Categories: Noticias Ambientales
      Date: ene 20, 2017
     Title: Rebajar la contaminación a niveles recomendados por la OMS reduciría un 10% las muertes de trasplantados de pulmón

Reducir la contaminación atmosférica por debajo de los niveles aconsejados por la OMS haría bajar un 10 % la mortalidad de los pacientes trasplantados de pulmón, según un estudio elaborado con 5.700 pacientes trasplantados de pulmón en 13 hospitales de 10 países europeos.



El estudio, publicado en la revista European Respiratory Journal y en el que han participado el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona y el Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR), analizó los niveles de las partículas en suspensión en el aire y, entre otros indicadores, los kilómetros de carreteras próximas a la residencia de cada uno de los pacientes trasplantados entre 1987 y 2012 en centros de toda Europa.

La investigación, liderado por la Universidad de Lovaina (Bélgica), ha demostrado la relación de la contaminación del aire con la mortalidad y la aparición de disfunción crónica del injerto de estos pacientes.

Según el jefe del Servicio de Neumología, coordinador médico de trasplante pulmonar e investigador del VHIR, Antonio Román-Broto, los pacientes trasplantados de pulmón son “extremadamente vulnerables por su estado inmunocomprometido”.

En estas personas, el trasplante ha sido la última opción de tratamiento, después de haber sufrido patologías respiratorias como la fibrosis pulmonar, la fibrosis quística o el enfisema pulmonar.

Román-Broto ha reconocido que, a pesar de ser una técnica que se aplica desde los años 80, la supervivencia al trasplante de pulmón es una de las más bajas comparadas con la de otros órganos sólidos, y se sitúa alrededor de los 5 años después de la intervención, principalmente porque los afectados desarrollan disfunción crónica del injerto, que es el rechazo del órgano trasplantado.

Para determinar si la contaminación está asociada a la mortalidad de los trasplantados, los investigadores analizaron el impacto de las partículas en suspensión del aire menores de 10 micras (PM10), que flotan en el aire y penetran en los bronquios de las personas que las respiran, en la residencia de cada uno de estos pacientes.

Para medir estas partículas tomaron los niveles de PM10 fijados en un estudio europeo realizado en 2007.

Como referencia, la OMS recomienda que la exposición anual media a las partículas en suspensión no supere los 20µg/m3 y un límite medio diario de 50µg/m3, unos datos que están por debajo de los actuales niveles de contaminación de Barcelona.

Según datos de la Generalitat, en 2015 la media anual de partículas en suspensión en el Área Metropolitana de Barcelona fue de 27µg/m3, y se superó el límite de 50µg/m3 fijado por la OMS durante 20 días en diferentes puntos de la ciudad.

Los investigadores del aportaron al estudio la información clínica de cerca de 450 pacientes trasplantados de pulmón desde el 1997 al 2011 en el Hospital Vall d’Hebron, y los datos relacionados con la contaminación del aire y el tráfico alrededor de su residencia.

“Paciente a paciente, contamos el número de vías principales y secundarias próximas a su residencia en radios desde 50 a 1.000 metros, así como la longitud de éstas, para determinar si la exposición al tráfico era un factor que influía en la mortalidad”, ha detallado Román-Broto.

Una vez analizados los datos geocodificados de los 5.700 pacientes participantes en el estudio, los investigadores observaron diferencias entre los que habían tomado un tipo de antibióticos, llamados macrólidos, y los que no los tomaron.

Así, determinaron la asociación entre la tasa de mortalidad y la contaminación en los pacientes no tratados con macrólidos, que fueron un total de 3.556 pacientes.

Según Román-Broto, los resultados demuestran que “si reducimos los niveles de contaminación a los niveles recomendados por la OMS, podríamos prevenir el 10 % de la mortalidad en los pacientes trasplantados de pulmón que no toman macrólidos”.

El estudio revela también que dos terceras partes de los pacientes analizados vivían en zonas urbanas con bastante tráfico y valores superiores a los 20µg/m3 recomendados por la OMS.

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