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sep 29, 2005

¿Existe consenso científico entorno al Protocolo de Kioto?


La ciencia tras el protocolo de kioto no cuenta con el consenso científico que habitualmente se pretende. Para demostrarlo, la Fundación Rafael del Pino ha convocado en España a algunos de los primeros climatólogos del mundo, que llevan años mostrando una posición crítica frente al análisis científico en que se basa la medida política firmada en la ciudad japonesa de Kioto.

29/09/2005

El título bajo el que se han convocado varios expertos internacionales y españoles es el de “Cambio climático, ¿mito o realidad?”, lo que avanza la intención de la fundación de presentar ante los asistentes las claves del debate que se está manteniendo fuera de nuestras fronteras. Es la segunda vez que se aborda este debate en España, tras el celebrado en la Universidad Rey Juan Carlos, Kioto y la economía española, organizado por el Instituto Juan de Mariana.

El primer ponente fue Joaquín Meliá, de la Universidad de Valencia, que valoró los factores naturales y humanos que inciden en el equilibro energético de la Tierra, como el efecto invernadero. Este último, de carácter natural, tiene una incidencia de 153 watios por metro cuadrado. De estos, 150 se deben al vapor de agua y el resto al CO2 y otros gases de efecto invernadero; una parte de éstos son emitidos por el hombre. Uno de los científicos convocados al acto, Fred Singer, calificó la contribución humana al efecto invernadero de “insignificante”.

Pero este fenómeno natural, en el que también interviene el hombre, es solo uno de los que inciden en la temperatura de la Tierra. Entre los factores naturales, que han sido destacados a lo largo del seminario, están el comportamiento solar, el magnetismo terrestre o la evolución de las nubes.

Como destacó el profesor Meliá, una de las posibles influencias del hombre sobre el clima de la tierra es “la modificación en la cubierta vegetal”. Sallie Baliunas, perteneciente al equipo científico del Instituto George C. Marshall y coautora del World Climate Report, abundó en este aspecto de la incidencia de la acción del hombre sobre el clima, ya que es al menos tan importante como el efecto invernadero. No obstante, según informó Saliunas, no está recogido en las consideraciones del IPCC. De este modo, el IPCC, órgano de Naciones Unidas encargado de abordar los asuntos relacionados con el cambio climático y promotor del protocolo de Kioto, no habría tenido en cuenta más que un aspecto de la influencia humana sobre el clima. Por lo que se refiere a las causas naturales del cambio del clima, Sallie Baliunas reconoció que la ciencia del clima está todavía en sus comienzos.

El IPCC ha autorizado varios modelos climáticos, siempre que cuenten con ciertas características y se basen en determinados supuestos. Uno de ellos consiste en el crecimiento exponencial de las emisiones de CO2 a un ritmo del 1% anual. Otro de los climatólogos que acudieron al evento, Patrick C. Michaels, expuso los datos de emisiones de CO2 de las últimas décadas. Y si bien ese crecimiento exponencial se puede observar desde 1955, deja de ser cierto desde 1975, año a partir del cual el aumento en las emisiones mundiales de CO2 tiene un carácter lineal. Hecha la corrección de los modelos no bajo el supuesto de crecimiento exponencial “que no es cierto desde 1975” sino con datos reales, Michaels prevé un calentamiento global para 2100 de 1,7 grados, por debajo de los 2,3 de media que prevé el IPCC.

Las previsiones de Fred Singer son más modestas. Singer es presidente del Science & Environmental Policy Project y profesor en la Universidad de Virginia y dirigió el proyecto científico con el que se montó la red mundial de satélites meteorológicos. El climatólogo y ecólogo comunicó que en su opinión no se está produciendo calentamiento global en estos momentos; y al hacer una extrapolación de la tendencia que muestran los datos de temperatura recogidos por los satélites, los más fiables según el propio científico, el calentamiento para el conjunto del siglo XXI sería de 0,6 grados. Singer explicó que datos tomados en tierra no tienen ninguna validez, dado que están condicionados por la actividad humana. Puso el ejemplo de California, donde las ciudades de más de un millón de habitantes registran más temperatura y más calentamiento que las de menos de cien mil habitantes.

Por otro lado, y pese a su escasa fiabilidad, Singer resaltó a Libertad Digital que son estos datos, los recogidos en tierra, los que tiene en cuenta el IPCC. Los procedentes de los satélites son excluidos de los resúmenes para políticos, pese a ser los más fiables. Son también los que menos calentamiento recogen.

Del mismo modo, Singer se mostró asimismo escéptico con los modelos del IPCC. Explicó que, con un mismo modelo, de los aprobados por el IPCC, se puede prever un calentamiento de entre 1,9 y 11,5 grados sin más que cambiar seis de los más de 200 parámetros que inciden en el clima. “De modo”, explica, “que según el parámetro que elijas puedes alcanzar el resultado que desees”. En particular, Singer considera que “los políticos elegirán los modelos que más concuerden con sus intereses” y pone el ejemplo de Bill Clinton, que para crear un estado de alarma en la población estadounidense que favoreciera un clima político favorable a la adopción de Kioto, eligió dos modelos, uno británico y otro canadiense, pese a enormes discrepancias en sus predicciones para determinadas áreas, porque son los que más calentamiento predicen.

Fred Singer añadió que hay un interés profesional en torcer la ciencia para crear alarma, porque “lo que levanta el miedo levanta dinero”. Recordemos que Christopher Horner ofreció en Libertad Digital las claves detrás de la adopción de Kioto por Estados Unidos, con la compañía Enron de protagonista.

