¿Y en Logroño? «Tenemos una calidad del aire privilegiada comparativamente con el resto de ciudades: porque estamos en el valle del Ebro y favorecen las corrientes dominantes; porque somos una ciudad media-pequeña, abierta, donde las fuentes de contaminación de emisiones están controladas...», apunta Jesús Ruiz Tutor, concejal de Medio Ambiente y Eficiencia Energética del Ayuntamiento de Logroño. Y recuerda que se hacen chequeos en calles y se buscan medidas para el descenso de las emisiones como reducciones de velocidad en determinadas vías, entre otras cuestiones.

Seis puntos de control

Para controlar dichos niveles, la comunidad riojana cuenta con la Red de Medición de la Calidad del Aire compuesta por dos estaciones en Logroño, una en Alfaro, y otras tres estaciones de control de la central de ciclo combinado de Arrúbal, en dicha localidad, Galilea y Pradejón.

Los principales focos de contaminación, como explica el director General de Calidad Ambiental de La Rioja, son el propio confort: calefacción, los combustibles que se utilizan para climatizar las viviendas y centros de trabajo, que emiten óxidos de nitrógeno y partículas; así como el transporte de mercancías y el humano. «Trabajando sobre estos aspectos es como podemos disminuir los niveles de generación de emisiones a la atmósfera que es lo que determina la calidad del aire», indica Infante y sugiere ideas: cambio de tipo de conducción, motores más eficientes, etc.

Si se analiza la situación por contaminantes, en lo referente a dióxido de azufre, La Rioja registra niveles bastante bajos, en gran parte, porque está relacionado con el uso del carbón, no habitual en esta región. En monóxido de carbono, cuya fuente principal es el motor de gasolina y diésel, los registros igualmente son bajos. También hay que tener en cuenta los óxidos de nitrógeno, que surgen de motores de combustión como puede ser la central de ciclo combinado de Arrúbal. «En este caso la concentración que nos queda en el aire está por debajo de la mitad del límite», subraya Infante.

Sin embargo, no en todos los parámetros La Rioja está en tan buen lugar. Tal como se admite desde la Dirección General de Calidad Ambiental, «donde cumplimos con los valores europeos y nacionales pero no con los de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es en partículas y ozono». En este punto la incidencia varía entre las zonas urbanas (Logroño y alrededores) y las rurales: «Las partículas que encontramos son muy diferentes de unos lugares a otros, y su presencia es más alta en enero y febrero», admite Infante.

Así, en la urbe se detectan las llamadas partículas PM2.5, más pequeñas, procedentes del desgaste de los neumáticos o de los motores diésel, que son perjudiciales para la salud. «Aun así estamos bastante bien, lejos de los límites europeos», destaca el director general. En el medio rural también se está por encima de los niveles de la OMS. «Se superan otras partículas (PM10, más gruesas que en la ciudad), pero hay que ver de dónde proceden: por ejemplo, del polvo de la propia actividad agraria y no tiene incidencia en la salud».

Con estos ingredientes... ¿Dónde se respira mejor? «Por la dispersión del aire en La Rioja, que es de oeste a este, quizás en la zona de Rioja Alta, pero hablamos de bueno o muy bueno en toda la región», concluye.

El ozono troposférico gana protagonismo en verano y en la zona rural

A pesar del buen cómputo general de la calidad del aire en La Rioja hay un contaminante destacado: el ozono troposférico. Así lo reconoce la Dirección General de Calidad Ambiental y así lo destacan en su informe anual Ecologistas en Acción en La Rioja.

«El ozono troposférico se encuentra cerca de la superficie de la Tierra, y puede llegar a afectar a nuestra salud», precisa José María Infante, director General de Calidad Ambiental. «No se emite, sino que se forma en el aire a partir de radiación solar (de ahí su mayor incidencia en verano) y por la presencia de contaminantes como óxidos de nitrógeno (cuyo origen son motores, calderas y centrales de ciclo combinado, por ejemplo) y de compuestos orgánicos volátiles, que bien son de origen natural (pinos, cultivos, etc.) o proceden de la actividad humana como pinturas, disolventes, etcétera», explica.

En el caso de La Rioja, los niveles de este ozono son más altos en las zonas rurales, pero, ¿por qué? «Necesita más tiempo para formarse, y entonces no aparece en el foco de contaminación (la ciudad) sino fuera de ella. Por eso, y teniendo en cuenta la dispersión del aire, se detectan más problemas de ozono fuera de Logroño, al este, en Pradejón, que en la propia ciudad», precisa Infante. Aunque, según añade, se cumplen los parámetros exigidos.

Desde Ecologistas en Acción de La Rioja, admiten que la calidad del aire en La Rioja es buena, aunque preocupan las partículas PM2.5 en Logroño y sobre todo el ozono. «Hay que reconocer que en general estamos en una región privilegiada en calidad del aire, no se incumplen parámetros legales», apunta Koldo Hernández, portavoz de Atmósferas del colectivo ecologista. Pero destaca «que no se siguen los parámetros de la OMS que son un poco más exigentes».

En este aspecto, «se está viendo la tendencia creciente de un contaminante secundario como el ozono troposférico, nuevo, que no se genera de forma directa, sino con otros componentes y en el caso de La Rioja está relacionado con la central de Arrúbal, con la de Castejón de Navarra y con el tráfico de Logroño», subraya. «Donde más se sufre es en la zona de Alfaro, también Pradejón y Galilea», apunta. «En un año como este, con estabilidad térmica (calor), las posibilidades de ozono crecen». Y, según explica Hernández, afecta a la vegetación y agrava los problemas respiratorios. «Las administraciones deben fomentar energías más limpias y tratar de reducirlo».

Documento relacionado: Informe sobre la Calidad del Aire en la Rioja durante 2016 (Evaluación realizada por el Gobierno de La Rioja)

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