Quizá más adelante, si se llega a conseguir obtener rendimiento económico de las especies que las nuevas condiciones ambientales han traído a Galicia desde latitudes subtropicales, se pueda tener otra visión del cambio climático. Por ahora, y en el caso concreto de los bivalvos, no les está sentando nada bien. Y peor es lo que está por venir. Al menos según los augurios del grupo Ecocost, del departamento de Ecología y Biología Animal de la Universidad de Vigo, que predicen la práctica desaparición de la almeja babosa de la franja intermareal -quedaría solo en zonas submareales-, frecuentes episodios de mortandad de la fina y del croque y una resistente japónica dominando poco a poco los bancos. A ese apocalipsis aún habría que sumar una caída a la mitad de la producción de mejillón, un aumento de las mareas rojas, y la incógnita de si los cambios en la temperatura del agua, el régimen de vientos y las lluvias afectarán al parásito que ahora se ceba con el berberecho, la marteilia, o con otros que puedan venir.

Así lo expuso el investigador Gonzalo Macho en el Foro dos Recursos Mariños e da Acuicultura das Rías Galegas, cuya 19 edición se cerró el viernes pasado en O Grove. Macho destacó que lo de Galicia como «refuxio frío» para las especies tiende a desaparecer y que es evidente el impacto del cambio climático en la plataforma gallega y en las mismas rías.

Es un hecho que la temperatura superficial del agua está en aumento, al igual que lo está la del aire. Además, las olas de calor son cada vez más frecuentes: hay ahora cinco días y noches cálidas por década. Con las lluvias es más difícil predecir la tendencia, pero sí se observa que cada vez hay menos precipitaciones en primavera y más en otoño que, además, son más fuertes y más persistentes. El PH también varía, y en todas las capas de la columna de agua, una mayor acidificación que afecta al gasto energético de los bivalvos. Y el nivel del mar sube, según revelan los mareógrafos de Vigo y A Coruña. Eso significa que la franja intermareal se verá reducida, un estrechamiento al que ayudan paseos marítimos, puertos y otros elementos antropogénicos.

Menos vientos del norte

La puntilla llega del afloramiento, pues los vientos del norte han caído un 30 % en frecuencia y un 45 % en intensidad, con lo que el tiempo que tarda en renovarse el agua de una ría como la de Arousa, que entre 1975 y el 2005 lo hacía en diez días, ahora se demora hasta 20.

Y todo eso se traslada a la producción neta. En el mejillón ya se ha apreciado una caída del 20 % en los últimos 50 años y se prevé que entre el 2075 y el 2100 el descenso se pronuncie hasta el 50%.

Experimentos

Los investigadores han realizado distintos experimentos situándose en el nuevo escenario. Y los resultados son los que permiten concluir que la babosa podría dejar de ser a medio plazo un recurso para el marisqueo a pie. En todas las pruebas, esta variedad de almeja era siempre la que peor respondía en situaciones de bajadas de salinidad por lluvias, exposición al sol y aumento de temperatura. La fina también es muy sensible al calentamiento, pero depende de cómo le pille el cuerpo. Si esos cambios los afronta fuerte, sobrevive perfectamente, pero es letal para la especie si el estrés que les provoca esa mayor temperatura las sorprende recién desovadas. Ahí las mortalidades eran del 20 o el 30 % en las pruebas que realizaron.

En cuanto al berberecho, también se aprecia mortandad masiva en situaciones de altas temperaturas, pero en este caso casi preocupa más si el cambio de régimen de lluvias -que tienden más a concentrarse cuando es la continuidad de las mismas la que realiza las labores de limpieza de parásitos- intensificará o no el problema de la marteilia.

La consecuencia más inmediata de ese cambio, será menores ingresos para las mariscadoras, que podrán suplir la falta de almeja babosa con la indestructible japónica, pero, al ser de menor valor, las mariscadoras de a pie verán mermados sus ingresos.

