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nov 29, 2015

Cambio climático: El planeta se la juega en la Cumbre de París


«Somos la primera generación que siente los efectos del cambio climático y la última que puede hacer algo para solucionarlo». La frase resume de una forma tan certera la encrucijada en la que se encuentra la humanidad, que el propio presidente estadounidense Barack Obama se la apropió para anunciar este verano en la Casa Blanca un plan para reducir el uso de centrales de carbón y su voluntad firme de «liderar al mundo en este desafío», al que la comunidad internacional tratará de hacer frente en la Cumbre del Clima -también llamada COP21- que arranca el lunes día 30 en París.

No obstante, la consigna pertenece al gobernador del estado de Washington Jay Inslee. Y no es baladí que sea un representante de la administración el que la haga en un país en el que uno de los máximos representantes que acudirán a la reunión de París, el senador James Inhofe -presidente del comité de Medio Ambiente del Senado de EEUU-, bromeaba a principios de año sobre el cambio climático mientras lanzaba una bola de nieve al presidente de la Cámara y le espetaba: «Dicen que 2014 ha sido el año más cálido del registro. Y yo le pregunto: ¿sabe lo que es esto? Es una bola de nieve recogida ahí fuera y le puedo garantizar que está haciendo mucho frío».

Más de 190 países se dan cita el 30 de noviembre en París para definir cuáles serán los nuevos objetivos para combatir las consecuencias del Cambio Climático durante la próxima década. Cerca de 170 naciones ya han publicado cuáles serán sus contribuciones, todavía insuficientes colectivamente para lograr el objetivo de no superar los 2º C de calentamiento en la superficie terrestre, con los compromisos presentados, se alcanzarían los 2,7% (valor medio dentro de una horquilla).

Fuente: elmundo.es

Sin embargo, y contrariamente a lo que sucedió en la frustrada Cumbre de Copenhague de 2009 cuando las expectativas sobre un gran acuerdo mundial estaban en todo lo alto, salvando anécdotas marginales como la desafortunada comparecencia de Inhofe, apenas queda rastro alguno de escepticismo climático ni en la esfera política ni en la científica. Existe un consenso superior al 98% entre los académicos; los 196 países que participarán en las negociaciones han aceptado que es necesario limitar el aumento de la temperatura media global a un máximo de 2ºC para el año 2100 y 177 de ellos ya han presentado compromisos voluntarios de reducción de emisiones de efecto invernadero. El escenario es claramente distinto al que precedió a la gran decepción de Copenhague.

Líderes religiosos como el Papa Francisco o el Dalai Lama han señalado la importancia de actuar con urgencia contra el cambio climático. La Organización Mundial de la Salud ha pedido a la comunidad internacional un acuerdo firme, ya que «tiene una gran importancia para la salud pública y tiene el potencial para salvar vidas en todo el mundo», afirmaba la organización ayer en un comunicado. Y el Consejo Asesor de las Academias Europeas de Ciencias (EASAC, por sus siglas en inglés), que agrupa a 29 academias nacionales de ciencias de la UE -incluida la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales-, ha redactado una declaración señalando la «decisión crítica» a la que se enfrenta la comunidad internacional a partir de mañana. A pesar de las sólidas evidencias científicas sobre el calentamiento global debido a la acción humana, «EASAC continúa preocupada, en todo caso, porque la transformación de esta sustancial evidencia científica en una respuesta en forma de políticas internacionales ha fallado hasta el momento y no ha estado a la altura de la magnitud real y de la urgencia del problema», cita el consejo científico.

Sin embargo, y contrariamente a lo que sucedió en la frustrada Cumbre de Copenhague de 2009 cuando las expectativas sobre un gran acuerdo mundial estaban en todo lo alto, salvando anécdotas marginales como la desafortunada comparecencia de Inhofe, apenas queda rastro alguno de escepticismo climático ni en la esfera política ni en la científica. Existe un consenso superior al 98% entre los académicos; los 196 países que participarán en las negociaciones han aceptado que es necesario limitar el aumento de la temperatura media global a un máximo de 2ºC para el año 2100 y 177 de ellos ya han presentado compromisos voluntarios de reducción de emisiones de efecto invernadero. El escenario es claramente distinto al que precedió a la gran decepción de Copenhague.

