En este contexto, las autoridades prohibieron la realización de quemas agrícolas o encender calefactores a leña, además de sugerir que no se realicen actividades deportivas al aire libre, especialmente en establecimientos educacionales.
No obstante, en esta oportunidad no se restringió la circulación de vehículos motorizados, como en otras ocasiones en que se ha aplicado la medida.
Una de las estaciones de vigilancia de la calidad del aire distribuidas en la capital chilena, correspondiente al sector de Cerro Navia, al oeste de la ciudad, anotaba este sábado un nivel de alerta, que supone concentraciones de entre 200 y 300 microgramos de partículas nocivas por metro cúbico de aire.
Otras cuatro, una de ellas en el área céntrica de la capital chilena, marcaban un nivel regular, de entre 100 y 200 microgramos de partículas por metro cúbico de aire y las cinco restantes, instaladas en barrios del sector oriente, anotaban un nivel bueno, con menos de cien microgramos de partículas nocivas.
Santiago de Chile, de unos siete millones de personas, está enclavada en un valle rodeado de montañas, por lo que en los meses de otoño e invierno la calidad del aire suele empeorar debido a la ausencia de brisa que disemine las partículas nocivas, así como por el fenómeno de la inversión térmica.
Este último consiste en que la temperatura en la superficie es menor que en altura, por lo que las partículas nocivas se mantienen a nivel del suelo.
La de este sábado es la novena alerta ambiental decretada en 2018 desde el pasado 12 de mayo, cuando se ordenó la primera y la anterior se había decretado el pasado 28 de mayo.
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