La presencia de sustancias contaminantes y gases de efecto invernadero en la atmósfera por el transporte no deja de aumentar. Un vehículo emite de media 162,3 gramos de CO2 a la atmósfera por cada kilómetro recorrido. Es decir, un 2,48% menos que en el año 2000. No obstante, pese a esta mejora, la realidad es que en las carreteras españolas circulan cada vez más y más coches.
01/10/2005
Un dato: en lo que va de año se ha incrementado la matriculación en un 10 por ciento y ya hay casi 26 millones de vehículos circulando por nuestras carreteras.
Si multiplicamos esta cifra por los 162,3 gramos de CO2 que emite de media cada coche, vemos que si todos los vehículos matriculados del país se echaran a la calle y recorrieran tan sólo un kilómetro emitirían un total de 4.188 toneladas de CO2 a la atmósfera.
En la actualidad, casi 26 millones de vehículos –concretamente 25.804.341– circulan por nuestras carreteras llevando a las ciudades el caos circulatorio y mermando aún más la calidad de aire. Según los últimos datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), los vehículos emiten de media 162,3 gramos de CO2 por kilómetro recorrido. Así, si toda la flota de vehículos matriculados del país se echara a la calle y
recorriera tan sólo un kilómetro emitiría 4.188 toneladas de CO2 a la atmósfera.
En España, una cuarta parte de las emisiones tiene su origen en el transporte y de éstas el automóvil es el responsable del 83 por ciento. Es decir, que casi el 21 por ciento de la contaminación total se debe al automóvil a pesar de los esfuerzos de los fabricantes por reducir las emisiones de los vehículos. Así, en 2004, las emisiones medias de CO2 se redujeron en un 12,7 por ciento respecto a las de 1995, según el IDAE.
No obstante, aún estamos lejos del compromiso de los fabricantes de alcanzar en 2008 los 140 gramos o menos de CO2 por kilómetro recorrido en los vehículos nuevos. Así, «mientras en 2002, 330.000 vehículos emitían 140 gramos o menos de CO2 por kilómetro recorrido, en 2003, esta cifra la alcanzaron 30.000 automóviles más», explica Julio León, director de la Asesoría Técnico Mecánica del Comisariado Europeo del Automóvil (CEA).
Las alternativas son «recircular la emisión de los gases de los tubos de escape, la inyección de alta presión en los vehículos de motor diésel e introducir en el mercado nuevos combustibles como el hidrógeno», asegura Julio León. Pero, a pesar de que el futuro del hidrógeno no es tan lejano, «depende de lo que se invierta» en esta alternativa, añade. A estos gases de efecto invernadero hay que sumar las partículas en suspensión (PM). En
España, en 2004, el 65,1 por ciento de los turismos matriculados eran diésel, según la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac).
Los diésel, a pesar de tener un menor consumo de combustible que los de gasolina (consumen 6,04 litros de gasolina por cada 100 kilómetros, mientras que los de gasolina consumen de media 7,33) y, por tanto, emitir menor cantidad de CO2 (los diésel emiten de media 15 gramos de CO2 menos por kilómetro recorrido que los de gasolina) , emiten, según el tipo de vehículo, entre 20 y 30 microgramos de partículas, frente a los aproximadamente cinco
que emiten los de gasolina. «Los diésel son mucho más perjudiciales para la salud» ya que estas partículas no pueden ser retenidas por nuestra mucosa «por lo que pueden llegar a los alveolos», manifiesta Julio León. No obstante, en la actualidad seis vehículos diésel nuevos contaminan menos que uno fabricado en 1993, según Anfac.
La presencia de sustancias contaminantes en la atmósfera incrementa el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y respiratorias, alergias o cáncer. Así, según el último estudio europeo Apheis –publicado en 2005– realizado en 26 ciudades europeas, se estima que un total de 11.375 muertes prematuras –8.053 cardiovasculares y 1.296 respiratorias– podrían ser evitadas al año si se redujeran los niveles de partículas en suspensión 2,5 (PM 2,5)
en 20 microgramos por metro cúbico en cada ciudad; y que se evitarían hasta 16.926 si se redujeran a 15 microgramos por metro cúbico. «En Madrid, por ejemplo, se podrían evitar 1.699 muertes prematuras al año si se redujeran en cinco microgramos por metro cúbico los niveles de las mayores partículas en suspensión (PM10)», explica Juan García, de Ecologistas en Acción.
Por otra parte, un cambio que se está produciendo en España es el creciente furor por los todoterrenos. Así, en 2004 se matricularon en España, según Anfac, casi 100.000 todoterrenos, la mayoría de ellos diésel. Un automóvil que consume más carburante –y, por tanto, emite más sustancias contaminantes a la atmósfera– que un vehículo medio «ya que los todoterreno tienen un mayor rozamiento –tanto por aire, como por carretera– y presentan,
además, el problema de la inercia ya que por su peso cuesta más acelerar y frenar», explica Francisco Segura, portavoz de Ecologistas en Acción. Por eso, los conductores de este tipo de vehículos en algunas ciudades europeas tienen gravámenes. Así, «en Roma, los propietarios de todoterrenos pagan el triple de los impuestos de circulación que el resto y en otras, como en París, se les veta la entrada a la capital francesa cuando los niveles de
contaminación son muy elevados», añade Segura.
Ante este panorama hoy finaliza la semana de la movilidad con la celebración del día sin coches que este año tiene como lema «Al trabajo, sin mi coche». Un acto que viene repitiéndose anualmente en la UE desde el año 2000 y cuyo objetivo es fomentar durante todo el año –y no sólo durante esta semana– una movilidad sostenible, a través del estímulo del transporte alternativo. Pero la realidad es que el coche privado sigue siendo el primer medio
de transporte para los desplazamientos y, sobre todo, el primero en el caso de las ciudades medias o pequeñas. Así, por ejemplo, mientras en Madrid y en Barcelona, según el último informe del Observatorio de la Movilidad Metropolitana publicado en 2004, el 50,9 y el 40,8 por ciento de los desplazamiento se realizaron en coche, respectivamente, en Sevilla, Alicante, Granada y Valencia, se utilizaba el vehículo privado para más del 60 por ciento de
los desplazamientos.
Desde que comenzó esta iniciativa, su difusión, a pesar de que cada vez son más las ciudades que se suman a esta campaña –este año se ha aunado a 1.394 ciudades europeas, mientras que en 2003 fueron 1.498–, ha ido disminuyendo. El problema es la falta de medidas por parte de las administraciones. «En Madrid, por ejemplo, hace cuatro años se restringía el tráfico en cinco áreas de la ciudad», recuerda Segura. Pero en un futuro no tan lejano, la
calidad del aire de nuestras ciudades se prevé aún si cabe peor. Así, con el Plan de Infraestructuras de Fomento –que pretende construir 6.000 km de autovías y autopistas y 9.000 de tren de altas prestaciones– «España se convertirá en el primer país europeo y el tercero del mundo con más kilómetros de autovías y autopistas», añade Segura.
Fuente: Canal Empresa
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