Líderes religiosos como el Papa Francisco o el Dalai Lama han señalado la importancia de actuar con urgencia contra el cambio climático. La Organización Mundial de la Salud ha pedido a la comunidad internacional un acuerdo firme, ya que «tiene una gran importancia para la salud pública y tiene el potencial para salvar vidas en todo el mundo», afirmaba la organización ayer en un comunicado. Y el Consejo Asesor de las Academias Europeas de Ciencias (EASAC, por sus siglas en inglés), que agrupa a 29 academias nacionales de ciencias de la UE -incluida la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales-, ha redactado una declaración señalando la «decisión crítica» a la que se enfrenta la comunidad internacional a partir de mañana. A pesar de las sólidas evidencias científicas sobre el calentamiento global debido a la acción humana, «EASAC continúa preocupada, en todo caso, porque la transformación de esta sustancial evidencia científica en una respuesta en forma de políticas internacionales ha fallado hasta el momento y no ha estado a la altura de la magnitud real y de la urgencia del problema», cita el consejo científico.

El presidente del Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC, en inglés), Hoesung Lee, también se ha mostrado «esperanzado» sobre la posibilidad de lograr un acuerdo en la Cumbre de París en un artículo publicado en la revista Science. El contexto es muy favorable para que de la reunión salga un acuerdo global y vinculante que limite las emisiones y, por tanto, el aumento de la temperatura, según varios negociadores internacionales. Pero a partir de ahí, comienza el juego de las palabras dentro de un documento al que tendrán que dar el visto bueno una por una las 196 delegaciones que participarán en la Cumbre.

La Unión Europea es la potencia más ambiciosa con respecto a sus compromisos y ha fijado en una reducción del 40% de las emisiones para 2020 con respecto al año 1990. Y además, para ese mismo año, se ha comprometido a tener una penetración del 27% de fuentes renovables y un objetivo de mejora de la eficiencia energética del 27%.

Pero la ambición europea se muestra también en las exigencias, en las líneas rojas que la UE ha marcado a la comunidad internacional. Sólo aceptará un acuerdo que sea jurídicamente vinculante, que fije como objetivo final la meta de los 2ºC de aumento máximo de la temperatura global en 2100 -con los compromisos suscritos hasta la fecha, la temperatura se iría hasta los 2,7ºC para esa fecha- y que sea transparente y permita a Naciones Unidas verificar que se cumplen los compromisos en cada uno de los países que lo suscriban. Y, al margen de asuntos de financiación para los países en vías de desarrollo o del límite de 1,5ºC que aún reclaman algunos países africanos o pequeños insulares, aquí empiezan a surgir los grandes escollos de la negociación. Estados Unidos no quiere un acuerdo jurídicamente vinculante debido a los problemas que tiene para ratificarlo en el Senado. Y China se niega a permitir en su país verificaciones de terceras partes.

Fuente: elmundo.es

Los últimos datos anuales cerrados correspondientes a 2014 indican que la temperatura global ya ha aumentado en la Tierra 0,75ºC con respecto a los niveles preindustriales. Pero las estimaciones realizadas en lo que va de 2015 indican que ya se han superado los 0,8ºC sobre esa época.

La Conferencia de París es un punto de partida. "Como las contribuciones son insuficientes, se plantea que haya una revisión cada cierto tiempo", señala el subdirector general de la Coordinación de Acciones frente al Cambio Climático en España, Eduardo González. La prioridad consiste en establecer un mecanismo de control que revise la actividad de cada país. Todo está por decidir, pero las recomendaciones apuntan la necesidad de creación de mecanismos creíbles para regular la evolución de cada país cada cinco años y promover la inversión para la descarbonización de todos los sectores de actividad. Tanto el secretario de Estado de Medio Ambiente, Pablo Saavedra, como la directora de la Oficina de Cambio Climático apuntan en la misma dirección. "Los 177 países que ya han presentado sus compromisos suponen casi el 90% del total y el 95% de las emisiones mundiales. Esto situaría la temperatura global en 2,7ºC por encima de la era preindustrial en 2100 y no es suficiente. Por eso necesitamos un acuerdo que sea revisable cada cinco años y que esté en constante cambio", explica Saavedra. Independientemente de lo que se pueda considerar un éxito o un fracaso en París, de esta cumbre no saldrán ya los compromisos concretos para limitar el aumento a 2ºC, sino que será un objetivo al que se vaya aproximando la comunidad internacional en las sucesivas revisiones.

