Una de las consecuencias de la sequía que sufre la Península es el aumento
de las emisiones de gases de efecto invernadero. La falta de lluvias ha
reducido la producción hidroeléctrica en un 36,8% con respecto al año
anterior, según datos recogidos por el Ministerio de Medio Ambiente desde el
1 de enero hasta el 31 de julio de 2005. Como alternativa, se ha
incrementado en un 27,4% la energía generada por las centrales térmicas,
responsables de buena parte de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) que
causan el efecto invernadero.
Pese a que no se puede afirmar que estos gases también hayan crecido en ese
mismo porcentaje, “sí se ha dado un aumento importante”, sostiene Arturo
Gonzalo Aizpiri, secretario general para la Prevención de la Contaminación y
del Cambio Climático. Entre un año húmedo y otro seco puede haber “hasta
20.000 toneladas de diferencia de estas emisiones”, subraya.
Los responsables de Medio Ambiente admiten que en lugar de acercarnos al
cumplimiento del Protocolo de Kioto nos alejamos cada vez más. De hecho, en
estos momentos, España “triplica el límite de CO2 fijado por este tratado
hasta el 2012”, destaca el secretario general para la Prevención de la
Contaminación. Se trata, por tanto, del país desarrollado que más se aleja
de sus compromisos con Kioto. Además, este aumento va a suponer un coste
económico importante a las empresas eléctricas españolas, puesto que “van a
tener que adquirir más cantidad de derechos de lo previsto”, subraya Gonzalo
Aizpiri.
Los comportamientos estadísticos del pasado revelan que las sequías son
cíclicas y suelen durar entre cuatro y cinco años. Para Gonzalo Aizpiri, no
se puede conceder “plena fiabilidad a estos datos”. No obstante, adelanta
que “el progresivo aumento de las temperaturas a causa del cambio climático
va a producir periodos secos”. Según los pronósticos meteorológicos, el año
hidrológico que ahora empieza tampoco se prevé muy lluvioso.
Medidas
Teniendo en cuenta estas previsiones, el Gobierno ha puesto en marcha una
serie de medidas en el sector energético para paliar el aumento de los gases
de efecto invernadero. En concreto, Gonzalo Aizpiri habla de tres decisiones
fundamentales. En primer lugar, “ahorrar energía y promover un consumo
eficiente”. En segundo lugar, “apostar por que la generación térmica sea más
efectiva y menos contaminate”. Es decir, promover más las centrales de ciclo
combinado y menos las de carbón y fuel. Por último, “impulsar las energías
renovables”. Esta última disposición, contempla el incremento objetivo de la
producción eólica, fotovoltaica y termoeléctrica, ya que la hidroeléctrica
depende del agua.
Por otro lado, el Ejecutivo estudia un proyecto para almacenar CO2 bajo
tierra a grandes profundidades, a fin de acercarse al cumplimiento del
Protocolo de Kioto. El Centro de Investigaciones Energéticas,
Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat), dependiente del Ministerio de
Educación y Ciencia, liderará un proyecto de unos 90 millones de euros que
incluye la creación de una planta piloto en Ponferrada (León) y la búsqueda
de emplazamientos seguros en España.