Según ha informado ha informado a Efe un portavoz de la Consejería de Medio Ambiente, la estación situada en el municipio de Alcobendas ha registrado entre las 18.00 y las 19.00 horas una media de 183 microgramos de este gas nocivo para la salud.

Por su parte, el Área de Gobierno de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid ha emitido un comunicado en el que informa de la superación del umbral de información a la población por ozono en tres de las 24 estaciones medidoras de la red de calidad del aire distribuidas por la ciudad.

En concreto, a las 17.00 horas la estación de Tres Olivos alcanzó los 181 microgramos por metro cúbico de aire, y la de El Pardo los 183 microgramos.

Una horas después, a las seis de la tarde, a estas dos estaciones (Tres Olivos, con 190 microgramos, y El Pardo, con 184) se sumó la de Juan Carlos I, con unos valores de 185 microgramos por metro cúbico de aire como media de una hora.

A las ocho de la tarde, la estación de El Pardo registró 186 microgramos; la de Juan Carlos I, 195; y la de Tres Olivos, 196.

El ozono troposférico, también llamado 'ozono malo' para distinguirlo del ozono existente en las capas altas de la atmósfera, que es beneficioso para la Tierra, se forma a partir de los contaminantes (óxido de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles) emitidos por los automóviles y las industrias, bajo una atmósfera soleada de primavera y verano en días sin viento.

Estos precursores sufren reacciones fotoquímicas que producen ozono, cuyos niveles más altos se manifiestan en zonas alejadas de donde se generan.

Los efectos que el ozono, en concentraciones elevadas, puede tener para la salud van desde la disminución de la capacidad respiratoria hasta la pérdida de vitalidad, pasando por alteraciones del sistema inmunológico y por problemas cardiacos.

Las personas alérgicas, asmáticas y con problemas respiratorios, así como los niños, las personas mayores y, en general, todo aquel que desarrolle una actividad física al aire libre son especialmente sensibles a este gas.

Cuando se supera el denominado umbral de aviso a la población, según la normativa europea, la administración -local y regional- tiene la obligación de advertir a los ciudadanos, y recomienda a los niños, ancianos y personas sensibles de que se queden en casa y no se haga ejercicio físico en la calle.

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