De este modo, los vecinos están expuestos a la inhalación de estas partículas procedentes en parte de la actividad minera, que pueden provocar distintos problemas respiratorios.

Ante tal tesitura, Ecologistas en Acción ha criticado que se ha llegado a este punto por «la falta de valentía y medios de los ayuntamientos, que han permitido que estemos en una situación de emergencia sanitaria y medioambiental».

Por su parte, el alcalde de Villar del Arzobispo, José Vidal Balaguer, reconoció ayer que existe «un problema porque las minas están muy cerca y todo el polvo llena el pueblo. Es una cosa de la que incluso tenemos miedo, por motivos de salud». De hecho, el munícipe no rehuyó de la cuestión y recordó que acaban de reabrir la Mesa de la Minería para tratar estos asuntos: «No queremos cerrar las minas, pero sí regularizar su funcionamiento y que llegue la mínima cantidad de polvo posible hasta la gente». Asimismo, anunció que el consistorio ya ha colocado un medidor para poder ver cuánto polvo llega y analizar si podría ser peligroso. Además, el ayuntamiento ya habría entablado contactos con las empresas mineras y la Conselleria de Medio Ambiente para controlar la situación: «Contamos con ellos y hemos visto una buena predisposición. Creemos que las mineras pueden tomar un camino en el que preocuparse por el pueblo». Por último, el alcalde quiso recalcar la importancia que tiene el sector minero para el pueblo y que la intención de su equipo de gobierno es contar para la solución «tanto con los mineros como con los trabajadores».

El peligro de la silicosis

El sílice es un cristal que surge de las explotaciones mineras, cuya inhalación puede llegar a provocar problemas de silicosis. Esta enfermedad, que se da habitualmente entre los mineros y suele aparecer a largo plazo —aunque en los casos agudos puede aparecer en menos de un año—, provoca inflamaciones en el pulmón y los ganglios linfáticos del tórax, que causan graves dificultades respiratorias.

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