Categories: Noticias Ambientales
      Date: nov 17, 2017
     Title: Cambio Climático: Hoy termina la COP23 dejando dudas sobre el liderazgo tras la salida de EEUU del Acuerdo de París

La Cumbre del Clima de Bonn ha reunido durante las últimos dos semanas a cerca de 25.000 personas de unos 200 países. El objetivo era empezar a trasladar las metas del Acuerdo de París de 2015 a hechos concretos. Dotar a aquel texto histórico de la "letra pequeña" necesaria para que pueda ponerse en práctica y evitar a la comunidad internacional el futuro distópico bosquejado por los expertos si se mantenía el 'business as usual'.



El resultado debería salir a la luz hoy. Quizá de madrugada. Cuando se cierre el acuerdo. Pero juzgarlo no será fácil. El lenguaje eufemístico de Naciones Unidas, la jerga propia de las cumbres del clima y el carácter técnico de esta cita, una parada intermedia entre los encuentros más "políticos" de París (2015) y Katowice (2018), dificultan su evaluación. Aquí las claves para entender qué está pasando.

La sombra de EEUU: Liderazgo político

El anuncio de Donald Trump de que Estados Unidos abandonaría el Acuerdo de París dejó un enorme vacío político. Tras muchos titubeos por parte del mayor contaminante mundial, Barack Obama decidió meter de lleno a su país en la lucha contra el cambio climático. Marcó un hito. Firmó el Acuerdo de París y dio pasos, simbólicos y prácticos, para mejorar la conservación del medio ambiente y reducir las emisiones de Estados Unidos. Pero la apuesta de Washington por la sostenibilidad fue efímera.

Lo que puede dilucidarse en esta cumbre es quién está dispuesto a asumir en el futuro ese testigo y encabezar la batalla contra el calentamiento global. Entre los candidatos se cuentan la Unión Europea y China, ambos con sus debilidades. Los primeros se han mostrado dispuestos en Bonn a tomar las riendas. En este sentido han ido los discursos del presidente francés, Emmanuel Macron, la canciller alemana, Angela Merkel, y el comisario europeo para Acción Climática y Energía, Miguel Arias-Cañete.

Pero sus objetivos sobre el papel son mucho menos ambiciosos que sus palabras. Expertos y partidos en la oposición han criticado esa falta de coherencia. China, con quien los europeos querrían ir de la mano en este asunto, está dispuesta a asumir más compromisos medioambientales y económicos, pero por el momento duda sobre la conveniencia de asumir un papel protagonista que pueda comprometer sus decisiones futuras.

Otros participantes, como el gobernador de California, Jerry Brown, o el primer ministro de Fiyi, Frank Bainimarama, se han barajado en los últimos días por su capacidad de hacer avanzar las negociaciones. Pero no podrían cargar a sus espaldas la responsabilidad de estas negociaciones. Pese a su personalidad, carecen del peso específico necesario en la escena internacional.

El peor escenario, que es factible, es que nadie quiera asumir el rol de líder. Y que el vacío lleve al fracaso.

Contribuciones financieras: ahora sin EEUU

La salida de Estados Unidos del Acuerdo de París no se va a materializar hasta dentro de tres años. Pero sus primeros efectos son ya más que palpables. Washington ha paralizado los pagos que había prometido la administración anterior en cuestiones relacionadas con el cambio climático. El mayor agujero es el de los 2.000 millones de dólares de aquí a 2020 para ayudar a paliar en los países en vías de desarrollo los efectos del calentamiento global. Y hay más.

Alemania ha señalado que está dispuesta a aumentar sus contribuciones como muestra de su compromiso en este ámbito. Pero ha reiterado en las semanas previas a la cumbre que no tiene la pretensión de sustituir a Estados Unidos en la lista de países donantes. La factura, piensan en Berlín, debe repartirse entre todos las economías industrializadas, que son los contribuyentes habituales por capacidad y contaminación histórica.

Macron, por su parte, ha propuesto que la UE costee la financiación del panel intergubernamental de expertos en cambio climático (IPCC) que hasta ahora sufragaba Washington. Este organismo es la principal fuente científica independiente sobre el cambio climático. Su suporte es importante. Pero su presupuesto es el chocolate del loro.

