Categories: Noticias Ambientales
      Date: oct 13, 2018
     Title: Las pérdidas económicas por desastres climatológicos aumentaron un 151% en dos décadas, según UNISDR

Los fenómenos meteorológicos extremos registrados en todo el mundo entre 1998 y 2017 provocaron daños económicos directos por valor de 2,24 billones de dólares (1,94 billones de euros), un 151 por ciento más que en las dos décadas anteriores, según un informe de Naciones Unidas que alerta de las consecuencias del cambio climático.



En total, los desastres naturales causaron a la economía mundial desde 1998 pérdidas por valor de 2,9 billones de dólares (2,5 billones de euros). La peor parte de estos fenómenos climatológicos se la han llevado principalmente a los países más pobres del planeta, a pesar de que es también en estas zonas donde más datos faltan.

El informe Pérdidas económicas, pobreza y desastres 1998-2017, elaborado por la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR), cifra en 1,3 millones el número de personas fallecidas por los desastres durante el periodo analizado, mientras que 4.400 millones resultaron heridas, perdieron su casa, tuvieron que desplazarse o requirieron ayuda de emergencia.

Los movimientos sísmicos, con más de 747.000 fallecidos, son los más mortíferos a nivel general, pero no los más comunes, ya que son más frecuentes los casos de inundaciones y tormentas. También son este último tipo de fenómenos, los hidrológicos, "los que causan el mayor impacto sobre la población y la economía", ha explicado el responsable de la Subdivisión de Apoyo y Supervisión de la Aplicación del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres, Ricardo Mena.

Este experto ha advertido de que es ahora cuando "se empiezan a conectar los puntos" y se ha constatado que, "obviamente", el incremento de fenómenos relacionados con el clima está vinculado "con el impacto que está teniendo ya el cambio climático en el planeta".

"Si no se aborda el tema de manera frontal, urgente y colectiva va a generar potencialmente mayores pérdidas en el futuro", ha señalado Mena esta semana durante la presentación del estudio en Ginebra.

POR PAÍSES

Por cifras totales, Estados Unidos ha sido el país con mayores pérdidas económicas derivadas de desastres en los últimos 20 años, con unos daños acumulados de 944.800 millones de euros, seguido de China (492.200 millones de euros), Japón (376.300 millones de euros) e India (79.500 millones de euros).

Sin embargo, el informe evidencia que son los países de economías medias y bajas quienes sufren de manera más desproporcionada las consecuencias de los desastres. El informe compara los daños con el PIB de cada país y establece que Puerto Rico, con pérdidas anuales que rondan el 12,2 por ciento, es el único territorio con altos ingresos entre los más afectados.

Entre los cinco primeros con ingresos medios o bajos todos pertenecen a la región de América Latina y el Caribe: Haití (17,5 por ciento), Honduras (7 por ciento), Cuba (4,6 por ciento), El Salvador (4,2 por ciento) y Nicaragua (3,6 por ciento). También figura en puestos altos Corea del Norte, que acumula pérdidas del 7,4 por ciento en comparación con el valor de su PIB.

COSTE HUMANO

El secretario general de la ONU, António Guterres, que ha visitado esta semana la isla indonesia de Célebes para constatar de primera mano los efectos de los recientes terremotos y el tsunami que asoló la zona de Palu, ha recordado que "los desastres tienen un elevado coste humano", por lo que ha recordado la "urgencia" de trabajar en labores de prevención y preparación.

Con motivo del Día Internacional para la Reducción de los Desastres, que se celebra este 13 de octubre, Guterres ha llamado también a mejorar la recolección de datos, incluidos los de pérdidas económicos, ya que considera que "es crucial para progresar en la prevención de crisis", según un comunicado difundido este sábado por su oficina.

"Por ejemplo, una mejor comprensión de las pérdidas económicas por sucesos climatológicos extremos puede ayudar a generar una mayor acción sobre cambio climático y una renovada ambición para reducir las emisiones de gas de efecto invernadero", ha añadido.

La ONU advierte de la urgencia de actuar contra el cambio climático

En días pasados nos ha informado la ONU, en una advertencia más, de los peligros del creciente calentamiento global y nos ha dado a los pobladores del mundo un ultimátum, por medio de los informes de los científicos del IPCC (Panel Internacional de Expertos del Cambio Climático) quienes trabajan para esa institución, en este primordial asunto de tantísima importancia para la vida en la Tierra. Aconseja la urgente reducción de 1’5 grados antes del año 2030; es decir, antes de los doce años que restan para esa fecha. Para ello prefijan, que se debe imperiosamente aminorar las emisiones de CO2 en un 45% durante ese estimado periodo, para evitar tremendas catástrofes meteorológicas y sobre la vida de tantas especies. O que cada año se disminuyan entre un 7 y 10%.

En este concluyente cálculo, después de los estudios realizados, han participado 91 de 40 países, acreditados eruditos sobre el tema climático. Informan asimismo, que ya con 10C que ha experimentado el clima hasta ahora, sería aún más calamitoso con los prefijados 20C hasta el año 2030. Y en este propósito y bajo sus tesis, afirman: "Ya estamos viendo las consecuencias del calentamiento de 1ºC en forma de fenómenos meteorológicos extremos o subida del nivel del mar".

Opinan, con toda la razón que les asiste en sus continuadas investigaciones, que la anterior evaluación prefijada en los 2 grados hasta dicho año, es ahora inaconsejable, porque nos llevaría a indeterminadas catástrofes climáticas continuadas. El medio grado que aconsejan los científicos que sea inexcusablemente rebajado con el mayor apremio hará que no se produzcan mortalidades en animales y plantas, en los ecosistemas y en toda la biodiversidad existente sobre el planeta, por los excesos de calor que se producirán por el efecto invernadero.