Estudio de los efectos sobre el percebe

Se ha constatado que los cambios en las condiciones del clima han afectado a la producción del mejillón. Se presiente también las repercusiones que esos nuevos factores podrían llegar para la almeja y el berberecho. Y se intuyen las que vendrán para el percebe. Pero solo se intuyen, pues se desconoce si realmente hay vinculación directa entre la proliferación cada vez mayor de ese percebe alargado y delgado -mexón, como lo denominan en algunas zonas- que alcanza mucho menor valor comercial que el tradicional. Precisamente ese, el impacto del cambio climático en el percebe, será el próximo objeto de estudio del grupo EcoCost, según avanzó en el Foro Gonzalo Macho.

Un modelo permitirá hacer predicciones con una semana de antelación

Biólogos del grupo EcoCost, con Elsa Vázquez a la cabeza, y dos investigadores de Ciencias Biológicas de la Universidad de Carolina del Sur, David Wethey y Sarah Woodin, se han embarcado en el denominado Proyecto Marisco, un estudio en el que también están involucrados meteorólogos de Meteogalicia, que persigue dar con un modelo que permita predecir con antelación, una semana es con lo que trabajan, los episodios de bajada de salinidad y olas de calor y los posibles efectos letales que estos fenómenos pueden tener sobre las poblaciones comerciales de almeja y berberecho en los bancos marisqueros.

Conocer si es previsible una caída en la concentración salina del agua del mar por exceso de lluvias, o si va a subir la temperatura del agua porque se acerca una ola de calor permitirá a los mariscadores adoptar las medidas de gestión que consideren adecuadas, ya sea elevar los cupos antes de que haya mortandad, hacer traslado de producto a otros bancos o si conviene trasladarlas a una batea para seguir su cultivo.

Cuestión aparte son las bajadas de salinidad ocasionadas por la apertura de las compuertas de los embalses. En este sentido, Gonzalo Macho destacó que cada vez son menos frecuentes los episodios de mortalidad de bivalvos por la suelta de agua sobrante debido a que las protestas de los mariscadores afectados, como los de Rianxo o Noia, expuestos en el Ulla y del Tambre, respectivamente, han surtido efecto y sensibilizado a los gestores de que las aperturas deben realizarse de modo controlado.

No solo el juego de la oferta y la demanda marca el precio

Si el precio del marisco estuviese guiado exclusivamente por la ley de la oferta y la demanda todo sería más fácil. Pero resulta que no, que ese juego es tan solo uno de los factores que determinan la cotización final del marisco. Determinar qué cuestiones intervienen en la primera venta de los moluscos es lo que ha intentado la Fundación Cetmar a través de una serie de encuestas realizadas a los compradores en las lonjas. Y han conseguido puntuar qué cuestiones valoran más quienes pujan por el marisco, pero otros aspectos han quedado sin explicación. Uno de ellos es conocer por qué el mismo producto -en ocasiones casi del mismo lote- se paga un 30 o un 40 % más si se vende en una rula que si se pone a subasta en otra, como ha constatado el Cetmar. Es más, «hay compradores que acuden a una lonja porque saben que allí van a conseguir un producto concreto de una calidad determinada con garantía de tener el mejor precio», explicó José Alberto de Santiago a preguntas de los asistentes al Foro dos Recursos Mariños.

Valoraciones

Lo que sí revelaron las encuestas realizadas por el Cetmar entre los compradores -ya sean por cuenta propia o comisionistas- es que lo que más valoran es el tamaño. También conceden importancia al color y al brillo -«el bivalvo claro y brillante se paga más que el oscuro»- y la resistencia en las piscinas.

En cuanto a por qué elige una lonja en vez de otra, lo más puntuado es la cantidad de marisco y la variedad del producto puesto en el mercado. También importa el trato que se concede al bivalvo en la rula y el que se da al propio comprador. Las facilidades de pago y la asistencia de servicios complementarios son cuestiones que también se valoran.

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