De acuerdo con el informe anual sobre el medio ambiente de 2018 publicado por el Departamento Ecológico Municipal de Beijing, la concentración media de PM2,5, que son partículas en suspensión que miden menos de 2,5 micrómetros de diámetro y suponen un grave riesgo para la salud, fue de 51 microgramos por metro cúbico, un 12,1 por ciento menos en términos interanuales.

El dióxido de azufre, el dióxido de nitrógeno y el indicador de PM10 bajaron un 25, un 8,7 y un 7,1 por ciento, respectivamente.

Dos tercios de las partículas PM2,5 tenían un origen local, mientras que el tercio restante procedía de otras zonas, afirmó el director de la oficina de seguimiento del departamento, Liu Wei.

En 2018 la calidad del agua de Beijing siguió mejorando. Los ríos con malos niveles, de grado cinco, se redujeron en 13,7 puntos porcentuales y las zonas de lagos contaminadas descendieron en 10,7 puntos porcentuales.

La capital china comenzó a implementar un plan de acción a tres años para ganar la batalla contra la contaminación atmosférica. Ha tomado medidas para reducir los contaminantes derivados del uso de camiones diésel, el polvo y los compuestos orgánicos volátiles.

En 2018 se eliminaron un total de 656 empresas contaminantes en la ciudad, que, además, creó instalaciones para rebajar las emisiones en fábricas petroquímicas y otras plantas muy contaminantes.

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