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sep 2, 2005

Mercurio: hacia la desaparición de este contaminante


A principios de 2005, la Comisión Europea presentaba su «Estrategia del mercurio» para acabar en sus fronteras con la producción y el comercio del mercurio, un metal neurotóxico que amenaza nuestra salud de múltiples formas. España promete acabar con el mercado de este metal neurotóxico en seis años.

02/09/2005


Utilizado desde los tiempos de los romanos, el llamado «oro líquido» ha ido perdiendo mercado a medida que se han conocido los graves riesgos que entraña para la salud. Aún así, según la Comisión Europea, sigue habiendo una demanda mundial de unas 3.600 toneladas, principalmente para fabricar pilas, instrumental médico, amalgamas dentales, cloro y sosa, plaguicidas o, en menor escala, en la minería del oro.

Hasta hace poco, las intenciones de la comisión chocaban con la defensa a ultranza de este sector por parte del Gobierno español, pero, ahora, el Ministerio de Medio Ambiente ha anunciado que acepta la propuesta de Bruselas de eliminar las exportaciones del metal líquido de aquí al 2011 y reducir progresivamente la oferta y la demanda dentro de la UE. Se trata de la primera gran prohibición mundial contra esta bomba de relojería y el principio del fin de la era del mercurio.

La «Evaluación global del mercurio» del Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas (PNUMA), así como la «Estrategia del mercurio» de la Comisión Europea, concluyen sin ambages que la dispersión de esta toxina es una amenaza mundial por su peligrosidad intrínseca y por la gran cantidad de población afectada. Este metal tan maleable –de ahí sus múltiples usos– es también una conocida neurotoxina que puede dañar hasta la muerte el sistema nervioso, los riñones y el hígado, provocar trastornos mentales y daños en el sistema reproductor, así como alteraciones del habla, la visión y el oído.

Nada de esto es teórico

La extracción, la manufactura y los residuos de productos mercuriados intoxican hoy a millones de personas en minas de cinabrio (el precursor del mercurio) de Argelia, México o Kirguistán; en la fabricación depilas y baterías por media Asia; en la minería artesanal del oro en Brasil y Colombia o en plantas cloroquímicas de la India. Pero también en España la fabricación de cloro y sosa ha tenido un coste terrible. Es el caso de la Electroquímica Andaluza (EASA), una planta de Úbeda (Jaén) que fabricó entre 1971 y 1991 cloro, sosa y lejía que luego se vendían a varios países. De los 85 empleados que trabajaron allí, 19 han muerto por enfermedad y la mayoría restante padece hoy serios trastornos de salud relacionados con el «mercurismo» o intoxicación por mercurio.

«Empezamos a trabajar en el año 71 –explica Antonio Martínez, portavoz de los antiguos trabajadores de EASA– sin máscaras protectoras, respirando todo el tiempo el mercurio caliente, que se evapora mucho más deprisa que a temperatura ambiente. Después nos dieron unas máscaras que nos protegían algo, pero seguíamos respirando mercurio evaporado, y, además, se nos metía por la piel. Hasta 1976 o 1978 no empezaron a hacernos análisis en Almadén y en Madrid. Salían cifras altas de mercurio en sangre y orina, pero los médicos de la empresa nos decían que no fuéramos a trabajar un día o dos y poco más».

Los tribunales han reconocido enfermedad laboral en 40 casos y, aunque las primeras sentencias datan de finales de los 80, los sucesivos recursos de la última propietaria de la fábrica –el grupo Uralita, acostumbrado a reclamaciones similares ligadas al amianto– han retrasado más de diez años el cobro de unas indemnizaciones que no superan los 60.000 euros por afectado.

Incluso en pequeñas dosis, el mercurio o el subproducto que forma en contacto con el ambiente –el metilmercurio, aún más tóxico– suponen un peligro, sobre todo para las poblaciones que basan su dieta en el pescado.

«Entre el 1 y el 5 por ciento de la población europea –explica Timo Makela, director de la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea– está expuesta a niveles de mercurio próximos al límite tolerable, pero en la población mediterránea, que consume gran cantidad de pescado, ese porcentaje seguramente sea mucho mayor». A este respecto, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria advierte que las personas que consumen mucho pescado –en especial, peces depredadores de gran tamaño como los atunes– pueden alcanzar o rebasar los niveles de seguridad establecidos. Es el caso de la región eslovena de Idrija, cuyas explotaciones mineras han estado cinco siglos vertiendo mercurio a los ríos locales y al golfo de Trieste.

«La mina hoy está cerrada, pero calculamos que los vertidos de Idrija han esparcido unas 37.000 toneladas de mercurio en el medio ambiente local y han contaminado mucho el río Idrija, sus presas y la zona pesquera del golfo de Trieste. La gente come menos pescado de la zona porque conocen el peligro», explica Milena Horvat, investigadora del Instituto Josef Stefan de Ljubljana.

Los grupos de población más sensibles a la contaminación por mercurio son las mujeres en edad fértil, embarazadas o en periodo de lactancia, que pueden acumular el veneno en su organismo y transmitírselo al feto o al bebé, causándole graves daños. ¿Cómo? Una vez ingerido, el metilmercurio es absorbido por el tracto intestinal y penetra con facilidad en la sangre, el cerebro y la placenta, por lo que es transmitido al feto en gestación.

