Soplan vientos pronucleares en Europa, aunque no hay una estrategia comunitaria clara a favor de dar un nuevo impulso a la energía del átomo. Aun así, la necesidad de la UE de reducir su dependencia del petróleo procedente de zonas en conflicto está creando las condiciones para que resurjan las propuestas en favor de la electricidad de origen nuclear.

Hay quienes opinan que los lobbies de la energía nuclear están promocionando esta opción, pero la realidad es que los altos precios del petróleo (en torno a los 60 dólares el barril), el agotamiento de los pozos más o menos próximos y los compromisos del protocolo de Kioto para combatir el cambio climático (que exige reducir los combustibles que generan gases invernadero y usar energías limpias) crean un clima propicio para la energía del átomo.

El primer ministro británico, Tony Blair, ha abonado el terreno con sucesivas declaraciones sobre la necesidad de renovar el parque nuclear para cumplir con Kioto. El agotamiento de los pozos petrolíferos del mar del Norte y la urgencia en desmantelar las viejas centrales son algunas de las razones de fondo. Blair ha lanzado una consulta nacional con profesionales independientes sobre el futuro de la energía en el Reino Unido que podría hacer que este país modernizara las instalaciones existentes y facilitara el desarrollo de una nueva generación de plantas.

De la misma manera, el pasado 19 de enero, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, afirmó que una política coordinada en materia de energía en laUEno podía dejar de lado la opción nuclear. Y Joaquín Almunia, comisario de Asuntos Económicos, ha propuesto reabrir este debate, pues "es suicida prescindir de la energía nuclear".

Aun así, la sombra del accidente de Chernobil es alargada, pues el 26 de abril de este año se cumplen los 20 años del accidente. De hecho, en estos dos decenios ha habido un parón casi total de las nuevas plantas en la UE. Suecia, Alemania, Bélgica y los Países Bajos han establecido programas de cierre gradual de sus centrales, mientras que otros países, como Finlandia o Francia, apuestan por esta energía. Austria e Italia no tienen instalaciones nucleares, mientras que Bélgica y España mantienen una moratoria a las nuevas construcciones. Finlandia es el único país de la UE que construye una central (Olkiluoto-3, que levanta un grupo de empresas), mientras que Francia (con un 80% de electricidad del átomo) levantará un reactor en Flamanville.

En los últimos doce años se han clausurado en todo el mundo 33 reactores y se han conectado a la red 54, lo que significa un incremento de menos de dos reactores al año. La energía nuclear sólo ha aportado una cuota de mercado del 2% al incremento anual de potencia en la generación eléctrica en este periodo. Y, de cumplirse las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía hasta el 2030, la cuota de electricidad pasaría del 16% actual al 9%, según Marcel Coderch, secretario de la Asociación para el Estudio de los Recursos Energéticos, convencido del declive de esta fuente energética.

Mariano Marzo, profesor de Geología de la UB, recuerda que la energía del átomo no puede suplir al petróleo o el gas. La energía nuclear produce electricidad, pero no sirve para atender la demanda de carburantes para el transporte, cuando es precisamente éste el sector que se ve más afectado por el encarecimiento del petróleo y el que se ha convertido en el foco emisor más preocupante de gases invernadero. Sin ir más lejos, en Catalunya, por ejemplo, un 50% del consumo final de energía se produce en el transporte, pues más del 95% de los vehículos utiliza productos derivados del petróleo. En todo caso, la aportación eléctrica de las nucleares supliría o complementaría la producción de las térmicas que funcionan con gas, fuel o carbón.

La energía nuclear sólo sería útil al transporte si la sociedad evolucionara hacia un modo de moverse dominado por vehículos eléctricos, híbridos o a base de células de hidrógeno (en el que se utilizara electricidad de centrales nucleares). Pero todo esto queda aún muy lejano. Y, de hecho, es posible que la sustitución del petróleo en los vehículos pueda venir dada antes por los biocarburantes (bioetanol para los vehículos con gasolina y biodiésel para los coches que funcionan con fuel).

La industria nuclear es vista como una ayuda clave para que la UE pueda reducir su dependencia energética del exterior. España importa un 80% de sus recursos energéticos, mientras que en el conjunto de laUEla dependencia del petróleo exterior alcanzará el 94% en el 2030. Por eso, el Foro Nuclear opina que la energía del átomo no se debe ver como un sustituto de petróleo o el gas. "El fuerte ritmo de crecimiento de consumo de electricidad hace necesario contar con todas las fuente disponibles de producción, especialmente con aquellas capaces de producir electricidad de forma continua", dice Santiago San Antonio, su director general.

De hecho, es imposible generalizar el modelo francés. "Sustituir todos los combustibles fósiles empleados en la generación eléctrica para el año 2030 requeriría construir unos 4.700 reactores de 1 GWe, es decir, un reactor cada dos días durante los próximos 25 años", expone Coderch, quien alude a la consiguiente dificultad para obtener tanto uranio y tratar los desechos radiactivos. Cabe la posibilidad de tender hacia centrales de nueva generación basadas, por ejemplo, en el plutonio (que se podría obtener del reciclado de los residuos radiactivos de las plantas convencionales), pero esta opción conlleva el riesgo de proliferación de armamento nuclear, según el profesor Mariano Marzo.

"La energía nuclear de fisión no es la panacea, pero resulta imprescindible para garantizar la vigencia de nuestro modelo socioeconómico, basado en el crecimiento económico exponencial e ilimitado y en la aplicación de una ecuación que nos dice que el crecimiento económico se logra mediante un crecimiento en paralelo del consumo energético. En Catalunya, más del 50% de la electricidad que consumimos es de origen nuclear, y si no paramos el continuo crecimiento del consumo, resulta difícil abordar con éxito su sustitución progresiva por otras fuentes", agrega el profesor Mariano Marzo.

Por Antonio Cerrillo (La Vanguardia)

 Fuente: Fundación Entorno

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