Según fuentes de El Musel, «se trata de dar continuidad a una práctica ya consolidada, con las mejoras derivadas de la experiencia y las mayores exigencias medioambientales». La adjudicación se hará por un periodo de dos años.

El pliego de condiciones incluye un mapa en el que el Puerto ha marcado 25 puntos en tierra y mar donde se deberían realizar los muestreos correspondientes a los diferentes controles. En lo que respecta a la calidad de las aguas marinas, trimestralmente se tomarán muestras en tres profundidades para medir in situ su temperatura, conductividad, salinidad, oxígeno disuelto, PH, turbidez y transparencia. También se controlarán indicadores biológicos como la concentración de clorofila y otros físico-químicos como el nivel de nitratos, fosfatos, amonio, saturación de oxígeno, nitritos y sólidos en suspensión. Además se medirá la presencia de hidrocarburos y detergentes en superficie. Cada seis meses también se analizará la presencia en superficie de sustancias como el tolueno, etilbenceno, zinc, cobre, cromo, arsénico, cadmio, plomo, mercurio y níquel. Y con periodicidad anual se controlarán además otras como el naftaleno, fluoranteno y compuestos organometálicos de estaño.

La adjudicataria de este plan de vigilancia también mantendrá un control semestral sobre la calidad de los sedimentos marinos, para determinar tanto su granulometría y concentración de sólidos como la presencia de metales pesados o hidrocarburos. También hará un seguimiento de parámetros biológicos, con muestreos semestrales que permitan conocer la taxonomía y abundancia de fitoplancton, macroalgas, angiospermas y la fauna bentónica de invertebrados, con especial atención a aquellas especies más sensibles a las perturbaciones de su medio.

Cabinas de protección

El contrato contempla, en lo referente al control de la calidad del aire, la realización de campañas de medición de partículas sedimentables. Cada una durará un mes y se realizará en tres puntos de muestreo que serán fijados por la Autoridad Portuaria. Habrá además dos puntos fijos de control de partículas PM10 (menores de 10 micras). El Puerto indica que los equipos actuales «carecen de cabina de protección contra la intemperie», por lo que el contratista deberá instalar unas que, una vez concluido el servicio, se quedarán en El Musel. Además de un mantenimiento continuo de estos dispositivos -cualquier incidencia en su funcionamiento debe poder resolverse en menos de dos horas-, la empresa deberá contar con un experto en «modelización y caracterización» de las partículas que permita identificar su composición y, de este modo, su posible origen.

El plan de vigilancia ambiental incluye campañas anuales de seguimiento de los niveles sonoros en cuatro puntos «que cubren el entorno afectado por las emisiones sonoras de la actividad portuaria», así como el control de los vertidos que hacen a las redes de saneamiento los diferentes concesionarios presentes en el puerto. En lo que respecta al control de las empresas, se prevén visitas para conocer el grado de cumplimiento de los requisitos ambientales establecidos para cada una.

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