El éxito de la Cumbre de Montreal, donde el sábado se cerró un acuerdo sobre las futuras estrategias de lucha contra el cambio climático, impulsará el mercado europeo de emisiones contaminantes, que no ha logrado despegar.
15/12/2005
El sábado pasado, Montreal vivió un éxito histórico para el futuro del Protocolo de Kioto, el acuerdo internacional de lucha contra el cambio climático. Tras los intentos de Estados Unidos de descafeinar los pactos de Naciones Unidas (ONU) para hacer frente al calentamiento global, la Conferencia del Clima, que durante las últimas dos semanas se celebró en la ciudad canadiense, se cerró con un doble acuerdo.
Por un lado, el más de un centenar de países firmantes de Kioto se comprometieron a trabajar desde ahora en el establecimiento de objetivos futuros de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, más allá de 2012, fecha prevista para el primer periodo del pacto de lucha contra el cambio climático.
De esta forma, Kioto II (como ya se conoce al segundo periodo de cumplimiento del acuerdo internacional) se materializó definitivamente. En los próximos meses, los grupos de trabajo de la ONU tendrán que decidir qué nuevos compromisos cuantitativos de recorte de dióxido de carbono (CO2) permiten hacer viable las futuras medidas anticontaminantes.
ESTADOS UNIDOS
Por otra parte, la cita de Montreal ha logrado dejar la puerta abierta para que Estados Unidos no dé la espalda por completo a la lucha contra el calentamiento global. Aunque la nación gobernada por George W. Bush sigue siendo el país desarrollado que más se resiste a Kioto (al negarse a ratificar su contenido), la ONU ha conseguido que se sume al segundo gran acuerdo de Montreal suscrito al margen del Protocolo. Así, un total de 189 países
acordó en la reunión canadiense buscar "enfoques estratégicos de compromisos a largo plazo para afrontar el cambio climático". Entre estos países, se encuentra EE.UU. y algunas naciones en desarrollo, como China, India o Brasil, que son los potenciales responsables de la contaminación del futuro.
Con los dos acuerdos históricos de Montreal, se disipan las dudas que han rondado en los últimos años en torno a la insistencia europea de apostar por una estrategia basada en la ratificación de Kioto, que podía poner en peligro la competitividad de las empresas de la UE frente a sus rivales estadounidenses o chinos.
Además, la bolsa de CO2, uno de los mecanismos activados por Bruselas para que la industria contribuya a cumplir los objetivos de Kioto, toma bríos renovados. Este nuevo parqué ha estado funcionando desde su puesta en marcha -el 1 de enero de este año- rodeado de fuertes incertidumbres. La volatilidad de la cotización de la tonelada de CO2, las dudas generadas entre las compañías acerca del funcionamiento de un mercado todavía inmaduro y su
escasa liquidez han ralentizado la maduración de este parqué de la contaminación.
Montreal cambió radicalmente este escenario. Las empresas europeas tienen claro ahora que el Protocolo de Kioto no es sólo un hecho, sino que ya está en camino su heredero, Kioto II, que articulará compromisos adicionales. Como consecuencia, las estrategias de reducción de las emisiones resultan ahora mucho más necesarias y la innovación tecnológica se convierte en imprescindible por lo que tendrá que recibir un impulso tanto desde la
Administración como desde el sector empresarial. Mientras tanto, se abren nuevas oportunidades de negocio para las energías renovables y los combustibles alternativos.
Además, la reunión de Montreal ha aclarado las reglas del juego de los denominados mecanismos de desarrollo limpio (MDL), al dotar de más medios económicos la ventanilla que la ONU tiene habilitada como registro de estos proyectos y al establecer medidas que garantizan que una parte de los MDL se realizarán en países en desarrollo.
Por ello, se espera que las empresas españolas fomenten a partir de ahora los MDL, que constituyen proyectos de reducción de emisiones en el extranjero, especialmente en Latinoamérica.
Y, por último, los Estados y las empresas tienen más claro desde el sábado a lo que se atienen si no cumplen Kioto. Si un Gobierno no se ajusta a su objetivo (en España, el aumento de emisiones no puede superar el 15% en 2012 frente al nivel de 1990), será sancionado con un 30% adicional de recorte por las toneladas de CO2 incumplidas y se le prohibirá, además, volver a utilizar MDL. Las compañías tendrán que pagar 100 euros por cada tonelada
de más que emitan frente a la asignación que reciban para participar en la bolsa de CO2.
¿QUÉ PASARÁ CON EL PRECIO DE LA CONTAMINACIÓN?
El derecho de dióxido de carbono (CO2) cerró en la bolsa europea el pasado viernes a 21,18 euros, con una caída del 0,42%, justo mientras EE.UU. trataba de suavizar las negociaciones de los acuerdos de Montreal. Por un momento, se pensó que de esta Conferencia no saldría ningún acuerdo concreto, lo que pondría en tela de juicio la postura de la UE de apoyo a Kioto y, con ello, la propia bolsa de emisiones.
Pero el éxito de Montreal ha modificado este panorama, con lo que ahora falta por ver qué pasará con el precio del CO2. Lo lógico es que con más empresas obligadas (y animadas) a participar en el mercado de CO2 aumente la demanda y suba la cotización. Pero la demanda también podría verse compensada con un incremento de la oferta por la posible entrada de nuevos actores. ¿De dónde vendrán estos actores? La industria europea aumentará sin duda
su participación en el mercado, que hasta ahora ha estado limitada a los grupos energéticos. Y, por último, a algunas empresas no europeas les empieza a interesar hacer negocio con el CO2, como compañías estadounidenses y chinas.
Fuente: Madri+d
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