En 2007 James Lovelock, científico conocido por su teoría de Gaia advertía en su libro, La venganza de La Tierra, de que "para corregir o suavizar las graves consecuencias de nuestros errores pasados hará falta un extraordinario esfuerzo internacional y un proceso cuidadosamente planeado para reemplazar los combustibles fósiles por otras fuentes de energía más seguras. Como civilización, somos como un toxicómano, que morirá si sigue consumiendo su droga, pero también morirá si la deja de golpe". La Cumbre del Clima de París es una nueva oportunidad para iniciar este proceso de forma globalizada.

Fuente: elmundo.es

Los científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) han constatado en más de 25 años de investigaciones que el Cambio Climático es inequívoco y que, con un 95% de certeza, el ser humano es responsable de ello. A pesar de la firma del protocolo de Kioto y su entrada en vigor en 2005, las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global no han cesado de crecer.

Pero la ciencia dice que no queda tiempo. La concentración de CO2 en la atmósfera ha superado casi todos los meses de 2015 las 400 partes por millón, algo que no sucedía desde el Plioceno, hace más de 2,5 millones de años, cuando la Tierra era más cálida y el nivel del mar más elevado.

Fuente: elmundo.es

La Organización Meteorológica Mundial acaba de presentar unos datos de temperatura global hasta el mes de octubre que indican que 2015 va camino de convertirse en el año más cálido del registro. «París no es la meta, es el inicio de un camino que todos tenemos que recorrer y que es el que la ciencia nos señala para que la temperatura global no supere en ningún caso los 2ºC de aumento en 2100 con respecto a los niveles preindustriales», afirmaba recientemente la ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina. Y lo cierto es que los políticos tienen la bola en su tejado. Un informe elaborado esta semana por la Universidad de Stanford trazaba la senda para que los países individuales hagan esa transición hacia una economía baja en carbono y concluía que es posible alcanzar los objetivos de los que se hablará en París mucho antes de lo que se está planteando. «Las barreras para un futuro 100% renovable en 2050 son sociales y políticas, no tecnológicas», afirmaba el autor Mark Z. Jacobson, profesor de Ingeniería Civil y Ambiental en Stanford.

La marcha contra el cambio climático en París se salda con un centenar de detenidos

Unidades antidisturbios de la policía francesa han dispersado con gases lacrimógenos y cargas una protesta en la plaza de la República, en el centro de París, vinculada con la cumbre del clima (COP21) que comienza mañana que se ha saldado con un cenetenar de detenidos.

La policía ha tomado el control total de la plaza con un gran despliegue de fuerzas antidisturbios listas para actuar, que minutos antes se habían enfrentado a unos centenares de manifestantes.

Los jóvenes, algunos de ellos enmascarados, habían arrojado objetos a la policía en protesta por la cancelación de la gran manifestación que hoy debía celebrarse y que fue cancelada, por motivos de seguridad, tras los atentados del 13-N.

Pese a que la manifestación no había sido autorizada, sí se permitió que, apenas dos horas antes, se formase una cadena humana que se extendió pacíficamente a lo largo de varias avenidas y bulevares del este de la ciudad, desde la plaza de la República hasta la plaza de la Nación, un recorrido de unos tres kilómetros. Además los manifestantes habían colocado más de 10.000 pares de zapatos entre los que se encontraban también los del Papa Francisco, que ha querido también marcar un gesto de proximidad con los que no han podido manifestarse y de exigencia con los negociadores de los 195 países implicados en la COP21.

Protestas en otras ciudades del mundo

La Marcha Mundial por el Clima está recorriendo hoy ciudades de todo el mundo, desde Sídney a Río de Janeiro con motivo de la celebración, a partir de mañana, de la Cumbre del Clima de la ONU en París (COP21), que debe alcanzar un acuerdo para frenar la emisión de gases invernadero.

En Madrid un total de 15.000 personas, según los organizadores, han marchado entre Cibeles y la Puerta del Sol para pedir medidas urgentes contra el cambio climático y que se acelere la transición hacia un modelo energético totalmente renovable.

Uno de los mensajes más defendidos en Madrid ha sido que el cambio climático tiene un impacto directo en el ser humano, especialmente en la población más pobre y vulnerable, por lo que es acuciante tomar medidas justas.

Una vez que la marcha ha desembocado en la Puerta del Sol, la directora de cine Icíar Bollaín ha sido la encargada de leer un manifiesto por el clima en el que ha incidido en las consecuencias fatales del cambio climático y la necesidad de hacerle frente con ambición y urgencia.

Leer noticia en fuente original: elmundo.es | abc.es



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