Ambición

Uno de los términos más repetidos estos días en Bonn por las decenas de líderes mundiales y ministros que han acudido a la Cumbre del Clima ha sido "ambición". También lo empleó el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, que pidió asimismo a los gobiernos "valentía" para implementar lo pactado en París y para ir más allá. El acuerdo de la capital francesa preveía una renovación progresiva de los objetivos que cada país se imponía a sí mismo.

El objetivo final era acabar cumpliendo con la meta global de que las temperaturas medias no sobrepasen los dos grados centígrados, un límite a partir del cual los efectos del cambio climático serán desastrosos, según los científicos. Pero las promesas anunciadas hasta la fecha son más que insuficientes. De seguir en la actual trayectoria, las temperaturas se elevarían para final de siglo en 3,4 grados centígrados, según Climate Action Tracker.

El texto que emane de la cumbre de Bonn debe contener, por tanto, esa ambición. Una ambición que debe poder leerse en tres ámbitos concretos. En la periodicidad de esa renovación de los objetivos de reducción de emisiones, en la forma en la que se podrán demostrar y comparar esos logros y en la disposición financiera de cada país, dentro de sus posibilidades.

Cooperación norte-sur

Uno de los elementos que hizo posible el éxito de París fue la ruptura de la tradicional estrategia de bloques que había predominado en las cumbres anteriores. Los países desarrollados por un lado y, del otro, las economías emergentes. Los unos exigían recortes en las emisiones de forma general y criterios uniformes. Los otros, que se diferenciase entre quienes habían empezado a contaminar antes y los que se habían industrializado más tarde. En 2015 y en la cumbre siguiente, la de Marrakesh, la confrontación perdió en favor de la cooperación y la coordinación.

Pero el frentismo a vuelto a emerger en estas negociaciones de Bonn. Los países en vías de desarrollo bloquearon la primera semana de la cumbre porque exigían de los industrializados un compromiso fuerte en la cuestión de la financiación. Hasta que les han forzado la mano. Además Brasil, India, Suráfrica y Brasil se han mostrado muy exigentes. Por su parte, ha habido intentos entre los industrializados por rebajar sus obligaciones financieras. Habrá que ver si se acaba imponiendo la búsqueda de consensos para lograr avances o si vuelven los bloques, haciendo descarrilar cualquier pretensión de poner coto al calentamiento global.

El carbón

El carbón se ha convertido en un elemento de discordia en la Cumbre del Clima de Bonn. El intento de Estados Unidos de colar un acto promocional de este combustible fosil en la agenda del encuentro -algo que se podría calificar de provocación- fracasó el miércoles de forma estrepitosa. Decenas de activistas boicotearon la presentación desde dentro y fuera de la sala asignada e impidieron que el acto se celebrara. La canciller alemana, por su parte, fue recibida en Bonn con una pancarta gigante bajo el lema "Déjalo en la tierra", que exigía el fin del uso del carbón en Alemania.

Muchos esperaban -o decían esperar- que Merkel anunciase ante el plenario de la cumbre que su país abandonaría esta fuente de energía para 2030, pero la jefa del Gobierno alemán se limitó a decir que era una cuestión compleja por sus derivadas políticas, sociales y económicas. Y que se estaba estudiando en la mesa de negociación para formar un nuevo gobierno de coalición en Berlín.

Mercados de emisiones

En las negociaciones también ha estado presente el espinoso asunto de los mercados de emisiones de CO2. El objetivo es regularlos para poder interconectarlos y expandir su alcance con el objetivo, explicitado en el Acuerdo de París, de caminar hacia un mercado internacional. Si se lograse un texto común, los países podrían incluir las emisiones negociadas, ya fuese su compra o su venta, dentro sus objetivos nacionales.

Los escollos en este punto son el papel de Naciones Unidas en la regulación y supervisión de este mercado y la articulación de un mecanismo transparente que evite el doble conteo (o el no recuento).

América Latina exige a los industrializados fondos para el cambio climático

América Latina quiere avanzar en el Acuerdo de París, pero exige para ello a las economías industrializadas que empiecen a aportar de forma urgente y previsible los fondos que prometieron en el ámbito de la lucha contra el cambio climático.

