Categories: Noticias Ambientales
      Date: dic 28, 2017
     Title: España: La sequía propicia un año 2017 con récord de grandes incendios

La pertinaz sequía que sufre España desde enero de 2016 ha sido un factor crucial para causar 53 grandes incendios forestales en el año que acaba, el número más alto del último decenio.



Una de las imágenes de 2017 que guardaremos en nuestra memoria colectiva será la furia de las llamas que pusieron en peligro el Parque de Doñana en junio y que en octubre mataron a cuatro personas y arrasaron un gran superficie forestal de Galicia y Asturias. El año que se despide ha sido aciago para el monte, uno de los peores del siglo XXI y el que más grandes incendios forestales de más de 500 hectáreas ha registrado en el último decenio, un total de 53.

Los siete expertos consultados coinciden en que la sequía prolongada que sufre España ha sido un factor decisivo para que se quemaran hasta 177.000 ha, una superficie casi equivalente a la provincia de Guipúzcoa. A las causas estructurales socioeconómicas del abandono del medio rural, el déficit de gestión de las masas forestales y la intencionalidad se suma lo que en el argot se llama el “estrés hídrico” de la vegetación, es decir, muchas plantas y árboles secos o muertos están disponibles para arder por la escasez de lluvias.

“La sequía y el cambio climático mundial, con muchos días de temperaturas por encima de lo normal, están provocando que la proporción de vivo y muerto en los bosques esté variando en favor del muerto, lo que causa más combustible y campañas de riesgo más largas, pasando de los tres meses tradicionales de verano a los siete”, explica Mar Castellnou, jefe del Grupo de Apoyo de Actuaciones Forestales de los Bomberos de Cataluña.

En ese sentido, Raúl Quílez, doctor en Incendios Forestales, afirma que debido a la sequía y al cambio climático “las especies sufren mucho estrés y están al límite de sus necesidades ecológicas para sobrevivir, por lo que la inflamabilidad es ahora muy superior en caso de incendio”. Esa situación, añade este experto, “provoca que los grandes incendios forestales sean cada vez más incontrolables, por lo que tenemos que cambiar las estrategias de extinción para evitar que los fuegos sean menos dañinos de lo que están siendo últimamente”.

La realidad es que el pasado otoño “ha tenido un carácter muy cálido y muy seco”, según informa la Agencia Estatal de Meteorología. Es el tercero más seco desde 1965, solo por detrás de 1978 y 1981. La estación fue propicia para que solo en octubre se produjeran 31 de los 53 grandes incendios forestales (GIF) del año.

Esos grandes fuegos de octubre, todos ellos en el noroeste peninsular, han servido para que 2017 sea el segundo año por número de GIF en los que llevamos de siglo XXI, solo superado por 2006 que registró 58. Pero en este año que ya agoniza, el análisis de los datos del MAPAMA arroja un resultado llamativo: los GIF quemaron hasta el 55% de la extensión calcinada, mientras que en 2006 solo fue el 46%. Lourdes Hernández, responsable de Bosques de WWF España, subraya en ese sentido: "En los años negros los grandes incendios tienen cada vez más peso en la proporción de superficie quemada debido al problema estructural de la mala gestión del territorio que debemos resolver".

Pablo González, presidente de la Asociación de Trabajadores de las Brigadas de Refuerzo de Incendios Forestales (ATBRIF), achaca también a la sequía esos números excepcionales de 2017: “Hemos arrastrado todo el año un déficit hídrico y altas temperaturas continuadas, lo que ha motivado el alargamiento de la época estival hasta octubre”.

Asimismo, el año que se despide es el tercero de lo que llevamos de siglo con más superficie forestal quemada, 177.000 ha, tan solo por detrás de 2012 con 216.893 ha y 2005 con 188.697 ha.

Huracán Ofelia y alta intencionalidad

El huracán Ofelia, que en octubre pasado afectó de lleno a Irlanda y Reino Unido, trajo consecuencias catastróficas para los montes del noroeste peninsular. Originó situaciones meteorológicas excepcionales en Galicia y Asturias, principalmente viento del sur, cálido y fuerte, y humedades relativas por debajo del 20 por ciento. Ello unido a la pertinaz sequía y la intencionalidad de los incendiarios favoreció que entre el 9 y el 16 de octubre se produjeran en ese cuadrante noroeste hasta 31 de los 53 grandes incendios del año.

Esa cadena de fuegos acaeció cuando muchos brigadistas ya habían abandonado sus puestos tras el cierre de campaña de máximo riesgo que finaliza en septiembre. El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, llegó a calificar a los incendiarios como “terroristas”.

La ola de incendios que asoló Galicia en octubre quemó casi 50.000 ha, mientras que de enero a septiembre tan solo habían ardido 12.000.

En Galicia, el porcentaje de incendios intencionados supera el 80 por ciento, según la investigación especializada España en llamas. En el resto del país, la tasa es del 55 por ciento. De ese modo, no es casual que Ourense encabece el ránking de provincias donde más GIF se han producido en el último decenio y que uno de cada cuatro GIF que ocurren en España se den en la región gallega.

Una tendencia global

Los meses de junio y octubre no solo fueron trágicos para España. Portugal también sufrió la virulencia de las llamas en esas mismas fechas y la vistió de luto. Cientos de miles de hectáreas de monte devastadas, 110 muertos y centenares de heridos configuran el balance de esos grandes incendios en el país luso.

En realidad, para los bosques de la Península Ibérica y el arco mediterráneo este año ha sido funesto. El Sistema Europeo de Información de Incendios Forestales (EFFIS) ha registrado 1.920 incendios de más de 30 ha, cuando el promedio anual para el periodo 2008-2006 fue de 658. Los fuegos se han concentrado mayoritariamente en los países de vegetación mediterránea.

Pero no hay que olvidar que en 2017 han muerto en California 46 personas por incendios que han calcinado más de medio millón de hectáreas, la misma extensión fue arrasada en Chile a comienzos de año. La suma de ambas superficies equivale a que se hubiera quemado todo el territorio de Murcia.

Los que saben del tema afirman que se trata de una tendencia global que se va a ir agravando a medida que las huellas del cambio climático se vayan haciendo más patentes. “Los megaincendios de este año no son ni serán excepcionales, tendremos que acostumbranos a vivir con el fuego, pero eso debemos dotarnos de una gestión forestal mejor planificada y adaptada al cambio climático”, recalca Mónica Parrilla, responsable la Campaña de Incendios Forestales de Greenpeace España.

“El cambio climático está encima de nosotros y el que no quiera verlo tiene un problema, las cartas están echadas y solo hay que jugarlas”, asegura Javier Blanco, analista de incendios. Este experto entiende que la vegetación está sufriendo ya ese cambio: “Habrá especies que migrarán al norte, otras del sur desaparecerán y las del norte que no puedan emigrar se estresarán aún más. El panorama es dantesco, zonas de Europa que no conocían el fuego ya lo empiezan a sufrir y donde ya estamos acostumbrados a padecerlo nos queda prepararnos porque serán peores, sin duda”.

Raúl Quílez, técnico de forestal del Consorcio de Bomberos de Valencia, concluye que la tendencia de muchos grandes incendios fuera de capacidad de extinción “va a perdurar en el tiempo por el cambio climático". Asegura que "habrá transformaciones en la flora y el fuego y las plagas moldearán el paisaje”.

Leer noticia en fuente original: https://www.elconfidencial.com/tecnologia/ciencia/2017-12-28/grandes-incendios-forestales-record-2017-iiff_1498770/