prevención, Bruselas insiste en que es necesario acelerar la puesta en marcha de una reserva europea de medios antiincendios.

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