Sus posturas son coincidentes en estos ámbitos, como quedó claro hoy cuando los ministros de la región intervinieron ante la plenaria de la Cumbre del Clima de Bonn (COP23), que se celebra desde la semana pasada y finaliza mañana.

La región latinoamericana se alinea así con los postulados que defienden los países en vías de desarrollo durante esta cita, donde se están evidenciando ciertas tensiones entre las economías industrializadas y las emergentes.

La ministra de Exteriores de Ecuador, María Fernanda Espinosa, portavoz además del Grupo de los 77 y China, defendió en una entrevista con Efe la importancia de la “corresponsabilidad” de todos los países en la lucha contra el cambio climático.

No obstante, precisó que también es necesaria la “diferenciación” entre países, teniendo en cuenta cuestiones como cuándo empezaron a contaminar, sus posibilidades económicas y su exposición a los efectos del calentamiento global.

Es clave, argumentó, que las economías avanzadas, por “responsabilidad histórica”, apoyen a los países en vías de desarrollo en los ámbitos financiero, tecnológico y formativo.

“Hemos tenido varios éxitos en la negociación, pero la parte dura de la operación, que es el financiamiento, la transferencia de tecnología y el fortalecimiento de capacidades, es algo que todavía está entrampado”, explicó.

A su juicio son necesarios “recursos nuevos, predecibles y sostenibles a lo largo del tiempo para poder implementar” los compromisos nacionales.

En la actualidad hay un “gran vacío” financiero entre lo prometido y lo implementado, empezando por el Fondo Verde para el Clima, que debe contar con 100.000 millones de dólares al año a partir de 2020, y que los países desarrollados aún no han establecido cómo se va a sustentar.

El dinero sí que está ahí, pero es una cuestión de “prioridad” y “responsabilidad”, según la canciller, que señaló que “quizá un poquito” del presupuesto militar de algunos países avanzados podría dedicarse a cambio climático.

El ministro boliviano de Medioambiente, Carlos Ortuño, exigió en la plenaria a los países desarrollados que “incrementen sus compromisos” de forma urgente para suplir el “vacío” que ha provocado la salida “irresponsable” de EE.UU. del Acuerdo de París.

Mientras que la ministra de Medioambiente del Perú, Elsa Galarza, explicó que su país quiere que “los esquemas de financiamiento puedan fluir de una forma más rápida”, sean más flexibles y estén cuanto antes operativos, para lo que necesitan que las economías avanzadas cumplan con su parte.

“Venimos a la COP a decir que necesitamos implementar. No podemos esperar”, afirmó en una entrevista a Efe Galarza, que como otros ministros de la región recordaron la devastadora temporada de huracanes en el Caribe.

También pidió que no se alteren los criterios establecidos para obtener estos fondos y que no se excluya a los países de ingresos medios, para que no sea “un castigo” crecer económicamente.

El ministro de Medioambiente y Recursos Naturales de México, Rafael Pacchiano, pidió en su intervención una “movilización expedita, transparente y previsible de financiamiento”, añadiendo que este dinero debe ser “tanto público como privado”.

En este mismo sentido se posicionó ante la plenaria el ministro de Medioambiente y Desarrollo Sustentable de Argentina, Sergio Bergman, quien reconoció que su país precisa “tecnología y fondos”, y subrayó que “los que más contaminaron, las economías más fuertes, son las primeras que tienen que poner los recursos”.

“Las discusiones son técnicas, pero el debate es ético”, apostilló.

En una entrevista con Efe, el titular chileno de Medioambiente, Marcelo Mena, introdujo además la necesidad de dotar de “flexibilidad” al sistema de contribuciones para que se adapte a una “realidad dinámica” y de fijar criterios de “transparencia” en los mecanismos de reporte de emisiones.

A su juicio, sería positivo establecer un ente regional en América Latina que siguiese las evoluciones de los países en su lucha contra el cambio climático y consideró “bastante inevitable” la puesta en marcha de un mercado regional de derechos de emisión.

Leer noticia en fuente original: elconfidencial.com | efeverde.com