El estudio, encabezado por el Laboratorio de Química Ambiental de la Universidad Técnica Federico Santa María, liderado por el Dr. Francisco Cereceda, reveló presencia de sustancias que en el largo plazo producen efectos negativos en la salud de las personas y podrían incrementar entre 60 y 900 el número de nuevos casos de cáncer al año.

Un importante aporte al mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes de Santiago representa el proyecto “Sistema integrado de toma y procesamiento de muestras atmosféricas para la determinación y evaluación toxicológica de compuestos orgánicos con potencialidad mutagénica y carcinogénica”, recientemente presentado por el Laboratorio de Química Ambiental (LQA) de la Universidad Técnica Federico Santa María, liderado por el Profesor Francisco Cereceda.

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El estudio presentado, parte de un exitoso proyecto FONDEF, tuvo como objetivo el desarrollo de un sistema integrado para el monitoreo de compuestos orgánicos tóxicos que están en el aire a nivel de trazas. El sistema integrado significó el desarrollo de equipos y softwares, que están involucrados en las etapas de muestreo, tratamiento de las muestras atmosféricas en el laboratorio, análisis químico y toxicológico, e interpretación de resultados.

El trabajo se centró específicamente en los compuestos químicos conocidos como Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos (HAPs) y Bifenilos Policlorados (PCBs), que no son vigilados por los actuales equipos instalados en las estaciones de monitoreo de Santiago. Estas especies producen en el largo plazo efectos negativos en la salud de las personas. Los HAPs se generan como subproductos indeseables de cualquier proceso de combustión de materiales que contengan carbono e hidrógeno, de esta forma estos compuestos pueden ser producidos por la naturaleza (incendios espontáneos de vegetación, erupciones volcánicas, etc.) o por la acción del hombre (fuentes móviles, termoeléctricas, etc.). Desde el punto de vista de su toxicidad fueron los primeros contaminantes a los que se les pudo comprobar propiedades carcinogénicas y mutagénicas. Por su parte, los PCBs son compuestos 100% antropogénicos, es decir sólo son creados por la acción del hombre, capaces de modular el sistema endocrino. Sus fuentes más típicas son los aceites de transformadores denominados ascareles y los aceites usados en intercambiadores de calor.

Monitoreo

Para realizar las mediciones, el LQA instaló las nuevas tecnologías desarrolladas en las estaciones de monitoreo de la Red MACAM, pertenecientes al Seremi de Salud RM. Las estaciones utilizadas fueron la ubicada en la elipse del Parque O´Higgins y en las inmediaciones de un Consultorio de Pudahuel. En este sentido, el Dr. Cereceda, señaló que “estas mediciones corresponden a sectores específicos de la Región Metropolitana, y no a la región completa”.

Por su parte, el Dr. Paulo Saldiva, Director del Departamento de Patología y del Laboratorio de Contaminación Atmosférica Experimental de la Facultad de Medicina, de la Universidad de Sao Paulo, Brasil, quien colaboró en el Proyecto, a cargo del análisis toxicológico de las muestras recolectadas en el estudio, explicó que “tanto los HAPs como los PCBs producen daños en el organismo, que hoy no están siendo controlados. Los HAPs son responsables del cáncer al pulmón, de vejiga y linfático, debido a su gran potencia como agentes mutagénicos y carcinogénicos. Por otra parte los PCBs modifican la actividad hormonal, lo que se traduce en alteraciones reproductivas relacionadas con la infertilidad (disminución en el número de espermios), interferencias en el desarrollo embrionario, aspectos que inciden por ejemplo, en la demora que experimentan las parejas hoy en día para concebir un hijo. Otros efectos son, retardo en la maduración sexual en adolescentes e incidencia en la aparición de cáncer de mamas”.

Cereceda añadió que “gracias a los nuevos equipos de monitoreo desarrollados en el Proyecto Fondef, así como las nuevas tecnologías para procesar las muestras atmosféricas obtenidas, se ha podido realizar el análisis de estos compuestos en forma mucho más reproducible, eficiente y controlada, superando muchos de los errores inherentes al muestreo de aire, además en un menor tiempo y costo. Los resultados de especiación química de HAPs y PCBs, así como el cálculo de su concentración en el aire, han permitido extrapolar y traducir estos datos en posibles efectos en la salud de la población. El uso de factores de toxicidad equivalentes (FTE) entregados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), tanto para HAPs como para PCBs han permitido calcular el riesgo al que está sometida la población al estar expuesta a estos compuestos: tomando como base las concentraciones de HAPs monitoreadas en invierno en las estaciones de Parque O´Higgins y Pudahuel (como referencia de lugares con niveles medios y alto de contaminación) se estimó que la exposición prolongada a estos contaminantes produciría entre 60 y 900 nuevos casos de cáncer al año en la ciudad de Santiago, considerando una población de 6 millones de habitantes”.

