«Si coges en Madrid a 100 pacientes alérgicos al azar, 98 tienen pruebas cutáneas positivas a las gramíneas. Es una enfermedad epidémica».
Noticias Troposfera.org
16/04/2006 El doctor Subiza insiste, sin embargo, en que esta alergia no es la única. Lo normal en la región es que los afectados -el 80 por ciento de ellos- estén sensibilizados a varios tipos de pólenes.
Publicidad
En invierno afecta el de las cupresáceas -arizónicas y cipreses- que desprenden polen especialmente en los meses de enero y febrero. Después le toca el turno al plátano de sombra, un árbol que se usa frecuentemente como elemento ornamental.
En el sur de la región, la principal amenaza es el olivo, menos presente en el medio urbano y que coincide en fechas con las gramíneas.
Éstas últimas se llevan la palma en la Comunidad. Sus efectos se notan especialmente en los meses de mayo y junio y siempre van ligados al repunte de los ingresos en las urgencias de los hospitales y a la subida de las ventas de antihistamínicos.
Madrid afronta una de las temporadas de alergia más intensas de los últimos diez años
Cuarenta y seis tipos distintos de pólenes campan a sus anchas por la región. De todos ellos, dieciocho son los más frecuentes en la atmósfera, aunque realmente son sólo cuatro los considerados como principales causantes de las alergias. Las cupresáceas, los plátanos, los olivos y las gramíneas conforman ese grupo de especies vigiladas, que cada año ponen en jaque a un millón largo de madrileños durante la época de polinización. Aunque los
síntomas se prolongan de enero a junio, dependiendo de cada planta, es entre el 15 de mayo y el 15 de junio cuando los índices se disparan. Y este año, bastante más. De hecho, los especialistas auguran una primavera intensa que multiplicará los casos de asma en la región.
El doctor Javier Subiza, alergólogo y coordinador del Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) atiende cada día a decenas de afectados y asegura que las próximas semanas serán difíciles.
«Estimamos que se alcanzará una concentración total de unos 5.000 granos de polen, así que la primavera no será floja». Para hacerse una idea, no hace falta más que ver la concentración alcanzada el año pasado, que no superó los 1.500 granos. «Hablamos de una primavera débil cuando está por debajo de 4.000, una moderada cuando se sitúa entre los 4.000 y los 5.500, y una primavera intensa cuando está por encima de los 5.500. Este año nos
vamos a acercar a estos últimos valores».
Peor en 1998, 2000 y 2001
La razón hay que buscarla en las lluvias, concretamente las caídas de octubre a enero. Este año fueron más abundantes que el año pasado y han ayudado a la germinación de las plantas. «Los datos de pluviosidad en Madrid de octubre de 2005 a enero de 2006 han sido 204 litros por metro cuadrado -dice- frente a los 116 recogidos el año anterior». Todo esto se traducirá en una de las epidemias de alergia más fuertes de la última década. De hecho,
en ese periodo sólo se han alcanzado valores superiores a los que se esperan esta primavera en 1998, 2000 y 2001.
La Comunidad tiene una red de médicos centinela que notifican el número de pacientes que acuden al centro de salud con asma y los que acuden a las urgencias del Marañón. De acuerdo con sus informes, hay unas semanas al año en que se produce asma epidémico, dependiendo de la intensidad de la primavera. El número de pacientes puede ser de cuatro a ocho veces mayor que el resto del año. Si en invierno se pueden atender entre 20 y 40 afectados,
en las primaveras de algunos años, como éste, el número de asistencias está entre 100 y 160.
Los «picos» de alergia están directamente relacionados con los cuadros de asma y con la venta de antihistamínicos. «Cuando más se venden es en mayo, por el incremento de los recuentos de pólenes de gramíneas en la región».
Además, esta presencia de polen, sumada a la contaminación, origina un cóctel explosivo que extiende sus efectos por las grandes ciudades, donde las partículas diésel hacen que el efecto de la alergia sea 17 veces mayor.
«Hay estudios -dice Subiza- que demuestran que los habitantes de zonas rurales que viven cerca de las autopistas tienen tres veces más alergia al polen que los que viven alejados de las carreteras. Las concentraciones de pólenes son las mismas, y lo que varía es la contaminación atmosférica».
En Madrid capital, de hecho, hay entre dos y tres veces más de crisis alérgicas que en el resto de municipios. En toda la región, la sensibilidad al polen la padece entre un 15 y un 20 por ciento de la población, con especial incidencia entre los 14 y los 25 años. Los porcentajes suben en un tramo específico, en el de los niños de 13 y 14 años. De hecho, un 30 por ciento de ellos tiene alergia al polen, considerado el trastorno inmunológico
que más afecta al ser humano. El perfil de los afectados, sin embargo, ha variado en las últimas décadas. «Hace 25 años -dice Subiza- era muy raro ver a niños menores de 5 años que tuvieran alergia, algo que ahora es normal. También era raro ver pacientes que debutaran con alergia al polen pasados los 60, y ahora es algo frecuentísimo».
El problema está en que muchos alérgicos no reciben el tratamiento adecuado. «Los únicos que han sido entrenados para utilizar las vacunas son los alergólogos y éstos no están en los centros de salud, sino en los hospitales».
El 60% sin tratar, con asma
Esto supone -dice-, que la mayoría de niños con rinitis no se vacunan. Simplemente reciben tratamiento con antihistamínicos o sprays nasales. «Eso es un parche y la enfermedad va progresando». El doctor Subiza asegura que si un menor tiene síntomas más de 4 días a la semana más de 4 semanas al año «debería acudir al alergólogo».
Fuente: ABC
Troposfera.org declina cualquier responsabilidad sobre el contenido de las noticias que reproduce de otras fuentes, las cuales, por supuesto, son siempre citadas. No obstante, todo comentario que se quiera hacer llegar sobre las mismas, es siempre bien recibido.
TROPOSFERA ofrece desde 2010 una consultoría integral de medio ambiente.