Los autobuses ecológicos con motores híbridos -compuestos por una pila de hidrógeno y motor de gasolina- contribuyen a un mayor ahorro energético y a reducir el impacto medioambiental de los gases de efecto invernadero que emiten los vehículos con motores de combustión, por lo que varias ciudades españolas y europeas han estado realizando pruebas para poder introducir estos autocares en sus líneas de transporte público.
Noticias Troposfera.org
01/05/2006 Según informa el boletín Consumer de Eroski, la Unión Europea (UE) se estableció como objetivo que el 2% de los vehículos del continente tuvieran motores híbridos antes de 2015, por lo que desde que se tomó esta decisión ha estado desarrollando proyectos con el fin de promover nuevas iniciativas de motores menos contaminantes como los de hidrógeno, los
impulsados por gas natural o los que se mueven con biocarburantes.
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La pilas de combustible que contienen hidrógeno generan una corriente que alimenta el motor mediante una reacción química que se produce entre este gas y el aire. Este método revolucionó el mundo del automóvil ya que esta sustancia es muy abundante y se puede obtener a través de paneles solares, tras lo que se almacena en tanques a gran presión que luego son utilizados por los automóviles.
Estas baterías, al utilizar este gas, sólo desprender vapor de agua, por lo que se reduce por completo la emisión de gases contaminantes y de una manera silenciosa, puesto que en este tipo de motores no existe el proceso de combustión característico de los vehículos de gasolina.
EXPERIENCIAS PIONERAS
Movidos por todas estas ventajas, en 2003 varias ciudades europeas, entre las que se encontraban algunas españolas como Madrid y Barcelona, participaron en una prueba piloto en la que se pusieron en funcionamiento varios autobuses con pilas de hidrógeno fabricados por la compañía alemana Mercedes Benz.
A través de esta experiencia se constató que la autonomía de este tipo de motores ecológicos oscilaba entre los 200 y 250 kilómetros, pudiendo alcanzar una velocidad máxima de 80 kilómetros por hora. En cada ciudad se utilizaron autocares con un tipo de hidrógeno diferente, con el objetivo de comprobar en funcionamiento las prestaciones de estos vehículos destinados al transporte público.
Dos años después de estas experiencias se confirmó que la aceptación entre los usuarios en las diferentes ciudades 'había sido muy favorable' y que la viabilidad como un medio de transporte público limpio y eficiente 'quedaba demostrada'.
OTROS COMBUSTIBLES ECOLÓGICOS
Por otro lado, dirigidas en la misma línea, se están llevando a cabo otro tipo de experiencias en las que, en lugar de hidrógeno, los autocares utilizan gas natural, que reduce en un 90% las emisiones contaminantes en comparación con un motor diesel tradicional. Además, éstos ayudan a reducir el ruido del motor en un 50%.
Otra de las medidas que se fomentan para reducir el impacto medioambiental de los vehículos de gasolina ha sido la utilización del conocido como biocombustible o biodiesel, que se obtiene a partir de productos naturales y que sirve para reducir en gran parte las emisiones provocadas por la combustión del petróleo y para mejorar el rendimiento del motor.
Todas estas ventajas han llevado a crear varios proyectos. Por ejemplo, Valencia creó, con financiación de la UE, una flota de 120 autobuses urbanos impulsados con gasóleo diesel mezclado con un 30% de aceite usado procedente de restaurantes. Gracias a esta mezcla se reduce el consumo de biocombustible, así como los vertidos de estos aceites contaminantes, por parte de los restaurantes.
El origen de estos biocarburantes puede ser muy variado, como por ejemplo el que usan en la localidad británica de Winchester (centro), en el que los autobuses públicos utilizan orina de oveja, ya que el amoniaco contenido en la urea reacciona con el óxido nitroso de los humos del tubo de escape y los convierte en nitrógeno y vapor de agua.
A pesar de todas las ventajas, este tipo de propuestas tienen el principal inconveniente del alto precio con el que todavía se comercializan, aunque se espera que vaya disminuyendo a medida que se consolide como una alternativa real a los vehículos tradicionales.
Estas iniciativas han sido puestas en marcha con el fin de reducir el gran impacto nocivo de los gases de efecto invernadero que emiten los vehículos, dado que el transporte 'es uno de los principales causantes' de la contaminación de la atmósfera y de los niveles de ruido.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) manifestó su preocupación porque, de continuar en esta línea de consumo energético, la UE podría aumentar sus emisiones en 2010 un 10% respecto a 1990, con el consiguiente daño sobre el Medio Ambiente.
Por ello, el Libro Blanco del Transporte recoge en sus páginas el objetivo de la sustitución para 2020 del 20% de los combustibles convencionales por otros menos contaminantes, acometiendo, de esta forma, los objetivos propuestos por el Protocolo de Kioto.
Fuente: Terra Actualidad
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