En la segunda mesa participó el coordinador del informe español sobre las consecuencias del cambio climático, José Manuel Moreno. El informe prevé la aparición de especies invasoras, la desaparición de las playas y cambios en la fenomenología de las especies de la península. Varias de las predicciones del informe suscitaron el escepticismo de parte de los científicos invitados. Por ejemplo, Moreno dio cuenta de que el informe preveía un aumento de la temperatura de la península a mitad de siglo de hasta 7 grados en verano y 4 en invierno. Patrick Michaels desconfió de las conclusiones del informe, dado que, según explicó, el efecto invernadero causado por el CO2 se conoce de antiguo y tiene más influencia en zonas frías y secas. Tiene más incidencia en los inviernos que en los veranos, en contra de lo afirmado por el informe español.

El economista Hans Labohm hizo una valoración política del protocolo. Para que tuviera verdadera efectividad, señala el holandés, sería necesario un acuerdo global. Pero los costes de negociadión serían enormes y en realidad no se podría alcanzar dicho acuerdo, a no ser que fuera a costa de la soberanía nacional, por la imposición de un gobierno mundial. Labohm prevé el fracaso político de Kioto, ya que ni Estados Unidos lo ha ratificado, ni China ni el G-77 lo ha firmado, y Europa no lo está cumpliendo. Reconoce que le sorprendió, cuando comenzó an investigar, que la prensa no se hiciera eco de las noticias que iba conociendo en los informes semanales del instituto dirigido por Fred Singer.

Uno de los asistentes al acto fue Andrei Ilarionov, asesor económico de Vladimir Putin. Ilarionov solicitó a José Manuel Moreno los datos en que se basa el informe español, para poder someterlo al escrutinio de la Academia Rusa de las Ciencias, a lo que Moreno se negó en rotundo. Michaels criticó el enfoque del estudio español, recordando que “no se puede confiar en la fiabilidad de la aplicación de un modelo en un área pequeña como los Estados Unidos; no digamos en el caso de España”.

Ilarionov participó como ponente de honor, manifestando que “Kioto es devastador para el desarrollo económico mundial” y que el programa de mejora de la competitividad europea que se conoce como la agenda Lisboa “es incompatible con Kioto”. Añadió que, para atender las necesidades mundiales de energía y reducir las emisiones de gases que provienen de las energías fósiles, “necesitamos una proliferación nuclear pacífica”. También resaltó que, en vacaciones, los ciudadanos se desplazan a áreas más cálidas, y que invitaba a todos los partidarios de la idea de que la Tierra se está calentando a cambiar su residencia por la de Siberia. Antes había recordado Fred Singer una frase de David Kelly, principal asesor científico de Tony Blair, según la cual “la Antártida será probablemente el único lugar habitable de la Tierra”, ante el escepticismo de los concurrentes.

Carlo Stagnaro, del Instituto Bruno Leoni, hizo una valoración de la situación de España y Europa en torno al protocolo de Kioto. Por lo que se refiere al continente, varios de los países firmantes se beneficiarían del tratado porque dañaría la competitividad de otras naciones más que la propia. O favorece ciertos objetivos políticos sin gran coste para el país. Es el caso de Francia, ya que un 80% de su energía procede de centrales nucleares, que en el caso de Suecia es del 44%. Alemania había heredado, en el año base a partir del cual se fijan las cuotas de reducción de emisiones, la industria del Este, desarrollada bajo el sistema socialista, y que resulta ineficiente económica y ecológicamente. Gran Bretaña hizo el cambio del carbón por el gas, en parte por motivos políticos. Los costes de Kioto para estos países ha sido relativamente bajo, pero no puede ser lo mismo para el caso español, explica Stagnaro.

Al fijar un objetivo de emisiones, Kioto perjudica a los países más dinámicos y que más se desarrollan, como es el caso de España en los últimos años. Paradójicamente, según han destacado Singer, Ilarionov, Patrick Michaels y el propio Carlo Stagnaro, el mejor camino para reducir las emisiones en el futuro es el desarrollo económico, que es frenado por la aplicación de Kioto. Michaels recordó que las emisiones de CO2 per cápita en Estados Unidos han decrecido en los últimos años, gracias a que un mayor desarrollo permite un uso más efectivo de la energía. Ello unido a que los países desarrollados han frenado su crecimiento demográfico, indica según el ecólogo Michaels que permitir un mayor desarrollo es el mejor camino para reducir las emisiones.

Carlo Stagnaro expresó que una mayor riqueza permite tener más medios para conseguir un medioambiente más cuidado. En el caso concreto de las emisiones de gases de efecto invernadero, Stagnaro concluyó que “Kioto es una solución a corto plazo, y el mercado lo es a largo plazo”. Juan José Toribio también incidió en que el desarrollo es el mejor camino para un mejor medioambiente.

Kioto, además, tendrá como consecuencia reducir las emisiones de gases de efecto invernadero entre un 1% y un 3%, cuando lo necesario para detener la incidencia humana en ese proceso “sería de entre un 60% y un 80%”, según Stagnaro. Sallie Baliunas había destacado que “serían necesarios 40 kiotos” para lograr ese objetivo a corto plazo.

Los otros dos ponentes de la última mesa fueron Ana Yabar, que en su alocución destacó el papel fundamental del principio de precaución en el protocolo de Kioto, y Juan José Toribio, director del informe de PriceWaterhouseCoopers sobre los efectos del protocolo en la economía española. Toribio explicó que, según el informe, se produciría un aumento de los precios de 2,7 puntos añadidos, y un coste de cerca de 20.000 millones de euros. El coste anual sería vez y media el presupuesto de 2003 del Ministerio de Medioambiente o el doble de los fondos europeos recibidos por España en ese año.

 

  Fuente: Libertad Digital

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