No es un mito malicioso. El aire en Bailén es difícil de respirar. La localidad jiennense está cercada por fábricas de ladrillo y cerámica decorativa que también generan nubes de polvo.

Éste es el tapiz que cubre fachadas, persianas y coches. La Junta, aparentemente ausente hasta que el Ministerio de Medio Ambiente destapó y comunicó el problema a Bruselas, ha reaccionado diseñando un plan que impone la reconversión del sector que alimenta al municipio. Los ceramistas, críticos pero cautelosos, asumen su suerte y se debaten entre el cierre y la modernización.

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Bartolomé Serrano, de la Agrupación de Independientes de Bailén, gestiona el Ayuntamiento desde 2004. Su discurso es menos diplomático que el de los empresarios. Critica a la Administración autonómica por su dejadez histórica, su escasa capacidad de autocrítica y el marcado carácter coactivo de las decisiones adoptadas. "La Junta ve que hay que reducir emisiones. En eso estamos de acuerdo, pero ha faltado visión previsora porque ya existía una normativa ambiental europea. El asunto tendría que haberse abordado antes, con más medios y recursos", explica el alcalde.

Según Medio Ambiente, Bailén es la ciudad más contaminada de España. "No, no, de Europa", corrige Serrano. La afirmación se ha convertido en una especie de lema para los vecinos, que la tararean sin pestañear. Benito, jubilado afable, cuenta que su mujer se ahoga por la alergia. "Cuando éramos jóvenes y llegaba el buen tiempo, algunas noches dormíamos debajo de una higuera. Hoy, el asfalto y las fábricas han acabado con todo eso". Raúl, visitante frecuente por motivos profesionales, asegura que no aguanta en Bailén "más de dos días seguidos". "Entonces –continúa–, empieza a dolerme la garganta y me entran ganas de volver a la montaña".

El impacto sanitario de las partículas en suspensión es aún, al menos oficialmente, una incógnita. La Consejería de Salud investiga, pero sus portavoces renuncian a ofrecer una fecha aproximada para publicitar las conclusiones recopiladas. La cautela y el pesimismo conviven en el pensamiento del alcalde. "No queremos crear alarma social aunque, si hubiera estudios, los datos podrían ser preocupantes porque en lugares con similares características se ha demostrado la existencia de dolencias respiratorias, cardiovasculares e incluso cáncer de pulmón", dice.

Curiosamente, es el Gobierno municipal el que cuestiona el importe de las ayudas públicas que deberían relanzar en clave más ecológica la industria de Bailén. Los ceramistas sólo formulan tímidos reproches a la Junta. Antonio Troyano, presidente de la Asociación de Alfareros de Jaén –la rama artesanal del gremio–, cree que "el plan no es insostenible" pero agravará la situación de un negocio "que lleva unos años en crisis". "Cuanto más pequeña sea la empresa, menos se verá afectada, porque aquí se trabaja a mano, sin maquinaria", razona. Troyano corrobora la tesis de Serrano: la falta de previsión ha sido sustituida por la prisa. Y el goteo de renuncias crecerá espoleado por unos deberes demasiado exigentes. "Entre el 20 y el 30 por ciento de las factorías desaparecerá antes de junio de 2007", vaticina. El poder público olvida, además, que el producto bailenense sustenta su singularidad en el tipo de barro y el sistema de cocción utilizados. Adaptarse a la normativa podría implicar, paradójicamente, renunciar a ese carácter único.

Tampoco el presidente de la Asociación Provincial de Ceramistas, Juan del Reino, concede excesiva importancia al tema económico. Parece que al ladrillo no lo amenacen las cifras sino el calendario. "Un año no es tiempo razonable porque los proveedores de filtros [la Junta los quiere más modernos y eficientes] no podrán proporcionar puntualmente los 100 que se necesitan". Nadie descarta solicitar un aplazamiento pese a que desde el Consistorio señalan que algunos de los propietarios más veteranos han comunicado que optarán por la prejubilación ante la dimensión del esfuerzo.

Bailén baraja alternativas frente a una hipotética crisis. El pueblo, bien conectado con la España mesetaria y la costa oriental, quiere convertirse en plataforma logística. "La idea de instalar un centro de transporte de mercancías surgió en 1995. En 2002 se iniciaron los estudios de viabilidad. Ahora, toca materializar el proyecto", asume Serrano. El segundo asidero del Ayuntamiento es el turismo, cuyo principal estandarte sería el Museo de la Batalla, otro proyecto lastrado por los retrasos que la ciudad espera estrenar en 2008, doscientos años después de la refriega que enfrentó al general Castaños con las tropas napoleónicas.

Disgustado por la unilateralidad con que la Junta intenta limpiar la zona, el Ayuntamiento –donde los independientes de Serrano cuentan con el respaldo del PP– decidió jugar las mismas bazas. En febrero, aprobó un contraplan para la salud y el empleo. El acto, más simbólico que efectivo, no ha transformado el panorama. Cada mañana, Bailén despierta con una lista de nuevas obligaciones que nunca vino acompañada de recursos adicionales.

"Se pueden tomar decisiones que mejoren la calidad del aire: pantallas verdes, zonas ajardinadas, parques periurbanos", sugiere Serrano. O jugar con el planeamiento añadiendo más suelo industrial y espaciando las fábricas. De momento, Bailén habla sola. La Junta, teórica interlocutora, prefiere remitir al plan.

Fuente: Diario de Cádiz

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