Los altos niveles de contaminación en el aire pueden influir a largo plazo a la hora de dormir, de acuerdo con los recientes estudios presentados en la Conferencia Internacional ATS 2017.

“Investigaciones anteriores habían demostrado que la contaminación del aire influye en el corazón y afecta a la respiración y a los pulmones, pero menos conocido es si esta afecta al sueño”, asegura la autora principal del nuevo estudio Martha E.Bilings, profesora de medicina de la Universidad de Washington. “Creíamos que esto es posible dado que el aire contaminado produce irritación en las vías respiratorias superiores, problemas al tragar congestión. Además, puede afectar también puede afectar al sistema nervioso central y a las áreas del cerebro que controlan la respiración y el sueño”.

Los investigadores analizaron datos de 1863 participantes (68 años de edad media) del Multi-Ethnic Study of Atherosclerosis (“Estudio Multiétnico de Ateroesclerosis”), MESA. Los investigadores se centran en las dos sustancias contaminantes más comunes: el NO2 (el dióxido dde nitrógeno, un gas contaminante procedente del tráfico) y PM2.5 (contaminación por partículas finas).

Los investigaroes han utilizado medidas para la contaminación del aire obtenidas de cientos de estaciones meteorológicas de la Agencia de Protección del Medio Ambiente estadounidense (EPA), en seis ciudades, así como los medidores de MESA, a las que han sumado herramientas locales medioambientales y estadísticas sofisticadas. Gracias a estos datos, el equipo de investigación fue capaz de estimar la contaminación del aire a la que estaban expuestos cada uno de los participantes en dos momentos dados: en el primer año de la investigación y después de cinco.

La actigrafía de muñeca, que mide pequeños movimientos, proporcionó estimaciones detalladas del sueño y el despertar durante siete días consecutivos. Esto se utilizó para calcular la eficiencia del sueño, una medida que mide el porcentaje del tiempo que estás en la cama dormido frente al que estas despierto. Los investigadores encontraron que la eficacia del sueño del 25% de los participantes que peor dormían era del 88% o menos. El equipo de investigación estudio si las exposiciones a la contaminación diferían entre las de este bajo grupo de eficiencia del sueño y el resto de participantes.

ENTRE UN 60 Y UN 50 POR CIENTO DE RIESGO DE MAL SUEÑO

La población fue dividida en cuatro grupos de acuerdo a los niveles de contaminación. El cuarto, que experimentó los niveles más altos de contaminación, fue comparado con el grupo que estuvo expuesto a los niveles más bajos.

El grupo con los niveles más altos de NO2 durante cinco años tuvo un incremento casi el 60% mayor de tener una eficiencia de sueño baja en comparación con aquellos con los niveles de exposición al NO2 más bajos. El grupo con los niveles más altos a las partículas pequeñas (PM2.5) tenían una probabilidad del 50% de tener bajo nivel de eficiencia del sueño.

Los autores ajustaron una serie de factores, incluyendo la edad, la masa corporal, la apnea obstructiva del sueño, la raza/etnia, los ingresos y si eran fumadores. También se ajusto el nivel socioeconómico del vecindario.

Los investigadores estaban particularmente interesados en la exposición crónica a la contaminación del aire y lo que a largo plazo podría significar para la salud del sueño. “Puede haber efectos graves del sueño a corto plazo debido a la exposición de los altos niveles del aire contaminado, pero no tenemos datos para estudiarlo”, asegura Billings, que apunta que el estudio MESA está investigando los efectos crónicos de la contaminación del aire en la salud cardiovascular.

“Estos nuevos resultados indican la posibilidad de que los niveles más comunes de la contaminación del aire no solo afectan al corazón y a los pulmones sino también a la calidad del sueño. Mejorando la calidad del aire, se mejorará la salud del sueño y quizás se reduzcan las desigualdades sanitarias”, dice Billings.

Estudios futuros, añadió, necesitan investigar la relación entre otros contaminantes del aire y el sueño, los mecanismos por los que estos contaminantes pueden irrumpir nuestros patrones del sueño y si el ruido del tráfico es un factor contribuyente a la mala calidad del sueño.

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