06/01/2006
Autor: Jorge Mata. Miembro de la Atlantic-Pacific Alliance
Para empezar, lo correcto hubiese sido añadir “Estudio:” al principio, o “:estudio” al final (aunque ya hemos visto que en la prensa española no hay problema ninguno por hacer las noticias más duras aún que los originales, y que las comillas no tienen la misma función que en otros sitios).
Entre otras aseveraciones tremendistas, se afirman cosas como éstas:
- "La contaminación atmosférica se ha relacionado en múltiples estudios con una mayor riesgo de sufrir enfermedad cardiovascular. Sin embargo, hasta ahora no se comprendía bien cómo la contaminación afecta a los vasos sanguíneos del cuerpo. Un estudio experimental [...] ha aportado algunas de las pruebas más convincentes de que la exposición prolongada a la contaminación atmosférica -incluso en niveles permitidos- aumenta las enfermedades
del corazón."
- "los investigadores determinaron mecanismos concretos y demostraron que la contaminación atmosférica puede ser especialmente perjudicial cuando se combina con una dieta alta en grasas"
- "Las emisiones se originan principalmente en centrales eléctricas y por los tubos de escape de los vehículos."
- "Los resultados demuestran una relación causa-efecto", junto con lo siguiente al titular: "Un estudio experimental demuestra que la contaminación favorece la aterosclerosis".
¡Que estamos hablando de ratones, por Dios! Aunque el titular no lo diga, no es un estudio con personas. El estudio se realizó con cuatro grupos de siete ratones: siete con alimentación normal y aire purificado, siete con esa alimentación más aire con los niveles habituales de contaminación en Nueva York, siete con alimentación grasa y aire purificado y siete con esa alimentación y aire sin purificar.
Ninguna limitación sobre los resultados del estudio, ningún comentario sobre el atrevimiento de estas afirmaciones con muestras tan pequeñas de animales, ningún comentario sobre estudios que no confirman estos hallazgos, y ningún problema para hablar con ligereza de haber demostrado, nada menos que demostrado, “relación causa-efecto", entre otras cosas.
El número de sujetos del estudio es tan pequeño que la propia nota de prensa que lo anunciaba la semana pasada contenía alguna cualificación, que en la traducción se pierde:
"Incluso con la dieta baja en grasas se observa algún efecto. Esto es algo que da que pensar", afirma Chen, quien sospecha que la exposición a las PM2,5 también podría afectar enormemente incluso a las personas que no siguen dietas altas en grasas.
El original es un poco más humilde. Hay una frase de la nota original que citamos al principio que precede a la que acabamos de reproducir y que en la versión española se ha “caído”:
Aunque el hallazgo de placas mayores entre ratones con dieta normal no era estadísticamente significativo, Dr Chen cree que futuras investigaciones en mayor número de animales harán sólida la tendencia.
“Tendencia” es esa que no es significativa, según el buen doctor. Y, por lo que parece, no es nada sólida. Veamos otro problema de estas afirmaciones.
Los problemas cardiovasculares disminuyen
Aquí tenemos un gráfico que sí que es significativo, y a la vez tranquilizador:
[En esta gráfica, “Heart disease” es “problemas de corazón” y “Stroke” es “accidente cerebrovascular”.]
Decimos que es significativo porque casi toda la población de los EE UU queda incluida en esta vigilancia de los CDC, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, que hacen sus estadísticas a partir de las recogidas por los estados de la unión. Es decir, el muestreo incluye más de 50 años de evolución de una población casi al completo. Esto no es trabajar con 28 ratones, esto es observar la evolución de la salud cardiovascular de más
de 200 millones de personas.
El aire actual de Nueva York, como el del conjunto del país, es el mejor en décadas. En el artículo se habla, muy interesantemente, de daños con polución “incluso en niveles permitidos”. Esto responde a la frecuente atribución de toxicidad y peligrosidad a cualquier sustancia sintética al margen de la dosis, consecuencia que los inexpertos deducen de su creencia en que todo lo natural es mejor que cualquier otra cosa, mucho más si es de una
compañía de gran tamaño. Fíjense en que lo llaman “relación causa-efecto”, no dosis-efecto. ¿No es extraño que se siga atribuyendo a niveles residuales de agentes polucionantes, en el rango permitido, responsabilidad en el origen de los problemas cardiovasculares, a la vista de la gráfica anterior?
Es preocupante esta cuádruple tendencia:
- la tendencia de publicar demasiado (resultados con problemas estadísticos tan claros deberían ir a boletines, no a revistas “serias” y tan caras)
- la tendencia a usar calificativos tan alarmistas en titulares y cuerpo del texto
- la tendencia a dejar los problemas metodológicos o de calidad de los datos para el final de las notas de prensa y no dar cuenta de las cualificaciones, peros, quizás, etc. en los artículos que los periodistas generan a partir de ellas
- la tendencia a publicar en diarios de información general sobre trabajos que, como mucho, deberían tomarse como provisionales y son tratados como si fuesen demostraciones o como si se hubiese confirmado o replicado sus conclusiones por otros grupos
No debemos olvidar el toque antiglobi y anticapitalista que anima a estas personas: dos veces en el artículo se señalan las centrales eléctricas y los tubos de escape de los vehículos. Una de las veces se hace con un destacado, en una especie de cajita sin bordes con un tipo de letra mayor que el texto y que se ve con sólo pasar la hoja.
Lo más preocupante de todo es que los legisladores se ven arrollados por la avalancha de noticias como ésta y su repetición constante a bombo y platillos en los medios de información no especializados, y con esa presión establecen prohibiciones y obligaciones que reducen el acceso a las tecnologías de todos, incluidos los alarmistas, que normalmente no prescinden de las mismas.
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Fuente: Libertad Digital
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