Son datos del estudio "Cambio climático y salud" del Observatorio de Salud y Medio Ambiente DKV Ecodes, que compila la literatura científica y los documentos de organizaciones internacionales en la materia. Esta mortalidad, explica Jesús de la Osa, autor del informe, se debería solo a cuatro causas (eventos meteorológicos extremos, calidad del aire, seguridad alimentaria y enfermedades infecciosas transmitidas por vectores), por lo que si se consideran otros impactos directos e indirectos estas cifras serían mayores.

Esta mortalidad vendría a sumarse a la que ya se está dando por causas climáticas. Así, la contaminación atmosférica ocasiona 524.000 muertes prematuras cada año en Europa, y es el cuarto factor de riesgo de muerte en el mundo. Solo en España, más del 33% de la población respira un aire que incumple los estándares legales vigentes con niveles de contaminación por encima de los límites marcados por la Unión Europea, factor que ocasiona más de 33.000 muertes prematuras anuales en nuestro país, dieciséis veces más que los accidentes de tráfico, como señala el informe Calidad del Aire 2015 de la Agencia Europea de Medio Ambiente. Además, supone un coste económico de 38.000 millones de euros (un 2,8% del PIB).

El aumento de fenómenos meteorológicos extremos, como huracanes, ciclones o tormentas tropicales, es causante de unas 60.000 muertes anuales que pueden incrementarse con el calentamiento global. El número de desastres naturales relacionados con la meteorología se ha triplicado desde los años 60 y afecta sobre todo a países en desarrollo. Solo en 2015 hubo 32 grandes sequías y 152 episodios de inundaciones, relacionadas directamente con el cambio climático.

Más olas de calor

Entre estos fenómenos extremos serán cada vez más frecuentes e intensas las olas de calor. Entre 2001 y 2009 se produjeron en España 13.000 muertes ocasionadas por este fenómeno, de las que la mitad fueron consecuencia de la ola de calor del año 2003, según un estudio del Instituto de Salud Carlos III recogido por el Observatorio. Las estimaciones para el conjunto de Europa con respecto a la incidencia de las olas de calor se refieren a 120.000 muertes adicionales por esta causa cada año a partir de 2050. No hay proyecciones para nuestro país, si bien el Instituto de Salud Carlos III está a la espera de la aprobación de un proyecto para estudiar la futura mortalidad por olas de calor en España.

“Comparando los datos de las olas de calor y de frío, resulta que la mortalidad diaria atribuible a las olas de frío es superior a las de calor, pero hay menos días de olas de frío que de olas de calor, por lo que la mortalidad total de calor es superior”, ha matizado el autor del estudio, Jesús de la Osa. En este sentido, diversos estudios consideran que globalmente los aumentos de mortalidad por el calor serán muy superiores a la ligera reducción que se puede esperar de las muertes invernales. Por tanto, es necesario también la intervención y la prevención en olas de frío como asunto prioritario.

El cambio climático crea condiciones favorables a muchos vectores transmisores de enfermedades infecciosas y a los microorganismos que las provocan, no solo para la permanencia y proliferación de esos vectores (mosquitos, garrapatas, etc), sino también para la entrada de otros nuevos tropicales o subtropicales que se adapten a vivir en un clima más cálido. Las enfermedades transmitidas por vectores representan más del 17% de todas las enfermedades infecciosas, y cada año se producen 1 millón de muertes como consecuencia de ellas, tales como el zika, el dengue, o la fiebre amarilla. En España se prevén inviernos más favorables para la permanencia y proliferación de distintos vectores.

Además, el cambio climático puede reducir la producción de alimentos y aumentar la malnutrición, ocasionando más de 500.000 muertes adicionales previstas para el año 2050 en el planeta en comparación con un futuro sin cambio climático, como apuntaba hace unos meses un estudio en la revista “The Lancet”.

Ante esta situación, De la Osa considera que “luchar contra el cambio climático podría ser la mayor oportunidad del siglo XXI en materia de salud mundial”. En este sentido, el autor del informe hace un llamamiento para “pensar en los beneficios para la salud” cuando se tomen medidas contra el cambio climático. “Ir en bicicleta o caminando a los sitios es beneficioso contra la contaminación, pero también tiene beneficios cardiovasculares”, ha recordado a modo de ejemplo De la Osa.

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