Los autores han medido el crecimiento de 2.318 niños de la región del Sur de California y la exposición a un tipo de gases contaminantes, los óxidos de nitrógeno, producidos entre otros por los motores diésel de los vehículos. Los niños que vivían en calles muy transitadas y que estuvieron muy expuestos a estas sustancias a los diez años pesaban de media un kilo más que los pequeños que vivían en zonas poco contaminadas.

Los investigadores apuntan a que podría existir una ventana crítica en los primeros años en la que el desarrollo de los niños puede ser especialmente sensible a la exposición a la polución. “Recomendamos a los padres que tengan en cuenta dónde pasan el tiempo sus hijos pequeños, especialmente si esas áreas están cerca de grandes calles”, declara a The Guardian Jeniffer Kim, investigadora de la Universidad de California del Sur que ha dirigido el estudio. “El primer año de vida es un periodo de desarrollo rápido de varios sistemas y puede influir en el desarrollo futuro del cuerpo”.

Aunque los científicos todavía desconocen cuál podría ser el mecanismo detrás de la asociación observada, especulan que la contaminación podría inducir una inflamación en el cuerpo de los pequeños y que eso podría contribuir al aumento de peso.

La semana pasada la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un informe que alertaba de que el 90% de los niños en todo el mundo están respirando aire contaminado, perjudicial para su salud.

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