Categories: Noticias Ambientales
      Date: sep 19, 2005
     Title: Estudian el incremento de la radiación ultravioleta solar
CIRRUS da nombre al proyecto con el que los científicos quieren determinar la influencia que tienen las nubes sobre la radiación ultravioleta.

19/09/2005

Para ello, el grupo ha instalado en el Centro Andaluz de Medio Ambiente (CEAMA) un sistema de captación de la radiación solar, tanto la que incide de forma directa como la proveniente de todas las direcciones, que es recogida y monitorizada por un equipo conocido como espectrorradiómetro. Una técnica de medición que aporta una información en mayor profundidad de la radiación ultravioleta que la proporcionada hasta el momento por las redes de observación del Instituto Nacional de Meteorología.
Las medidas llevadas a cabo pueden usarse para valorar desde el eritema solar a alteraciones en el ADN o los efectos sobre materiales constructivos, incluyendo el patrimonio histórico-artístico.

A su vez, y ante la tipología tan variable de las nubes, los investigadores han desarrollado una cámara de cielo que adquiere imágenes digitales con una frecuencia de apenas cinco minutos. Estas imágenes procesadas les permiten conocer el porcentaje de nubes que cubre en cada instante la bóveda celeste, a la vez que complementan los datos experimentales.
Imágen digital del cielo

Ante los resultados obtenidos, los investigadores van a poner en marcha un trabajo de colaboración con la Universidad de Évora en Portugal y el Consiglio Nazionalle delle Ricerche de Italia, de forma que modificando la configuración del instrumento se registren medidas para cuantificar el contenido total de ozono en la columna atmosférica, así como la distribución a lo largo de la misma.

Según Lucas Alados Arboledas, responsable del equipo de científicos granadinos que lleva a cabo el proyecto, las técnicas empleadas permiten atribuir el efecto de cada uno de los agentes, nubosidad, ozono o aerosoles, en la transmisión de radiación ultravioleta a través de la atmósfera.

El ozono, contaminante y escudo protector

Si toda la radiación ultravioleta procedente del sol llegara a la superficie de la Tierra, acabaría con la mayor parte de la vida en el planeta. Afortunadamente, la capa de ozono situada en las capas altas de la atmósfera absorbe la fracción más dañina de la radiación ultravioleta. De ahí la alarma surgida cuando se asoció la disminución de la concentración de ozono con el uso indiscriminado de gases artificiales que contenían cloro.

Así, un día como hoy, se firmó el Tratado de Montreal, donde por primera vez un tema medioambiental provocó una respuesta inmediata para acabar con la producción de estos gases, como los CFC, en los países industrializados.

Sin embargo, el ozono presente en la región donde se localiza el aire que respiramos puede alcanzar localmente niveles peligrosos. El uso de agroquímicos, el transporte, entre otras prácticas del hombre, emiten contaminantes que por la acción de la luz solar reaccionan y favorecen la formación de ozono en las capas bajas de la atmósfera. Al aumentar su concentración se convierte en un contaminante que afecta cada vez más a la salud.

Fuente: Andalucia 24h

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