Ante la propuesta anterior, de reducir en 2 grados hasta llegar al año 2050 -que debido a la delicada e in crescendo situación actual, se revoca totalmente, por la ONU-, según se había confirmado en la cumbre de París del cambio climático, reunida en noviembre del año 2011. Esta ha sido la resolución de los científicos aludidos quienes pertenecen, en parte, a los 195 de los países firmantes de los acuerdos, ante la desidia, la irresponsabilidad y la inconsciencia de las potencias desarrolladas tecnológicamente, quienes no han cumplido con ese compromiso suscrito en dicha asamblea. Todas las naciones han continuado con sus indolencias y alegremente, como si nada pasara, con las emisiones de CO2 a la biosfera. Todos los Estados tienen que hacer caja en sus empresas, para seguir en la cúspide de las potentes naciones mundiales. Lo importante es el vil metal. ¡Y allá pena¡

Hay que lamentar la irresponsabilidad y mentecatez de los seres humanos, que aún después de las amenazas y vistas fehacientemente todas las consecuencias producidas sobre la faz de la Tierra; además de las muchas advertencias de los expertos climáticos y versados ecologistas, continuamos con el uso de energías fósiles. Esta es la consecuencia de haber hecho subir las venenosas emisiones de dióxido de carbono, metanos y dióxidos de hidrógenos, etc., a la atmósfera, las cuales aumentaron las temperaturas atmosféricas, más que nunca, en 2017, muy a pesar del compromiso firmado en los últimos acuerdos de París (2011), y en precedentes asambleas, que desde 1997 se celebran en el mundo, con el primer Protocolo de Kioto.

Esta advertencia a toda la Humanidad ya había sido firmada, como medida de toma de conciencia y muy seria resolución, por 15.000 científicos de 184 países de todo el mundo, entre ellos todos los Premios Nobel. Era la segunda vez en 25 años que los científicos de todo el mundo se habían manifestado sensatamente y sobre las “irreversibles” consecuencias para todos los seres vivos y para nuestro planeta. Desde el año 1992 (en la que firmaron 1.700 científicos), el clima y sus deterioros se han acrecentado, año tras año y sin parar. No ha habido una mejoría y sensibilizarnos en la disminución de los perniciosos gases de efectos invernaderos, en este grave problema en el que nos jugamos la vida.

Por ello advertían, con toda la autoridad de sapientes: “La Humanidad no está tomando las medidas urgentes necesarias para proteger nuestra biosfera en peligro”. Los daños al planeta continúan, decían, y “de manera alarmante, la mayoría están empeorando”. Hicieron los científicos una proclama de actuación en 13 compromisos en las que evitar las emisiones y por los peligros que se avecinan. Solo se ha logrado disminuir, en un prudente compromiso, los deterioros de la capa de ozono, por la prohibición de los CFC. Pero, sin embargo, los productos de la quema de combustibles fósiles no han sido posible, por el egoísmo e ineptitud de seguir con estos carburantes para la industria y los automóviles.

De no reducirse esta cifra, de 20 C a 1’50C, en los doce años próximos que prefija la ONU, el impacto será tan destruyente para el medio ambiente y muy lamentable para las especies vivas (que de hecho cada día 150 especies vivas se extinguen en el planeta, causadas por el hombre; la deforestación de los últimos 15 años ha puesto en peligro de muerte de, al menos, 500 especies; los polinizadores del cultivo agrícola causan la muerte de miles de especies, especialmente en las imprescindibles abejas para la polinización agrícola).

Tendremos que cambiar, inexcusablemente, los hábitos de vida si no se quiere llegar a extremos irreversibles de catástrofes climáticas, como ya ocurren frecuentemente. Lo producido en San Llorenç en Mallorca, es una prueba más del loquinario clima que hemos generado. Ni los pronósticos informáticos de Aemet pudieron detectar tan drástica anomalía en la variación del microclima.

En España, sobre la que la ONU advierte del exceso de CO2, junto a los metanos y dióxidos de nitrógeno, y otros, tendrá graves consecuencias climáticas y medioambientales, escasez de aguas potables y de regadíos; erosiones del suelo -prefacio de las desertizaciones-, anunciando que el 80% del territorio de España está bajo la amenaza de ser un desierto a lo largo de este siglo. Los transportes urbanos, con los terribles gasoiles que queman, por lo que se debe hacer un cambio a las energías de ceros emisiones medioambientales. Y en las erosionadas costas, que por las construcciones de complejos turísticos y de puertos deportivos han hecho de estas que sean vulnerables a las subidas del mar, como consecuencias de las desdichadas licuaciones de los polos terráqueos.

Si no ponemos urgente remedio a esta loquinaria y sinrazón en la irresponsable actuación de los seres humanos, estamos apostando en la ruleta rusa con nuestras vidas, en la carencia de salud, agua, alimentos, deforestación de los bosques (imprescindibles para generar oxígenos), pérdidas del hábitat en los ecosistemas, etc. Y cómo no, comenzar por cada cual de los que habitamos ahora el planeta y dejarlo sano y vivible a las futuras generaciones. Debemos tener un razonado comportamiento ecologista; reprochar y demandar a todos los dirigentes políticos que no cumplan con esta demanda e ineludible obligación contra la alteración del buen clima y de una atmósfera limpia y respirable.

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