Categories: Noticias Ambientales
      Date: jul  4, 2017
     Title: Detectan 78 sustancias tóxicas prohibidas hace años en los suelos de Galicia

DDT, lindano, dieldrin, aldrin, endosulfán, clordano... Todos son organoclorados incluidos en la lista de compuestos orgánicos persistentes (COP) que fueron empleados durante años como plaguicidas en agricultura para combatir las plagas que afectaban a los cultivos.



Y todos son químicos prohibidos desde hace años, algunos desde hace más de veinte, como el DDT, por sus riesgos para la salud, ya que o bien son carcinógenos o porque pueden producir cambios hormonales, entre otros efectos. Pero tienen algo más en común: aún persisten en los suelos de Galicia, pese a que hace ya anos que no se pueden emplear. Es una de las principales conclusiones de un extenso trabajo que se ha materializado en una tesis de Raquel Chaves Padín defendida en la Universidade de Santiago (USC).

La investigación ha permitido la elaboración de un inventario completo de los plaguicidas utilizados en Galicia durante los últimos cien años, a lo largo de todo el siglo XX. El estudio documenta la utilización durante este período de un total de 176 sustancias activas, de las que 78 están prohibidas en la actualidad, pero cuyos efectos tóxicos aún persisten en los suelos.

En algunas parcelas su nivel de concentración es muy elevado. Hicimos análisis de suelos y, en algunos casos, comprobamos que los valores estaban muy por encima de lo permitido por la legislación vigente», explica Raquel Chaves Padín, que ha empleado varios años a completar un trabajo coordinado dentro de la Agrupación Estratégica CRETUS de la Universidade de Santiago bajo la dirección de Felipe Macías y Carmen Moterroso. La complejidad del estudio la revela el hecho de que hasta el 2012 no se convirtió en obligatorio declarar el producto que se estaba utilizando para eliminar las plagas en los cultivos en las distintas parcelas. Todo lo que se había hecho hasta esa fecha permanecía en el olvido y rescatar esa memoria perdida fue lo que hizo Chaves.

Recuperar la memoria histórica

Como no había registros fue necesario recurrir a numerosas encuestas realizadas a agricultores, viticultores y a empresas que tenían algún tipo de relación con los productos fitosanitarios. La documentación recogida se contrastó con una extensa revisión bibliográfica y, más tarde, una vez que se tuvo una primera aproximación del mapa, se comprobaron los resultados con análisis químicos del suelo. Y los resultados coincidían. Incluso trabajos posteriores de análisis de aguas subterráneas no potables publicados por la Consellería de Sanidade indicaban la presencia de compuestos tóxicos en las zonas donde los investigadores habían advertido de su uso acumulado. Este es, precisamente, uno de los riesgos, que los organoclorados, debido a su persistencia en el medio, se filtren al agua.

Pero no se trata de alarmar, porque la potencial peligrosidad de estos compuestos depende en gran medida del grado de exposición a ellos, que tiene que ser frecuente. Lo que sí aconsejan los investigadores es controlar los cultivos que se realicen en aquellas zonas donde aún exista una elevada concentración de tóxicos prohibidos. El mapa, con la distribución geográfica de los distintos compuestos localizados, se presentará en una revista científica, pero la autora principal del trabajo adelanta que, en el caso de los organoclorados, «su distribución es muy dispersa por toda Galicia debido a que tenían una amplia utilización. Se pueden encontrar por toda la comunidad». Los científicos también destacan la necesidad de «investigar la contaminación por plaguicidas obsoletos y persistentes en los suelos durante el proceso de conversión de parcelas para la agricultura ecológica».

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