Cuando a los científicos les dio por medirlo, resulta que las aves migratorias estaban empezando su fase de apareamiento dos semanas antes que hace cincuenta años. La culpa de ello estaba en el calentamiento global, según dictaminaron los expertos ingleses.

Este es uno de los ejemplos que está llevando ahora al ministerio de Medio Ambiente a instalar toda una red de estaciones que midan las consecuencias de ese calentamiento, misión para la que Picos de Europa está seleccionado junto a otros tres parques Nacionales.

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"Hasta ahora sólo estábamos midiendo el clima, pero no los cambios sobre la fauna y la flora", explica el profesor de la Universidad de Oviedo, José Ramón Obeso, que forma parte de un plan que empezará a materializarse este verano, con la colocación dentro del parque de ocho estaciones de alta tecnología, cinco de ellas en la parte asturiana.

Por qué ha recaído sobre el Parque Cantábrico uno de los proyectos que en el ministerio reconocen como de los "más grandes y emblemáticos" que se traen entre manos? La respuesta está, según German Alonso, director de proyectos de la fundación que se encarga del plan, en que Picos de Europa "tiene una proyección tremenda, y es el ejemplo más emblemático de la montaña cantábrica".

La idea es estudiar, pero luego se quiere prever e incluso, prevenir. Para ello, las estaciones que se instalarán en Asturias medirán aspectos como la concentración de CO2, las corrientes, y por supuesto, la migración de las aves.

Los expertos ya cuentan con algunas pistas, y es que, aunque todavía los efectos del calentamiento global no es una materia de la que en España se tengan muchas referencias, ya se ha puesto sobre alerta la vigilancia de "especies como el urogallo, el gorrión alpino, o el pito mediano, que es similar al picapinos", ilustra al respecto Rodrigo Suárez, director de Picos de Europa. Todas estas especies, propias del Parque, están empezando a menguar o a dar otros síntomas sospechosos.

"Queremos que la red esté lista este año", anticipa Alonso, quien hace hincapié en que los datos recogidos serán analizados por científicos universitarios pero tendrán una utilidad "muy social". Sobre lo primero, está previsto que la Universidad de Oviedo perciba alrededor de 130.000 euros para el estudio. Las primeras conclusiones? No hay fecha, pero a un experto se le escapa que puede haber noticias "antes de dos años".

Fuente: La Voz de Asturias

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