Concretamente, las agrupaciones Amics de la Terra y Ecologistas en Acción aludieron a datos ministeriales que indican que «12 de las 18 estaciones de control de la contaminación atmosférica ubicadas en Baleares han superado ya el valor objetivo para la protección de la salud establecido por la normativa española para el ozono durante el trieno 2015-2017».
Los ecologistas valoran muy negativamente esta estadística y achacan al Govern gran parte de la responsabilidad en la contaminación atmosférica del archipiélago, ya que consideran que «no sólo acumula una década de retraso en la elaboración de los obligados planes de mejora de la calidad del aire de las zonas afectadas, con medidas que reduzcan el tráfico rodado y marítimo y las emisiones de las centrales térmicas, sino que ni siquiera reconoce el problema». Un problema que, subrayan, «no tiene comparación con ningún otro territorio del Estado español».
Por contra, los últimos datos del Govern balear, actualizados el pasado 30 de agosto, se ajustan a la valoración de Groizard. Según estos datos, las 18 estaciones de control muestran valores de contaminación atmosférica que se corresponden con calificaciones de «buena» y «excelente» en lo tocante a dióxido de sulfuro, dióxido de nitrógeno, monóxido de carbono, benceno y partículas en suspensión. Con respecto al ozono, nueve de las estaciones indican una calificación de «regular» y sólo una, la de Foners, muestra un valor «malo». El resto se mantiene en la horquilla de entre buena y excelente.
En declaraciones a este rotativo, Groizard reconoció que «hay veces en las que se han superado los límites establecidos para la protección de la salud» y explica que en el caso del ozono, el Ejecutivo se encuentra poco menos que con las manos atadas, puesto que «sólo un 1% es producido por la actividad humana en las islas». El 99% restante es básicamente importado de otras regiones del Mediterráneo.
'Barreras al aire'
«Así como otros contaminantes tienen muy poco recorrido, el ozono puede viajar a través de centenares de kilómetros. Se puede decir que toda la contaminación de la cuenca mediterránea nos la comemos nosotros». Groizard critica de esta manera la voluntad de «hacer campañas» de algunos grupos ecologistas y mantiene que «ninguna política que se pudiera hacer aquí tendría incidencia en la presencia de ozono en nuestra atmósfera. No podemos poner barreras al aire».
Otros elementos contaminantes como las partículas en suspensión, recuerda el director general, son igualmente importadas. «Es sobre todo polvo, arena sahariana que llega hasta aquí y que si llueve lo llena todo de tierra».
Groizard señala que la única situación preocupante en cuanto a superación de los valores límites de contaminación se vivió en Palma en 2011. Entonces, el Ayuntamiento solicitó al Govern que renovara el plan anticontaminación. Las medidas previstas se enfocan sobre todo a restricciones del tráfico rodado, lo que provoca, por ejemplo, que en la actualidad «la calidad del aire sea mayor en el centro que en la zona del ensanche al haber menos coches que se mueven por aquella zona».
Mientras, los ecologistas siguen criticando la «deficiente información» que a su juicio facilita el Govern a la población. Le acusan de no advertir a la ciudadanía cuando «se ha superado en 62 ocasiones el umbral de contaminación», lo que consideran una «grave negligencia» que se suma a su «opacidad y desidida».
Asimismo, recuerdan que la Agencia Europea de Medio Ambiente estima en 1.800 las muertes prematuras ocasionadas anualmente por el ozono troposférico en España.
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