La contaminación atmosférica es responsable cada año de la muerte de más de 25.000 personas en nuestro país. Y es que a día de hoy, 1 de cada 3 españoles nos vemos abocados a respirar aire contaminado, lo que conlleva, entre otros muchos perjuicios, un mayor riesgo de asma, de partos prematuros y de enfermedades cardiovasculares. De hecho, y según muestra un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Universidad Drexel en Filadelfia (EE.UU.) y presentado en el día de hoy en el marco de la Conferencia Internacional sobre el Ictus 2016 de la Asociación Americana del Ictus que se está celebrando en Los Ángeles (EE.UU.), la baja calidad del aire, así como la elevación de la temperatura asociada con la contaminación, conlleva un incremento de la prevalencia de ictus.

Como explica Longjian Liu, director del estudio, «unos niveles más elevados de contaminación conllevan un mayor número de ictus, lo que reafirma la evidencia creciente de que el cambio climático contribuye al incremento de la enfermedad cardiovascular».

Aire de baja calidad

El estudio analizó la asociación entre ictus y partículas en suspensión (PM), esto es, las partículas que, como el polvo y el humo, se encuentran en el aire –muy especialmente de aquellas con un diámetro inferior a las 2,5 micras (PM2,5), pues dado su pequeño tamaño suponen un mayor riesgo para la salud de los seres humanos.

Concretamente, el nuevo estudio se realizó a partir de los datos registrados en Estados Unidos y China. Y es que como recuerda Longjian Liu, «estos dos países son los mayores emisores mundiales de gases de efecto invernadero y son responsables de cerca de una tercera parte del calentamiento global registrado hasta la fecha».

Los resultados mostraron que el incremento de 10 microgramos por cada metro cúbico de aire en los niveles de PM2,5 conlleva un aumento del 1,19% del número de ictus en cualquiera de los dos países analizados. Un hallazgo, además, corroborado por la variación en los niveles de PM2,5 observada en las diferentes regiones de Estados Unidos.

Como indica Longjian Liu, «los estados del Sur presentan los mayores niveles anuales medios de PM2,5, mientras que los estados del Oeste tienen los menores niveles. Y mientras que la población que habita en los estados meridionales tiene la mayor prevalencia de ictus, de un 4,2%, la tasa en los estados del Oeste es la menor el país, de un 3%».

Es más; la temperatura ambiental también tiene un impacto sobre la calidad del aire y, por tanto, sobre el riesgo de ictus.

En palabras de Longjian Liu, «las variaciones estacionales en la calidad del aire pueden ser atribuibles, cuando menos parcialmente, a los cambios en el clima. Es cierto que en el verano puede haber muchos días lluviosos y ventosos, lo que ayudaría a disipar la contaminación atmosférica. Pero las alta temperaturas crean un estrés térmico crítico que puede incrementar el riesgo de ictus y de otras morbimortalidades asociadas al calor y a la calidad del aire».

Es el caso, alerta del director del estudio, «de las mujeres y de las personas mayores, por lo general más vulnerables a sufrir un ictus causado por enfermedades relacionadas con el calor y la calidad del aire».

Entonces, la asociación es clara: la contaminación ambiental es causa directa de un mayor número de casos de ictus. Y si bien, como concluye Longjian Liu, «los pacientes no pueden hacer nada para controlar la calidad del aire, nuestros hallazgos aportan nuevas evidencias para que los decisores políticos desarrollen mejores modelos para monitorizar y predecir las variaciones climáticas con objeto de que los pacientes puedan protegerse de manera más eficaz».

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