“Este cálculo preliminar contempla varios supuestos: una exposición de 70 años, una concentración constante en el tiempo y, además, asume que no hay interacciones entre los distintos compuestos cancerígenos que se encuentran en las muestras atmosféricas, por nombrar los más importantes. Es por ello que sería de gran interés incorporar la vigilancia permanente de estos compuestos en algunas de las estaciones que comprenden la red de monitoreo para poder ajustar estas estimaciones a cifras promedio (invierno y verano) más representativas de la exposición de toda la población”.

“En el caso de los PCBs, la vía respiratoria no es la principal vía de ingreso al hombre, siendo la vía oral (ingestión de alimentos) la principal vía de contaminación humana. De esta forma no hay aún una norma para PCBs en aire, sin embargo hay recomendaciones de la OMS para dioxinas, furanos y para PCBs tipo dioxinas que definen una ingesta diaria tolerable (tolerable daily intake, TDI) que fluctúa entre 1- 4 pg/kg de peso corporal (PC). Además, la OMS indica que la contribución del aire no debiera ser superior a un 5% de la TDI indicada. Con estos antecedentes se puede inferir que los niveles de PCBs detectados en Parque O´Higgins indican que una persona está expuesta a incorporar diariamente 0,009 pg/kg de PC, es decir 0,2 a 1 % de la TDI, lo que estaría dentro de lo recomendado por la OMS. Sin embargo en Pudahuel una persona está expuesta a incorporar diariamente 0,5 pg/kg de PC, es decir 12 a 50 % de la TDI, valor muy por sobre lo recomendado”.

Medidas

Si bien los datos pueden ser alarmantes, las medidas que se deben tomar no necesariamente implican un cambio en las actuales políticas públicas de salud. El Dr. Pedro Oyola, Profesor e Investigador de la Facultad de Salud Pública, Universidad de São Paulo, y del CII - Instituto Internacional de Investigaciones de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, explicó que “el Plan de Descontaminación (PPDA) de hoy en día está funcionando, pero lo importante no es si funciona o no. Lo que se debe hacer, son controles y auditorías. Sí, el plan es bueno, pero no existe un seguimiento de la información generada y la opinión pública los desconoce, es difícil determinar los pasos a seguir y la real magnitud del problema. No se necesita otro plan. Se necesita hacer seguimiento al plan y exigir lo que el plan prometió, claro que se debe tener un presupuesto acorde a estas necesidades”.

“Chile tiene una normativa ambiental diferente a la de los países desarrollados con los cuales se tienen tratados de libre comercio, y lo que se debe pretender es tener normas similares a las de ellos, ya que los estudios que indican resultados nocivos para la salud de la población se han obtenidos justamente en esos países, donde las normas ambientales son más estrictas que las nacionales”.

Un ejemplo de esto es lo que se ha realizado en este proyecto, financiado por FONDEF-CONICYT, en donde el grupo de investigación dirigido por el Dr. Cereceda ha participado junto a otros grupos nacionales y extranjeros, en estudios sobre la contaminación de Santiago, donde se han realizado campañas de monitoreo de calidad química del aire, que han servido para evaluar el PPDA. En este sentido poseemos información privilegiada, que por ejemplo nos ayudará a evaluar cuál es el aporte que el Transantiago hace a la población en términos de descontaminación, ya que se conocen los niveles de concentración de HAPs, PCBs y otros contaminantes, antes de la implementación del Transantiago.”

A su vez, el Dr. Saldiva agregó que “lo que deben hacer los encargados de tomar decisiones es incorporar la relación costo – beneficio, es decir, calcular cuánto se gasta en un tratamiento contra el cáncer versus cuál es el costo de implementar políticas que disminuyan el nivel de contaminantes como los analizados en este estudio, atacando sus fuentes”.

“Estudios científicos muestran que una reducción de 20 a 10 ug/m3 de PM2,5 puede significar un aumento de 2 años de la expectativa de vida. Es posible prever que si se reduce a la mitad el nivel de toxicidad, se podría reducir la tasa de cáncer pulmonar hasta en un 28%, lo que es una mejora significativa en salud pública. Si se calculan los costos asociados al tratamiento de este tipo de enfermedades en un plazo de 10 años y se compara con los costos de implementar medidas para reducir los contaminantes responsables, el balance suele ser positivo, esto sin considerar aspectos asociados al aumento general de la calidad de vida y la valoración de la vida de un paciente”, señaló el Dr. Saldiva.

Fuente: La Segunda

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