La Agencia de Protección del Medio Ambiente de EEUU estima que una de cada seis mujeres en edad fértil en ese país tiene un nivel de mercurio excesivo. Por si fuera poco, el mercurio, casi indestructible en la naturaleza, se va acumulando en el planeta, aunque no siempre en el mismo lugar, ya que está en constante movimiento a través del aire, el agua, los sedimentos, el suelo, la flora y la fauna. La contaminación mercurial ha alcanzado, por ejemplo, zonas remotas del Ártico alejadas en miles de kilómetros de las fuentes emisoras.

Pese al desolador panorama que nos ha dejado el uso durante siglos del mercurio, actualmente existen alternativas y tecnologías que reducen las emisiones de las centrales térmicas de carbón, la mayor fuente de emisiones mercuriales. Suecia redujo en el 95% el uso del mercurio en su industria entre 1992 y 2003 –en los sectores de cloro-sosa, amalgamas dentales y pilas, sobre todo– sin graves consecuencias para su economía. En general, la «Estrategia del mercurio» introducirá medidas en las centrales térmicas de carbón que reduzcan las emisiones del metal, reducirá progresivamente la oferta y la demanda de productos mercuriados, impondrá un almacenamiento seguro de los residuos y eliminará progresivamente su exportación a países no comunitarios.

Pero no sólo Europa está dando pasos contra esta alarmante industria. Brasil, por ejemplo, va a prohibir el uso del mineral líquido en la minería del oro por parte de los garimpeiros, que han contaminado extensas regiones de la Amazonia, y EEUU, por su parte, está retirando del mercado grandes cantidades del producto y almacenándolo en instalaciones militares. La Comisión Europea considera que reduciendo la demanda con productos sustitutivos, la cantidad de mercurio utilizada a nivel mundial puede pasar de las 3.600 toneladas anuales actuales a unas mil en el 2020, sobre todo si se incentivan productos alternativos en la industria cloroalcalina del Tercer Mundo y en la extracción de oro a pequeña escala. Como advierte Michael Bender, director de la campaña antimercurio de la Oficina Europea para el Medio Ambiente (OEMA), el «lobby ecologista» en Bruselas–, «los países del Tercer Mundo necesitan ayuda para detener su producción de mercurio, que está creciendo en Argelia, México o Kirguistán como consecuencia de la menor oferta de países como España».

La OEMA trabaja dentro del Ban Mercury Working Group, una coalición internacional que agrupa a 28 organizaciones no gubernamentales para detener esta contaminación planetaria. «Lo que proponemos –añade Bender– es una reducción en la oferta yenlosusos del mercurio del 50% en 2010 y del 75% en 2015. Es una propuesta ambiciosa, pero el PNUMA va a presentar algo parecido en las próximas semanas». En esta línea, la Comisión Europea ha solicitado una iniciativa similar al Protocolo de Montreal contra sustancias nocivas para la capa de ozono que ha sido muy bien recibida por los responsables del PNUMA.

Principales fuentes
La amenaza de las centrales eléctricas

Según datos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el 70% de las emisiones de mercurio de origen humano procede de centrales eléctricas que queman carbón con pequeñas cantidades del mineral líquido, así como de la incineración de residuos que contienen mercurio. Los hornos crematorios también liberan grandes cantidades de mercurio al fundir los empastes dentales de las personas muertas, algo que en el Reino Unido supondrá en 2020 la mayor generación de emisiones mercuriales. También lo emiten los volcanes y los incendios forestales, ya que, al fin y al cabo, el mercurio es un metal que está en la naturaleza.

Precedentes
Estrategia de eliminación

Dentro de Europa, la «Estrategia del mercurio», que aprobarán en breve los ministros de Medio Ambiente comunitarios tras la aceptación de España, eliminará su exportación a países ajenos a la Unión Europea de aquí al 2011. Es un paso decisivo, ya que la UE; es decir, España, exporta unas mil toneladas de las 3.600 que se utilizan en todo el mundo, lo que la convierte en el principal exportador.
España ha dado el primer paso en una iniciativa sin precedentes que han aplaudido todos los grupos ecologistas. La extracción de mineral de cinabrio en las minas de Almadén –que desde los tiempos de los romanos hasta hoy han suministrado un tercio del mercurio usado por la humanidad–, se detuvo a mediados de 2003 y, un año después, cesó también la producción de mercurio recuperado de desechos cloroquímicos. Sin embargo, laempresa estatal sigue exportando mercurio a todo el mundo a partir de los stocks almacenados que, según reconoce la propia empresa, son muy abundantes.

«La comarca de Almadén –explica Arturo Gonzalo Aizpiri, secretario general del Ministerio de Medio Ambiente– entiende que, pese a la enorme trascendencia económica en la zona de la minería, el tiempo del mercurio toca a su fin y España no será obstáculo para una estrategia que termine con esta explotación, por lo menos, en Europa».

 

Autor: Rafael Carrasco

  Fuente: Integral

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