Categories: Noticias Ambientales
      Date: abr 13, 2018
     Title: El yodo en la atmósfera del Atlántico Norte se ha triplicado en 6 décadas por el incremento de ozono troposférico y el cambio climático, según estudio

Las concentraciones de yodo en la atmósfera se han triplicado durante las últimas seis décadas en el Atlántico Norte, según un estudio liderado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).



Los resultados se publican en la revista Nature Communications y según los autores del artículo estos altos niveles de yodo tienen importantes implicaciones atmosféricas, ya que este halógeno promueve la formación de aerosoles, destruye el ozono troposférico, y altera con ello el forzamiento radiactivo en la atmósfera.

El análisis se ha realizado a partir de un sondeo de hielo perforado en la península de Renland, una zona costera de Groenlandia oriental, y la muestra ha permitido reconstruir el contenido en yodo en la atmósfera desde el año 1760, al inicio de la Revolución Industrial, hasta 2011.

Se trata del mayor registro de yodo atmosférico en el hemisferio norte, informa el CSIC en una nota de prensa.

Alfonso Saiz-López, director del estudio e investigador del CSIC en el Instituto de Química Física Rocasolano, explica que los análisis geoquímicos llevados a cabo en el hielo, así como los resultados de un modelo de última generación de química de la atmósfera, muestran que el yodo permaneció relativamente estable en la atmósfera desde el siglo XVIII hasta la mitad del siglo XX.

El aumento de yodo en la atmósfera después registrado se debe a una combinación de factores, detalla este investigador.

Por un lado, el incremento de ozono troposférico en la década de los años 50 (que induce la emisión de yodo desde los océanos) y, por otro, la mayor actividad biológica en el Océano Ártico durante el deshielo marino debido al calentamiento global.

"El yodo ha llegado a triplicar su concentración en el hielo y en la atmósfera desde 1950", resume este científico.

Saiz-López señala que el aumento de yodo en la atmósfera ha acelerado la pérdida de ozono y ha incrementado considerablemente el transporte de yodo y su deposición en los continentes del hemisferio norte.

"La futura presión climática y antropogénica podría seguir ampliando las emisiones de yodo oceánico con impactos potenciales sobre la salud y el medio ambiente a escala global", concluye.

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