Categories: Noticias Ambientales
      Date: ene  3, 2017
     Title: China: La contaminación por PM2.5 en Pekín bajó un 9,9% en 2016, según autoridades locales

Beijing, la capital china, registró más días de cielos azules en 2016, dado que su densidad media de PM2,5 cayó un 9,9 por ciento, informó hoy martes el Departamento Municipal de Protección Ambiental.



La ciudad tuvo 198 días con buena calidad del aire, lo que supone un aumento de 12 días con respecto a 2015, y 39 días de contaminación grave, una reducción de siete días, señaló dicho departamento.

Si bien la densidad media de PM2,5, partículas de menos de 2,5 micras, descendió a 73 microgramos por metro cúbico en 2016, aún se situó un 109 por ciento por encima del estándar nacional.

Desde 2013, la densidad de PM2,5 en la ciudad ha bajado un 19 por ciento.

Los niveles medios de dióxido de azufre, dióxido de nitrógeno y PM10 cayeron el 28,6, el 4 y el 9,8 por ciento, respectivamente, en 2015.

Las autoridades de Beijing han realizado grandes esfuerzos para combatir la polución en los últimos años, incluidos el cierre de fábricas contaminantes y el estímulo del uso del gas natural para reemplazar el carbón.

El consumo de carbón en Beijing ha bajado un 57 por ciento en los tres años pasados. Además, la ciudad quemó menos de 10 millones de toneladas de carbón en 2016.

En la actualidad, el consumo de carbón per cápita de Beijing es menos de una sexta parte del promedio nacional, mientras que su uso de gas natural per cápita es de seis a siete veces el nivel nacional.

La clave para eliminar completamente la contaminación atmosférica grave radica en el reajuste de la estructura industrial y la optimización de la estructura energética, apuntó el director del Centro de Monitorización de la Protección Ambiental, Zhang Dawei.

A fondo de escala

La crisis afecta a Pekín y otras 24 ciudades septentrionales sobre las que el Gobierno ha establecido la alarma roja, la más alta de una escala de cuatro. En ese área viven 460 millones de personas, tantas como la población conjunta de Estados Unidos, Canadá y México.

Muchas ciudades han registrado concentraciones de partículas PM2,5 de 500 microgramos por metro cúbico. Son las más pequeñas y dañinas, capaces de alcanzar los pulmones y el riego sanguíneo. En 500 acaba la capacidad soportada por los medidores, así que la gravedad exacta del cuadro se desconoce. La Organización Mundial de la Salud considera perjudicial para la salud cualquier nivel superior a 25.

'AIRPOCALYPSE'

La población ya maneja con soltura la abstrusa jerga científica y suma términos coloquiales con rapidez: 'airpocalypse' (por la contracción de aire y apocalipsis en inglés), 'cielos APEC' (esos días inusualmente azules que acompañan a las cumbres internacionales en la capital) o el más reciente de 'refugiados de la contaminación'. Son los que huyen a la carrera por tierra, mar o aire cuando llegan las previsiones más oscuras. Las agencias de viajes han confirmado un aumento significativo de movimientos en las dos últimas semanas a pesar de que China carece de vacaciones de Navidad. Pero la escapada es complicada. Un centenar de vuelos han sido cancelados en Pekín y otros 300 en la ciudad vecina de Tianjin en los dos últimos días por la nula visibilidad. También se han cortado las principales autopistas de salida de la capital.

En las crisis más graves se cierran escuelas y se recomienda no salir de casa si no hay más remedio, se restringe la circulación de vehículos privados y de camiones y se paralizan las fábricas y las obras de construcción. La última empezó el 20 de diciembre y, con un breve respiro de un par de días, se alargará hasta el 5 de enero.

Cuesta sostenerlo hoy, pero el cuadro general ha mejorado desde que Pekín declaró formalmente la guerra a la contaminación dos años atrás. Los días azules han aumentado en la capital y el último verano fue limpio con pocas excepciones. Ocurre que todos los esfuerzos gubernamentales fracasan cuando en invierno confluyen el aumento de la quema del carbón para la calefacción y la falta de viento. Los pequineses suspiran por la llegada de las frías corrientes de aire de Mongolia que en media hora convierten el cielo negro en azul. La mascarilla en la calle y el purificador de aire en casa son mientras tanto imprescindibles.

EFECTOS DEVASTADORES EN LA SALUD

La contaminación está detrás de casi un tercio de las muertes en China, según un estudio de la Universidad de Nanjing. Otro de la Academia Nacional estadounidense revelaba que los habitantes del frío norte viven una media de 5,5 años menos que los del cálido sur por el carbón utilizado en invierno. Los efectos devastadores de la contaminación para el planeta y la salud humana son bien conocidos por Pekín.

El doble proceso de industrialización y urbanización que ha sacado a 400 millones de chinos de la pobreza en tres décadas también ha destrozado su medioambiente. Hace años que Pekín defiende un crecimiento económico científico, racional, sostenido o cualquier otro eufemismo que aclare que ya no vale todo. Sus esfuerzos son innegables. Miles de fábricas de acero y carbón han sido cerradas a pesar del castigo que supone para la economía nacional y el doloroso aumento de desempleados. China invierte ya más que Estados Unidos y Europa juntos en energías limpias. Ocurre que la transición de un sistema productivo basado en el carbón a otro que confía en las nuevas energías en un país de la magnitud china equivale a empujar a un paquidermo. El manto negro que cubre estos días el norte de China recuerda que el camino es largo y pedregoso.

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